El que diga que odia los audios de WhatsApp y, siendo consecuente con ello, jamás haya mandado uno en un momento de desesperación que tire la primera piedra. Efectivamente, esta forma de enviar mensajes goza de una fama un tanto contradictoria, pues son muchas las personas que aseguran que los odian, aunque finalmente no puedan negar que es la manera más cómoda de decir algo rápido, especialmente cuando no gozamos de mucho tiempo.

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Pero si son tan útiles, ¿por qué no nos gustan? Si preguntamos por ahí, nos encontraremos todo tipo de respuestas. Hay quien los odia por tener que esperar a estar en un lugar sin ruido de fondo para escucharlos, o quien no tiene problema en recibirlos, pero no soporta enviarlos, pues aborrece el sonido de su voz grabada. Esto es algo bastante común. ¿Acaso a alguien le gusta escucharse a sí mismo en una grabación? A menudo cuando nos oímos en un audio de WhatsApp o cualquier otro formato similar solemos hacer la misma pregunta: ¿En serio mi voz suena así? Ante esto, la ciencia tiene dos noticias para nosotros, una buena y otra mala. La mala es que, efectivamente, nuestra voz se oye así. La buena es que al resto del mundo no le suena tan mal como a nosotros.

Voz real y voz en tu cabeza

La clave de esta diferencia en el modo en que oímos nuestra voz grabada y en directo reside en los tres huesecillos de nuestro oído medio, según explicaba a Live Science en 2016 el doctor Yale Cohen, director del Centro de Ciencias de la Audición de la Facultad de Medicina Perelman, de la Universidad de Pensilvania.

Básicamente, al recibir las ondas sonoras el tímpano vibra contra ellos, transmitiendo estas vibraciones a un órgano del oído interno, llamado cóclea, que se encarga de traducir ese “movimiento” en señales eléctricas, que viajan hasta las neuronas, encargadas de interpretar el sonido.

Estos huesecillos vibran siempre, tanto si el sonido nos llega a través del aire como si procede de nuestra propia voz. Sin embargo, lo harán con más intensidad cuando hablamos, puesto que la boca está muy cerca del oído, por lo que este lo interpretará de un modo diferente, dándonos la sensación de que tenemos un tono más grave.

Vale, ¿pero por qué odio tanto mi voz?

Llegados a este punto, podríamos pensar que cada persona tiene gustos diferentes y que podrían darse casos en los que alguien que prefiera los sonidos más agudos esté conforme con la voz de sus audios de WhatsApp. No obstante, esos serían los casos más raros, pues prácticamente todo el mundo, tenga los gustos que tenga, odia su voz grabada.

Esto se debe a algo conocido como autoconcepto; que, como su propio nombre indica, hace referencia al concepto que tenemos de nosotros mismos. Según explica el psicólogo Arturo Torres en un artículo de la revista Psicología y Mente, este es el resultado de ideas y estímulos que nos llegan a través de los sentidos, por ejemplo en forma de imágenes, sensaciones táctiles o, como en este caso, sonidos.

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Al ser un componente tan importante de nuestra identidad, comprobar que en realidad no es como lo percibimos genera una sensación muy chocante, que tiende a causar aversión. Es algo común en la población en general, pero no tanto en actores, cantantes o, en general, personas con profesiones que suponen grabarse a menudo. Ellos están más acostumbrados a la voz que se escuchan cuando hablan, por supuesto, pero también se familiarizan con la que oyen en las grabaciones, de ahí que no les resulte tan traumático.

En definitiva, sí, esa voz que tanto odias es la tuya. Pero puede que a tus amigos y familiares les resulte agradable y melodiosa. No te cortes con los audios de WhatsApp por eso.