Todos nos hemos enfrentado alguna vez al dilema de qué producto comprar: si el original o el no original. Este dilema viene marcado casi en la totalidad de los casos por el precio entre uno y otro. Lo que está claro es que a igualdad de precio, nadie dudaría en elegir el producto original.

Sin embargo, cuando optamos por un producto no original, debemos ser conscientes que las consecuencias no sólo se miden a corto plazo, como un funcionamiento no adecuado o con unos resultados cuestionables, sino que también puede tener consecuencias a largo plazo en materia de medio ambiente.

Está fuera de toda duda que la tecnología ha llegado a casi todos los rincones del planeta en forma de ordenadores, teléfonos, televisores o impresoras. Un estudio realizado por algunas de las universidades más prestigiosas del planeta informaba en 2017 que el volumen de la chatarra electrónica aproximado era de 65,4 millones toneladas, o lo que es lo mismo: el peso equivalente a 200 rascacielos como el Empire State de Nueva York.

En un mundo con una cada vez mayor población y donde el uso de este tipo de dispositivos es generalizado, son muchas las empresas y organizaciones las que consideran una urgencia no sólo fabricar nuevos equipos y productos que reúnan eficiencia y respeto por el medio ambiente, sino también contar con protocolos y servicios de recogida y tratamiento una vez desechados.

Al comprar por ejemplo un tóner no original para nuestra impresora, tenemos que tener en cuenta que, en primer lugar, la calidad de la impresión nunca será igual de buena que si compramos un tóner original, que su duración tampoco será igual y que, en último lugar, también afectará a su posterior reciclaje por carecer de un servicio que garantice su tratado y descomposición de manera respetuosa con el medio ambiente. Prácticamente en la totalidad de los productos no originales, el bajo precio también suele venir respaldado por la utilización en su construcción de materiales que, una vez desechados, son perjudiciales para el medio ambiente.

El reciclaje es, sin duda, la mejor forma de evitar que estos productos acaben en un punto no deseado y que afecte de manera negativa al medio ambiente. Ante esta situación, comprar productos originales vuelve a ser, una vez más, una elección que no sólo afecta al consumidor, sino al resto del planeta. Ese es precisamente otro de los motivos en los que estriba la diferencia de precio entre los productos originales y no originales: destinar una parte de los beneficios de la empresa en desarrollar nuevas estrategias de I+D para mejorar cada vez más sus productos.

Todo ello por no hablar de que cuando ponemos un consumible no original en nuestro equipo, también ponemos en riesgo su funcionamiento, pudiendo generar una avería que supere con creces el precio de la diferencia entre el producto original y no original.

HP es probablemente una de las compañías que ha puesto un foco mayor en el correcto reciclaje de productos. De hecho, dentro de sus programas de reutilización buscan dar “una segunda vida” a todo el hardware que ya no se utiliza en los 74 países en los que actúa, ofreciendo una segunda oportunidad y uso a productos como impresoras, PCs o monitores, ayudando a reducir el impacto medioambiental de su eliminación.

Actualmente, más del 80 % de los cartuchos de tinta y el 100 % de los cartuchos de tóner HP LaserJet se fabrican con plástico reciclado de ciclo cerrado.

Si hablamos de cifras, la multinacional norteamericana se ha marcado como objetivo principal el poder reciclar 1,2 millones de toneladas de hardware y consumibles desde comienzos de 2016 hasta 2025. En los dos primeros años de esta iniciativa, ya logró reciclar 271.400 toneladas.

Afortunadamente, cada vez más son las personas que acuden a un punto limpio a depositar su equipo que no va a utilizar más. Sin embargo, es necesario no sólo cerrar el círculo de un reciclaje responsable, sino también abrirlo, y todo ello pasa por la compra de productos y consumibles originales frente a los no originales.