De acuerdo a la reconstrucción realizada por los paleontólogos del Museo Americano de Historia Natural en Nueva York, los bebes de T. rex recuerdan más a un ave que a un reptil. De hecho, los investigadores sugieren que tenían aproximadamente el tamaño un pavo, con brazos que eran más largos en proporción a sus pequeños cuerpos y estaban cubiertos con un abrigo de plumas suaves.

Cubierta de plumas

Históricamente, se pensaba que T-Rex tenía la piel áspera o escamosa, pero investigaciones recientes sugieren que el temible depredador pudo haber tenido plumas.

El modelo desarrollado muestra a un pequeño dinosaurio cubierto de plumas.
Los dinosaurios están estrechamente relacionados con las aves modernas, y se parecen a ellas en varios aspectos, por lo que una cubierta de plumas no está fuera de discusión.

De acuerdo a las nuevas reconstrucciones que representan los modelos más precisos del dinosaurio hasta la fecha, a diferencia de lo que nos muestran en las películas, las plumas del T. rex probablemente crecieron a lo largo de la cabeza y la cola del animal hasta la edad adulta.

El investigador Mark Norell, experto en dinosaurios y parte del equipo que desarrolló el proyecto, señaló que la evidencia disponible sugiere que estos animales habrían salido de un huevo tal como lo hace un pollito moderno.

Si bien no se cuenta con muchos fósiles de bebés T-Rex para estudiar, los investigadores creen que una cubierta de plumas pudo haber ayudado a mantener a los reptiles calientes en las primeras etapas de su vida.

Diferente a sus padres

La cubierta de plumas también podría haber actuado como camuflaje para protegerlos de los hambrientos depredadores. Pero a medida que crecían y su vulnerabilidad se reducía al mínimo, los reptiles ya no necesitaban su abrigo de plumas y lo fueron perdiendo.

El modelo desarrollado muestra a un pequeño dinosaurio con dientes muy diferentes a los de sus padres, lo que probablemente indica que se alimentaba de insectos y pequeños reptiles. Adicionalmente, no habría tenido los característicos brazos diminutos del adulto T. Rex, ya que en esta etapa, guardarían una mejor proporción con respecto al tamaño de su cuerpo.

Es posible que nunca sepamos exactamente cuál era el aspecto del joven T-Rex, ya que la evidencia fósil es muy escasa.

Por ahora, tendremos que confiar en las conjeturas de los científicos, y los nuevos modelos en 3D ciertamente alterarán nuestra idea de cómo se veía el mayor depredador de la historia.

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