Desde aquel 26 de abril de 1986, en el que la central de Chernobyl protagonizó una de las mayores catástrofes nucleares de la historia, los alrededores de la planta se han convertido en un lugar fantasma, que quedó standby por lo que en un inicio parecía que iba a ser un periodo corto de tiempo.

La zona de exclusión fue evacuada con el objetivo de librar a sus habitantes de la lluvia radiactiva, causante de un gran número de casos de cáncer de tiroides y otras enfermedades similares. El principal culpable de este fenómeno era el isótopo de yodo-131, que se concentra en la glándula tiroides, dañando los tejidos y pudiendo provocar tumores. Afortunadamente, su vida media es muy corta, de solo 8 días. También fue relevante la liberación de estroncio-90 y cesio -137, cuya vida media sí es más preocupante, ya que alcanzan los 29 y 30 años, respectivamente. De cualquier modo, muchos expertos afirman que hoy en día buena parte de esta región no alberga ya más radiactividad que otras partes del mundo, como Colorado o Cornwall, en las que los niveles naturales de radiación son más altos de lo normal. Por eso, han decidido elaborar el primer producto de consumo con ingredientes obtenidos de los campos pertenecientes a la zona de exclusión. Podría haber sido cualquier cosa, pero tratándose de la antigua Unión Soviética, ¿qué mejor que una botella de vodka?

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Un producto exclusivo

Hasta ahora, este equipo de científicos británicos y ucranianos solo ha elaborado una botella de esta bebida artesanal, preparada con agua y granos recolectados en la zona de exclusión. Ha sido necesario someterla a un minucioso estudio de radiactividad, que inicialmente mostró niveles de estroncio-90 muy por encima de lo establecido como seguro en Ucrania. Sin embargo, tras el proceso de destilación y eliminación de impurezas del grano original la única sustancia radiactiva que se detectó fue el carbono-14 y lo hizo en los mismos niveles que en cualquier otra bebida espirituosa.

Ya comprobada su seguridad, la Chernobyl Spirit Company planea vender un total de 500 botellas de este vodka, al que han bautizado muy acertadamente como ATOMIK. Del dinero que obtengan un 75% será destinado a las comunidades locales que aún siguen afectadas por el accidente y el 25% restante a reinvertir en la compañía.

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Con esto se pretende demostrar que la negra historia de la central nuclear soviética comienza a ver algo de luz. Lo ha explicado en un comunicado Jim Smith, profesor de ciencias ambientales en la Universidad de Portsmouth: "No creemos que la principal zona de exclusión deba usarse ampliamente para la agricultura, ya que ahora es una reserva de vida silvestre, pero hay otras áreas donde vive la gente, en las que la agricultura todavía está prohibida".

Es ahí donde los creadores de esta bebida de gusto afrutado creen que debería empezar a escribirse la nueva historia de esta región ucraniana. La pesadilla empieza a desvanecerse y ese es un buen motivo para brindar. Vashe zdorovie!