Cuando el 19 de mayo de 1999 se estrenó el Episodio I de Star Wars, La Amenaza Fantasma, una consultora de Chicago estimó que cerca de 2,2 millones de estadounidenses faltaron a sus puestos de trabajo o pidieron el día libre para acudir al cine.

La cinta llegaba dieciséis años después de El Retorno del Jedi, la última de las historias de la trilogía original que a finales de los 70 y comienzos de los 80 habían revolucionado el cine para siempre. George Lucas, entonces un joven director forjado en 'el club de los barbudos' – como se llamaba a la quinta formada además de Lucas por Steven Spielberg, Brian De Palma, Francis Ford Coppola y Martin Scorsese – había puesto frente a una generación una ópera espacial que rompía con todo lo visto entonces en materia de efectos especiales y en la creación de un universo cinematográfico tan vasto como la propia galaxia donde narraba sus aventuras.

Sin embargo, La Amenaza Fantasma pronto comenzó a levantar a su vez una ola de críticas. Hoy la película cuenta con una nota media 54/100 en Rotten Tomatoes, siendo la peor valorada de las diez películas de la saga estrenadas en cine hasta la fecha. Los seguidores, en muchos casos niños crecidos en los 80 bajo la impronta de Skywalker, Solo, Leia y compañía, vieron en ella una negación del universo que sentían compartido entre su creador y ellos mismos.

George Lucas salió al tiempo en una entrevista con Vanity Fair renegando de la posición de su público:

“Haces una película y luego lo único que logras son críticas. La gente intenta decidir lo que tienes que hacer incluso antes de hacerlo. No puedes experimentar ni hacer nada distinto”.

Lo cierto es que el fenómeno de negación al creador de la obra que se vivió en La Amenaza Fantasma, retratado unos años más tarde en 2010 en el documental El pueblo vs. George Lucas, bien pudo ser el comienzo de una época de linchamiento y crítica pública sin precedentes en la era antes de Twitter. La gente se sentía engañada con la nueva propuesta que Lucas había hecho de su universo, el mismo que lo había vuelto de oro gracias a la irrupción del merchandising de masas.

Una historia de amor y odio en general por una franquicia que este 4 de mayo celebra una edición más de su Star Wars Day y que acabó con Lucas desprendiéndose -y ganando aún mucho más dinero- de sus personajes con la venta en 2012 de Lucasfilm a Disney por una suma superior a los 4.000 millones de dólares que fueron íntegros a su bolsillo como socio único de la que hasta entonces había sido su compañía. Esta es la historia y los motivos por los que se truncó el seguramente primer gran idilio de masas de la cultura popular.

En una Galaxia muy muy lejana... Han Solo disparó primero

Para entender cómo los fans de Star Wars (o parte de ellos) acabaron renegando de Lucas y como él mismo terminó por volverse un productor huraño para con las opiniones y derivaciones de su obra, hay que empezar por el comienzo de Lucas en el cine.

Formando en la Escuela de Artes Cinematográficas de la USC, Lucas pronto trabó amistad con Steven Spielberg y al acabar sus estudios, consiguió una beca para asistir a los rodajes de Francis Ford Coppola. El director de El Padrino vio en el joven Lucas un buen padawan por el que apostar, ayudándole a sacar adelante su primer largo: la hoy venerada cinta de ciencia-ficción THX 1138 (1971).

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Sin embargo, tanto con THX como con American Graffiti (1973), su siguiente película, Lucas acabó renegando de la actitud de las distribuidoras, las cuales modificaron sus guiones y su concepción inicial, según ha relatado en varios escritos. Así, para su siguiente apuesta, que concluiría en Star Wars (1977), Lucas se aseguró bien de contar con todo el poder creativo, algo que a la postre le concedió FOX y en concreto el productor Alan Ladd.

Como es sabido, la idea inicial de Star Wars fue creciendo y cambiando hasta su estreno en 1977, pero para entonces Lucas parecía tener ya claro que había ideado un mundo que podría ser ampliado en varias películas más. El éxito sin precedentes y el auge de la venta de figuras habían abierto una nueva mina de oro que, por supuesto, todo el mundo quiso explotar más allá de la capacidad de trabajo de Lucas. Un buen ejemplo de esto es el especial de Navidad para televisión tantas veces renegado por él mismo, una historia sin pies ni cabeza protagonizada por la familia de Chewbacca y que se produjo para ampliar el tirón que ya estaba teniendo la saga en 1978.

‘The Star Wars Holiday Special’, el título de la franquicia que George Lucas quisiera desaparecer

El tiempo siguió con el estreno de los después renombrados Episodios V y VI, que culminarían la trilogía original, ya con Lucas como productor y mente pensante pero alejado de la dirección (que recayó en Irvin Kershner) y apoyado en el guion por Leigh Brackett y Lawrence Kasdan, este último recuperado para la causa por Disney para sus películas actuales. Y es que, no hay que olvidar que tras Una nueva esperanza, Lucas solo volvió a coger los mandos de la dirección para rodar la trilogía de precuelas, de la cual quiso controlar al completo tanto el plano técnico como el guion.

En todo este tiempo, George Lucas se centró en su labor como productor y trabajar codo con codo con su colega y amigo Spielberg en otras sagas de éxito como Indiana Jones, además de prestar apoyo en materia de efectos especiales a través de Light & Magic (filial de Lucasfilm en este campo) para otras muchas películas. Concluido este periplo, llegó el anuncio de que, además de una trilogía de precuelas, se lanzaría una nueva reedición de las películas originales con metraje añadido y nuevos efectos especiales ahora apoyados por ordenador. Su lanzamiento en 1997 fue el que fijó la versión que hoy vemos en reemisiones por televisión o plataformas de streaming. El Star Wars original, el más artesanal, había cambiado con apoyo de la tecnología. ¿Pero para bien? Muchos fans pensaron que no.

Y es que, además de añadir muchos personajes y criaturas de relleno en numerosos planos, Lucas también se tomó la licencia de incluir algunos matices narrativos. El principal de ellos, hacer que Han Solo no disparara primero a Greedo en la cantina, si no que fuera el extraterrestre. Para los seguidores, esto fue como diluir la condición de antihéroe de Solo, un tipo que se dedicaba a traficar por la galaxia y que según la versión original no tenía problemas en matar para no saldar una deuda. Para muchos, fue decorar la historia para hacer al personaje de Harrison Ford 'para todos los públicos'.

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Midiclorianos, esa es la cuestión

Lucas siempre defendió que las remasterizaciones completaban al fin la idea original que había tenido de sus películas originales, las cuales estaban incompletas debido a la falta de tecnología en la época. Sobre el asunto del disparo de Solo, que congregó un clamor popular del 'fandom', Lucas dijo en 2015 que “cambiarlo fue una decisión acorde con la mitología de Solo. Él se iba a casar con Leia, era una especie de John Wayne. ¿Debía ser un asesino frío? Al mirar atrás, pensé que no”.

Pero el gran maremoto, como no, llegaría con la trilogía de precuelas, Darth Maul y Jar Jar Binks. Además de no gustar por cuestiones narrativas en las que no entraremos, Lucas introdujo en ellas el concepto de Midiclorianos, unos microorganismos a nivel celular que era los verdaderos causantes del manejo de la fuerza por parte de algunos personajes. Con ellos el concepto de La Fuerza, definido por Obi Wan como una especie de poder místico basado en la lucha del bien y el mal, se convertía en una herencia genética. ¿Eran los Jedi entonces una especie de mutantes? Lo que está claro es que para los seguidores, una vez más, esto fue como rasgarse las vestiduras. “La concepción de la Fuerza original hacía pensar que cualquiera podía ser digno de ella con entrenamiento y obrando bien. Ahora nos lo arrebataban. Ya ninguno de nosotros (los seguidores) podríamos imaginarnos dominándola porque no teníamos midiclorianos en la sangre”, comentaba un fan en el documental El Pueblo vs. George Lucas.

Lo cierto es que este componente biológico ya se rastreaba en la idea original que Lucas tenía para la saga en los 70, cuyo primer manuscrito se titulaba The Journal of the Whills. Estos Whills, venían a ser ese lado microscópico que daba poder a algunos. El propio creador, en unas declaraciones reveladas el año pasado en un libro de James Cameron, contaba que su idea para la trilogía final, la que ahora está haciendo Disney sin su control, iba a basarse en contar a fondo como funcionaba todo esta vertiente biológica de la Fuerza. Él mismo decía que seguramente “a nadie le hubiese gustado”. Disney, por su parte, parece haber dejado este concepto anclado en pequeñas referencias devolviendo la Fuerza a su condición más inmaterial.

Jar Jar Binks fue, sin lugar a dudas, el otro gran objetivo de las críticas. Los fans vieron en él un personaje infantil puesto por Lucas para enganchar a los más pequeños. Inspirado en el personaje de Goofy, el Gungan, fue el foco de buena parte de los ataques. Sin embargo, ¿qué diferenciaba a Jar Jar de otros seres como los Ewoks, de la primera trilogía, que no dejaban de ser unos osos de peluche con armas? La diferencia de visión entre una generación que había crecido y una película que quería volver a ilusionar también al público más pequeño, volvía a entrar en conflicto.

La dicotomía entre el creador y el odiado Lucas por parte de los fans se cerró finalmente con la venta de los derechos de sus personajes a Disney. Se cerró, o quizá no, porque quién sabe si cabría en algún punto una reconciliación total. Lucas por su parte ha seguido con un tono aguerrido desde la distancia la nueva saga de Disney, donde queda registrado como asesor externo pero sin aparente peso a la hora de tomar decisiones. El propio productor llegó a llamar a la compañía de Mickey “esclavistas blancos” al ser preguntado por cómo afrontaban las propuestas que tenía para las nuevas entregas, a menudo rechazadas. Él se disculpó después por estas declaraciones, pero parece que ahora más que nunca, Star Wars pertenece a sus fans, y Disney ha querido dejarlo claro hasta el punto de que ahora muchos ven que la historia de Rey no es más que un calco de la de Luke actualizada. Lucas, por su parte, parece totalmente alejado e indiferente del inmenso mundo espacial que creó.