Khan Academy nació en 2008. Más de una década después, se ha convertido en un proyecto educativo consolidado que opera en todo el mundo, con sitios web adaptados para Estados Unidos, India, México y Brasil, con material educativo traducido a decenas de idiomas y con patrocinadores, donantes y voluntarios de todas partes del globo.

Sin ánimo de lucro y con el propósito de proporcionar educación gratuita a cualquiera, niño, joven o adulto, sin importar su condición social o dónde viva. En un mundo donde todo está en venta y todo se puede convertir en producto, educación incluida, algo como Khan Academy resulta esperanzador. Al igual que Wikipedia hizo posible recopilar el conocimiento humano para estar al alcance de cualquiera, Khan Academy hace lo propio con la educación.

La actividad de esta academia virtual se centra principalmente en ofrecer contenido para estudiantes y profesores del amplio rango de materias y asignaturas que se cursan en cualquier centro educativo. Como dice su propia página web, “nuestros materiales en línea cubren temas que van desde las matemáticas y las finanzas hasta la historia y el arte”. Además de facilitar ese material y traducirlo al máximo posible de idiomas, facilita una plataforma virtual desde la que aprender ese conocimiento mediante textos y vídeos y autoevaluarse a través de juegos y tests. Y, en tercer lugar, colabora con escuelas para mejorar sus métodos de enseñanza.

Acortando distancias

Hoy en día, un estudiante puede consultar una duda de clase en internet, principalmente en YouTube, donde es impresionante la cantidad de canales y tutoriales que explican matemáticas, ciencias y otras materias de manera que cualquiera puede entenderlo, incluso un adulto que necesita refrescar las enseñanzas de años atrás. Y qué decir de Wikipedia, donde cualquier cosa que te preguntes tiene su entrada documentada.

Antes de internet, la única solución era contar con una buena enciclopedia en casa o acudir a la biblioteca. Si tenías suerte, a lo mejor podías mirar los libros de tus hermanos mayores o directamente pedirles ayuda a ellos o a tus padres.

La idea de crear Khan Academy surge en 2004, o así cuenta la historia oficial. Su fundador, Salman Khan nació en Nueva Orleans de madre india y padre bangladí y logró labrarse una buena vida como analista de hedge funds gracias a sus titulaciones conseguidas en el MIT y en Harvard. El caso es que, como decía, en agosto de 2004 empieza a dar clases a distancia a una prima suya, Nadia. Ella vivía en Nueva Orleans y él en Boston, por lo que en aquel entonces las clases eran a través del teléfono o por internet con la herramienta Yahoo! Doodle, que permitía hablar con mensajes escritos y dibujar en una pizarra virtual.

Al parecer, a Salman Khan no se le dio nada mal ayudar a su prima Nadia con sus problemas de matemáticas, por lo que sus tutorías se ampliaron a otros primos y miembros de su familia. Pero, claro, no se dedicaba a ello profesionalmente, por lo que su apretada agenda hizo que diera el salto a YouTube, y en 2006 empezó a subir vídeos donde explicaba diferentes temas, curiosamente algo que hacen muchos profesores en la actualidad, algunos de ellos convertidos en estrellas de YouTube con miles de seguidores.

Dos años más tarde, 2008, Khan decide que su canal de YouTube recibe las suficientes visitas como para considerar dar un paso adelante. En la actualidad tal vez hubiera decidido hacerse youtuber profesional a tiempo completo, pero en aquel entonces optó por crear una organización sin ánimo de lucro, lo que conocemos como Khan Academy. Durante su primer año de vida, siguió compaginando su trabajo con su tarea de voluntariado hasta que se dio cuenta que los días tienen sólo 24 horas. Así que en 2009 optó por dedicarse completamente a su academia.

Su tenacidad, la suerte y su experiencia laboral lograron que en poco tiempo empezaran a llegar las primeras donaciones, como las de la filántropa Ann Doer, el gigante Google o la Fundación Bill y Melinda Gates. Con el dinero recibido por éstos y otros donantes interesados en el proyecto, Khan Academy ya podía despegar y crear una academia virtual que proporcionara educación a todos como había hecho el propio Khan ayudando a sus primos a distancia.

Educación audiovisual

Siguiendo con sus inicios audiovisuales, Sal Khan emplea el vídeo como un pilar importante de la enseñanza en su Khan Academy. No es de extrañar si tenemos en cuenta que la base de la enseñanza actual, herencia de siglos pasados, se inspira en el profesor explicando, paso a paso, cómo se realiza una tarea o cómo funciona algo.

Si echamos un vistazo a literatura de ciencia ficción clásica, como Ray Bradbury o Isaac Asimov, en muchas de sus historias la educación se da a través de pantallas, algo que se veía venir en una época en la que recién nacía la televisión. Todavía estaba por llegar internet y plataformas como YouTube o Vimeo que no sólo sirven para ver vídeos divertidos de caídas o gente jugando a videojuegos.

Pero no se trata de cambiar la clase presencial unidireccional por el consumo pasivo de vídeos. Sólo habríamos solucionado el problema de la distancia. Khan Academy crea materiales interactivos para que el estudiante participe activamente en su autoaprendizaje. Además, todo está organizado y clasificado para que sea el propio estudiante quien aprenda a su ritmo y con el tiempo que tenga disponible, a lo que hay que añadir que no necesariamente debe seguir la lección de forma lineal.

YouTube video

El ejemplo más básico. Vamos a Cursos, entramos en Matemáticas > Matemáticas elementales. De las lecciones disponibles, accedemos a Introducción a las sumas y restas. Primero aprenderemos qué es cada cosa mediante un vídeo para cada operación aritmética. Siguiente paso, responder a las preguntas prácticas. Luego, otro vídeo que amplía lo aprendido en los anteriores y más ejercicios. Y para si hemos entendido la lección, un práctico cuestionario.

Nada nuevo bajo el sol. Es algo con lo que han trabajado educadores de todo el mundo durante décadas. Pero Khan Academy lo ha adaptado a internet para que cualquiera tenga acceso a ese aprendizaje que, por motivos varios, no hubiera tenido en su vida normal. A esto hay que añadir el componente de gamificación que tan de moda está para hacer más digerible la enseñanza mediante elementos de juego como puntos, niveles o logros que motivan y empujan a seguir adelante.

En constante crecimiento

Los inicios de Khan Academy se centraron en ofrecer ayuda sobre matemáticas. Hoy en día encontramos también cursos de biología, química, física, ingeniería eléctrica, economía y finanzas, animación digital, computación y programación, entre otras. También depende del idioma. Obviamente hay más material disponible en inglés que en otros idiomas si bien esto va cambiando poco a poco.

Otros cambios de esta academia virtual han sido su enfoque. Si al principio estaba pensado solo para estudiantes, con los años ha ampliado es espectro a profesores y a padres, de manera que unos pueden aprender con Khan Academy y los otros enseñar con sus cursos y materiales. Además, con el tiempo ha surgido su comunidad online, una suerte de foro donde resolver dudas y descubrir cómo aprovechar todo cuanto ofrece esta academia virtual.

Interior de la sede de Khan Academy en Mountain View, California. Fuente: Interior Architects

Khan Academy sigue como organización sin ánimo de lucro y se sufraga con donaciones de sus usuarios y de grandes nombres. Entre quienes más han donado destacan Bank of America, Comcast, Google y sus primeros donantes, Ann y John Doerr y la Fundación Bill y Melinda Gates. Del ámbito hispano, encontramos a donantes como el peruano Carlos Rodriguez-Pastor o el mexicano Carlos Slim a través de su fundación.

Proyectos como Khan Academy han proliferado en los últimos años con mayor o menor acierto o con cierta polémica. Introducir la tecnología en las aulas siempre ha sido un tema de debate, y que grandes corporaciones promuevan sus productos en la educación mediante donaciones es algo que causa cierta desconfianza. En cualquier caso, el proyecto de Sal Khan, aunque hoy es más ambicioso que ayer, sigue siendo un complemento interesante para la educación clásica sin pretender cambiar sus cimientos. Es más, se basa en ellos. También es un buen ejemplo de cómo la tecnología bien empleada puede ayudar a difundir conocimiento a cualquier rincón del mundo sin convertirlo en un negocio.