Cuando en el trabajo se habla de un ascenso, de un bono por desempeño o un nuevo proyecto muy prometedor, esto supone una competencia en la que los empleados interesados en participar buscarán la forma de resaltar.
En el caso de los hombres, parece ser que son más propensos a sabotear el trabajo de los otros competidores a fin de resaltar el suyo, en comparación con las mujeres. Es por ello que muchas veces se ve que se reservan información importante sobre clientes o socios comerciales, no avisan la programación de reuniones o eliminan datos necesarios para los reportes de otros.
Según explican los autores de una nueva investigación en torno al tema, en las competiciones lo que cuenta es el rendimiento relativo, es decir, debe hacerse un esfuerzo por resaltar respecto a otros.
“O trabajas más para aumentar tu rendimiento o reduces el rendimiento de tu oponente. Todas las actividades para reducir el rendimiento de los demás se conocen como sabotaje”, explica Petra Nieken, quien ocupa la Cátedra de Gestión de Recursos Humanos en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe (KIT).
Neiken trabajó junto con el Dr. Simon Dato, científico del Instituto de Microeconomía Aplicada de la Universidad de Bonn, para estudiar las diferencias en la conducta de los hombres y mujeres en la competencia.
“Queríamos mostrar claramente la diferencia de género en conductas poco éticas, es decir, sabotaje, y comprender los mecanismos subyacentes para desarrollar contramedidas a largo plazo”, comentó Dato. Los resultados de su investigación yacen en la revista Experimental Economics.
Los hombres invierten más en sabotear a otros
Llevaron a cabo un experimento en el que se les dijo a los participante que codificaran palabras mediante una secuencia de números. Por cada vez que lo hicieran de manera correcta, recibirían puntos y el sujeto que reuniera más puntos, recibiría un bono como premio.
Para ello, hombres y mujeres tendrían aproximadamente la misma oportunidad de ganar la competencia uno contra el otro, y de hecho se observó un desempeño similar entre ambos géneros. Pero además de tener oportunidades similares, también tenían la opción de reducir los puntajes de los otros competidores usando dinero.
Y lo que se observó fue que los hombres invirtieron más dinero en reducir el rendimiento de los otros competidores. De este modo, resultaron ser más dados a sabotear a sus contrincantes en comparación con las mujeres. “Por esta razón, ganan más a menudo, aunque los hombres y las mujeres alcanzan el mismo rendimiento en promedio”, explica Nieken.
Los hombres sabotean porque creen que los sabotearán a ellos
Pero más allá de encontrar esta diferencia entre géneros, llama la atención la razón que estimulaba la acción de sabotear a otros en los hombres: la posibilidad que los demás estuvieran saboteándolos a ellos. Neiken explica que:
“Descubrimos que el factor relevante para el propio comportamiento de sabotaje es la incertidumbre sobre el nivel de sabotaje de los competidores. Los hombres sobreestiman sistemáticamente el nivel de sabotaje dirigido contra ellos. Por esta razón, su propio nivel de sabotaje también es más alto. Las mujeres, por el contrario, evalúan de manera realista el nivel de sabotaje. Las mujeres y los hombres no tienen valores morales diferentes, pero los hombres perciben más fuertemente su entorno como competitivo”.
Ahora bien, también se explica que cuando los hombres perciben un ambiente menos competitivo, entonces ajustan sus expectativas y comportamiento al nivel de las mujeres, incluso ante señales muy leves.
Seguro muchos creían que las mujeres eran más propensas a desconfiar y sabotear de los demás, pero lo cierto es que esta tendencia, al menos en el ambiente laboral, es más visible en el género masculino. Y tal como indica Neiken, los hombres y las mujeres no tienen valores morales diferentes, pero los primeros pueden hacer caso omiso de estos si perciben su entorno más competitivo.
Estos hallazgos son sumamente importantes, pues sabiendo esto, los gerentes pueden ser más observadores y aplicar mejores criterios a la hora de promover a algún empleado.”Es el objetivo promover lo mejor. Si se promueve sistemáticamente a la persona equivocada”, esto es desventajoso tanto para los perdedores como para la empresa”, concluyó la autora.
Referencia: Gender differences in sabotage: the role of uncertainty and beliefs.
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