Elon Musk es, sin duda alguna, uno de los mayores genios de nuestra generación, no solo está al frente de SpaceX, también de Tesla y The Boring Company. Sus aportes a la humanidad, tanto por la exploración espacial como por la popularización de los coches eléctricos, serán reconocidos a lo largo de los años.
Nadie es perfecto. Musk y otros directivos de mucho éxito tienen la mala praxis de trabajar mucho más de lo que consideramos saludable. De hecho ha declarado públicamente que trabaja entre 80 y 100 horas semanales: "Nadie cambió el mundo trabajando 40 horas a la semana".
There are way easier places to work, but nobody ever changed the world on 40 hours a week
— Elon Musk (@elonmusk) November 26, 2018
El trabajar largas horas te hace perder la noción del tiempo, y de la hora en la que te encuentras. Esta es la raíz de uno de los mayores errores de Elon Musk: enviar emails a altas horas de la noche.
Escribir, y enviar correos electrónicos en la madrugada acarrea una serie de problemas y consecuencias a nivel tanto personal, como laboral, de motivación al equipo y lo que se transmite como líder de una empresa.
Uno de los mayores ejemplos, en el caso de Musk, fue el envío de un email importantísimo un viernes a la 1:20 AM, donde anunciaba despidos en Tesla que afectarían a un 7% del total de la plantilla. Ocurrió en enero de 2019 y fue el inicio de una serie de cambios grandes y un tanto controversiales a los que la compañía se ha sometido.
Es un caso un tanto extremo, un caso particular, pero que se repite más de lo que imaginamos en empresas y equipos en todo el mundo.
Es un atentado a la productividad
Trabajar muchas horas es propenso al error, a tomar decisiones un poco más impulsivas. No importa cuántas ganas tengas, hay limitantes físicos. Lo explicó Dawna Ballard en un artículo de Quartz al respecto:
"Los días tienen 24 horas, no se puede cambiar y hay un número limitado de esas horas en que una persona puede trabajar y ser funcional".
Mientras el cuerpo está físicamente más cansado, cuesta más trabajar, tomar decisiones correctas, pensar con "cabeza fría" y analizar situaciones desde diferentes perspectivas.
No solo eso, además todo cuesta mucho más en altas horas de la madrugada. Una persona descansada es capaz de escribir textos de decenas de párrafos, explicándose de la mejor forma posible, mientras que una persona después de un día extenuante, sentarse a escribir un correo donde se anuncian despidos, probablemente lo hará sin considerar detalles, sin contextualizar o ponerse en los zapatos de otros.
No es sostenible en el largo plazo
Aunque hay casos en que largas horas de trabajo son inevitables, sobre todo en eventos particulares donde se requiere un esfuerzo extra, no se sostiene a largo plazo.
Una persona que pasa trabajando 80 o 100 horas semanales durante años verá su salud severamente deteriorada, decisiones cada vez más impulsivas y menor cuidado sobre las decisiones que afectan a otros o a la propia empresa.
Comunicaciones escritas, de la que uno no se puede retractar, enviadas sistemáticamente a altas horas de la madrugada.
No es un buen mensaje al equipo
Enviar emails que se envían a altas horas de la madrugada acarrea un mensaje, independientemente del contenido del email. Le hace saber a los empleados que tal vez no están haciendo lo suficiente —aunque sí lo hagan—, que las horas de descanso no se respetan, que no hay consideración si viene acompañado de malas noticias, que no se toma en cuenta la vida privada de las personas que trabajan en la compañía.
¿Qué reacción emocional tendrá una madre o padre, con un bebé que nació hace tres meses, despierto para cuidar a su hijo, que recibe un email de su jefe diciendo que tal vez sea despedido?
No fomenta lealtad
Hacerle sentir a las personas que te importa su vida más allá de las horas de trabajo inspira lealtad. Enviar, regularmente, emails a altas horas de la noche, sobre todo con mensajes sensibles, no ayuda a nadie.
Dar el ejemplo de una separación clara entre la vida laboral y la personal es fundamental para inspirar respeto en las personas de un equipo. Los comportamientos a la hora de dar mensajes son tan o más importantes que el mensaje mismo.