El color rojo siempre ha estado asociado con la sexualidad y la fertilidad en muchas culturas. En el caso de los animales, las hembras de algunas especies se sienten más atraídas por la coloración rojiza de los machos. Sin embargo, la relación entre color y atractivo de las hembras ha sido menos estudiado.

Un nuevo trabajo se ha centrado en los macacos japoneses (Macaca fuscata), uno de los grupos de mamíferos con más coloración en cara y trasero, para entender los posibles roles y funciones sexuales del color en las hembras y si este ofrece información sobre su estado reproductivo.

Hasta ahora, se consideraba que el color de la cara se intensificaba cuando se aproximaba la ovulación, según un estudio anterior. “Sin embargo, este trabajo midió el color rojo desde el punto de vista del observador humano, lo que conduciría a una representación inexacta del color”, afirma a Sinc Lucie Rigaill, primera autora de la investigación e investigadora en el Primate Research Institute de la Universidad de Kioto (Japón).

Para comprobarlo, el equipo observó a 12 hembras cautivas en el centro japonés durante los ciclos menstruales de noviembre a febrero y las fotografió cada dos días. Con esa información desarrollaron un modelo de percepción visual para determinar qué variaciones de color se distinguían más entre los macacos.

El análisis revela que el color de la cara y del trasero no especifican con claridad el momento en el que el primate hembra se encuentra en su fase fértil. Los resultados mostraron que la coloración más intensa indicaba, en realidad, otras características de las hembras.

Más estatus social, más coloración

Pxhere

“Encontramos que las hembras de estatus social más alto tienen traseros más oscuros o más rojos. Esta relación solo se había observado hasta el momento en primates machos”, apunta Rigaill. Estas hembras tienen, además, mejores tasas de reproducción.

Los científicos también observaron variaciones en la intensidad del color en los periodos fuera de la ovulación. Según el estudio, el trasero y la cara se aclararon cuando aumentaban los ciclos y se oscurecieron durante los ciclos en los que no concebían.

La coloración de la piel de las hembras indicó además diferencias en la masa corporal, pero no en el número de veces que estas parían, por lo que el color señala otro tipo de características que pueden ser atractivas para el macho.

Si los machos se fijan en estos rasgos de las hembras, el color de su piel puede desempeñar un papel importante en las estrategias sexuales de esta especie. “Las hembras se benefician así de la atracción del macho y de la competencia de espermatozoides, y a la vez permiten que los machos centren sus esfuerzos de apareamiento en las hembras que tienen más probabilidades de quedar embarazadas, como las de mayor rango y obviamente las que aún no lo están”, subraya la experta.

Para los científicos, es necesario entender cómo la evolución ha moldeado la comunicación sexual de las diferentes especies de primates para comprender mejor la evolución de la sexualidad humana.

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