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J.J. Abrams - Elcineenlasombra.com

Como era un secreto a voces, J.J. Abrams llegó finalmente a un acuerdo multimillonario con WarnerMedia, lo que parece sugerir una futura y estrecha colaboración entre la productora del director y productor con una serie de proyectos, que abarcan desde películas hasta juegos de video. No obstante, lo que despierta mayor interés entre los fanáticos es la posibilidad que Abrams tenga alguna relación con los proyectos relacionados con el contenido DC a cargo de Warner. ¿Podría ser Abrams la puerta abierta a una renovación total del fallido universo cinematográfico?

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No sería descabellado concluir que sí, sobre todo por el manifiesto interés del director por los personajes e historias de la casa editorial. Hace veinte años —mucho antes que el proyecto Man of Steel llegara incluso a pre producción—, Abrams estuvo a punto de dirigir el reinicio de la franquicia del último hijo de Krypton con la película Superman: Flyby. El argumento exploraba la posibilidad de una guerra civil en el planeta Krypton, liderada por el padre de Superman Jor-El y que tenía por objetivo enfrentarse al malvado Kata-Zor. El conocimiento de Abrams sobre el universo DC sorprendió a los fanáticos y, aunque el proyecto jamás se cristalizó, quedó claro que era el director ideal para llevar a la pantalla grande historias complejas basadas en los principales hilos argumentales de los emblemáticos personajes.

Por supuesto, la posibilidad es mucho más atractiva después de los éxitos de taquilla y crítica como Wonder Woman (Patty Jenkins — 2017), Aquaman (James Wan — 2018) y Shazam! (David F. Sandberg-2019) brindaran un segundo aire al moribundo universo expandido de DC en manos de Warner. Con el fenómeno Joker, de Todd Phillips, convertido en símbolo de lo que los fanáticos pueden esperar en lo sucesivo, el acuerdo con la productora Bad Robot parece tener toda la intención de usar el talento de J.J. Abrams para subsanar considerables errores en franquicia relevantes. Algo que el director ha hecho en más de una ocasión y con resultados apreciables. DC podría necesitarlo más que nunca luego de cambiar un cambio en la narrativa, ritmo y tono de sus principales películas.

Un error que se paga caro

DC Comics

El Universo cinematográfico DC ha tenido una vida accidentada. Plagada de malas decisiones de producción, críticas adversas y reveses importantes en taquilla, la versión para la pantalla grande de los personajes más emblemáticos de la editorial se enfrentó a toda una serie de tropiezos hasta que la franquicia entera se transformó en un gran proyecto fallido.

Como si eso no fuera suficiente, la franquicia soportó la presión de los ejecutivos por solventar los errores sobre la marcha, lo que provocó que proyectos como Suicide Squad (2016), de David Ayer, pasaran por mesa de edición, revisiones y reshoots hasta convertirse en argumentos incompletos y confusos. La película fue la primera de una lista de films que sufrieron la presión de ejecutivos para adecuarse al gusto del público o mejor dicho, al estilo Marvel que parecía triunfar tanto en el gusto del público como en taquilla.

La conclusión de estos apresurados experimentos fue el decepcionante resultado de la que debió haberse convertido en la película más importante del Universo cinematográfico DC: Justice League llegó a la pantalla grande convertida en un híbrido de tono y forma que la emparentaba más con la fallida Batman vs. Superman (también dirigida por Snyder), que un producto independiente. Llena de baches de argumento, guion y con los estilos de dos directores frontalmente opuestos como Snyder y Joss Whedon chocando entre sí, el film no solo resultó la prueba final de que la franquicia DC en la pantalla grande debía sufrir una renovación, sino que, además, cualquier otra película del Universo a futuro necesitaba un replanteamiento. O al menos, la posibilidad de transformarse en algo mucho más a tono con el espíritu de los personajes de la editorial.

Tanto Suicide Squad como Justice League fueron víctimas de la necesidad de Warner por lograr un éxito de taquilla semejante o superior a cualquiera de los de Marvel. Ambas fueron consideradas películas prometedoras, antes de sufrir todo tipo de modificaciones que le convirtieron en mezclas caóticas de estilos y lenguajes cinematográficos. Y quizás, esa experiencia sea el principal motivo que lleve a suponer que J.J. Abrams tendrá la misma misión que ahora mismo desempeña James Gunn con el reboot de Suicide Squad. Una estrategia sorprendente que, no obstante, deja muy claro que DC está tomando decisiones específicas para rescatar varios de sus productos más valiosos.

Un experimento osado

Tras de su despido de Marvel debido a una serie de Tweets ofensivos, James Gunn terminó en la inverosímil posición de dirigir una película DC. Una, además, que había sido considerado un sonado fracaso: Suicide Squad llegó a las manos del director como un proyecto confuso para el estudio. Meses después, Gunn ha logrado lo que parecía imposible: renovar el interés no solo alrededor del argumento, sino también de sus personajes. Hace unos días, anunció al elenco a través de Twitter y la noticia se convirtió en una prueba que la futura película no solo tendrá poco que ver con la original, sino que además, con toda probabilidad será el producto audaz y sorprendente que prometía.

¿Puede ocurrir lo mismo con Justice League? Después de todo, Abrams es conocido su capacidad para renovar y rescatar franquicias. Luego de los disparejos resultados de Mission Impossible II (John Woo — 2000), la saga del agente Ethan Hunt pareció muy cerca de caer en el limbo de los proyectos incompletos y poco rentables. Pero la capacidad de Abrams para el cine de entretenimiento convirtió a la siguiente película de la saga en un éxito inmediato. A mitad de camino entre el carismático equipo de espías de la serie Alias (también bajo los créditos del director) y una versión simplificada de James Bond, el resultado fue una película que no solo refrescó el concepto, sino lo volvió el sello de la franquicia en lo sucesivo.

Lo mismo podría decirse de lo que seguramente veremos en pantalla con Star Wars, Episode IX: The Rise of Skywalker, que Abrams rescatará de la controversia abierta por Rian Johnson con The Last Jedi. Para bien o para mal, el director tiene la capacidad de encontrar lo esencial en un proyecto de envergadura y convertirlo en un espectáculo atractivo para el público, sin necesidad de menoscabar su resultado sustancial.

Es justamente esa capacidad del director para llevar al éxito proyectos improbables o con un considerable peso de la atención pública, lo que podría hacer que Warner le confiara el futuro de su película más problemática. Así como Gunn logró crear algo por completo novedoso de una película que recibió todo tipo de críticas y señalamientos, Abrams podría convertir a Justice League en un peldaño poderoso para sostener el universo cinematográfico DC a futuro.

La idea parece tener mucho más sentido, luego del éxito en taquilla de Wonder Woman y la expectativa alrededor de su secuela, así como el experimento extravagante que resultó ser el Aquaman de Wan. Ambas películas tienen sólidos universos propios que el director podría utilizar, incluso sin renovar la historia de los grandes personajes de DC de inmediato. Pero como ya es noticia, Batman tendrá nuevo rostro para el 2021 y aunque no hay noticias sobre nuevas películas o un reboot de Superman, es más que probable que el estudio comience a moverse en esa dirección a no tardar.

Hace unos años, Abrams afirmó que no volvería a reiniciar franquicias que no le pertenecieran, pero eso fue antes de su éxito en Star Wars y su regreso a los créditos de la famosa trilogía. ¿Será entonces el director el mejor truco bajo la manga de Warner? No hay duda que con un acuerdo de tales proporciones como el que acaba de firmar Bad Robot tiene una intención concreta, aunque todavía no sea clara cuál. Pero a la vista de la evidencia, lo más probable es que Abrams sea el elemento sustancial en lo que veremos en el Universo cinematográfico DC en adelante.