Huawei continúa su ascenso en apariencia infinito a la escurridiza liga de teléfonos más válidos en todos sus ámbitos. Con dos oportunidades al año para lucirse, su paso es más que firme. El P30 representa la primera de ellas e insiste en que saben impresionar si se lo proponen, también en el segundo de abordo de la marca.Como el mayor fabricante de smartphones que sale de China y con un músculo cada vez más imponente, Huawei da cada vez menos palos de ciego con sus propuestas. Sin demasiada necesidad pero tampoco con mucha vergüenza o disimulo, replica la estratificación de propuestas que vemos en la gama alta. Mil euros por el modelo de referencia, el P30 Pro, y unos doscientos menos por el que conserva buena parte de los atractivos que este para aquellos que puedan o quieran conformarse con algo más modesto.
Si os suena esta canción es porque es prácticamente la misma estrategia que sigue Samsung con el Galaxy S10e o Apple con el iPhone XR. Salvando las distancias, claro, ya que en este caso Huawei no duda entre cual es el tamaño que merece sus mejores bondades. Y este es es por supuesto el más grande, por desgracia para unos pocos irreductibles. Si elegimos el modelo menor, llegará también con una serie de compromisos de la mano. Aunque adelanto: esta vez no son tantos.
Generacionalmente, el P30 mejora en todo. Llega con una pantalla mayor en un cuerpo similar, más rendimiento y capacidades, mayor batería y un conjunto fotográfico más polivalente. Eso sí, hay concesiones claras si nos queremos decantar por este modelo que es, a fin de cuentas, el más económico.
Tanto el P30 como el P30 Pro llegan con el mejor silicio de HiSilicon, la marca propia de procesadores de Huawei, un Kirin 980. Se trata del mismo procesador que ya estrenó el Mate 20 Pro hace medio año, por lo que ya no es tan vanguardista como entonces –que lo era– pero es de esperar que rinda igual de bien que aquel. Le diferencian las cantidades de memoria, de 6 GB en el modelo no-Pro, suficientemente cerca de los 8 GB del modelo más avanzado. Además, mantiene una única versión por almacenamiento, de 128 GB.
La pantalla se mantiene en ambos en resolución FullHD+, aunque en el modelo más básico donde por primera vez vemos la tecnología OLED, hasta ahora relegada a un LCD que se percibe más ambicioso. Bajo ella entra en juego el sensor de huellas dactilares, que en los Mate 20 recibía únicamente el modelo Pro. Mejora también la capacidad de una batería que escala hasta los 3.650 mAh, aunque manteniendo la misma carga rápida que ya tenía el modelo pasado y olvidándose de la carga inalámbrica.
P30 por fuera
No quisiera decir que el P30 es un móvil pequeño, aunque acostumbrado a otros más grandes en cierto sentido se antoja y no poco. Al menos es compacto y no se siente grueso en absoluto aunque tampoco sea muy fino y trasmite una sensación muy sólida, fría en su lateral pulido y de gran acabado. En su diseño, esta nueva línea recuerda y mucho a la generación pasada, salvo por los aplanados que vemos en su parte superior e inferior, que le dan carácter.
Pero esa personalidad no alcanza a su parte delantera. Sin estar pidiéndolas como tal, aquí sin la curva en el panel el Huawei P30 recuerda demasiado al resto de teléfonos Android que abrazan el todo pantalla, y realmente no dice nada. Demasiado que ver con el Mi 9, el OnePlus 6T o cualquier otro que reciba un diminuto 'notch' en forma de gota y una barbilla más o menos disimulada.
Un punto interesante en la lista de diferencias entre ambos terminales es que, como vemos en la serie Mate 20, es el modelo más económico el que recibe el jack de auriculares, que se ausenta en el otro. Recupera por tanto la opción a escuchar música con cable, que no veía el P20 más básico. Y ojo, porque esto representa un claro retroceso en este sentido y puede significar que, para algunos, el conector de 3.5 milímetros todavía existe.
Si mantiene la distinción entre ambas modelos en su resistencia al agua, que en el P30 estándar se queda en una sencilla IP53. O lo que es lo mismo, algo de sellado frente a salpicaduras. A esto se añade que su trasera de cristal, tan de moda hoy en día porque permite la carga inalámbrica, tampoco llega acompañada de esta ni por tanto del sistema de carga inversa que queda relegado al más gama alta.
Abrazando el OLED
Si hay un beneficio claro en el P30 respecto al Pro –aparte de su tamaño y el conector de auriculares para quien lo necesite– está en su pantalla OLED y en su resolución, que es la misma que en el P30 Pro. Y es que donde una pantalla LCD era más que suficiente, los paneles AMOLED llevan consigo una pérdida de resolución efectiva dada por la matriz de subpixels. El P30, al ser más pequeño, esta resolución más baja que sí que se percibe en otros como el Xiaomi Mi 9 con su mayor tamaño y por ende en el Pro.
Huawei se mantiene por tanto al margen de una resolución QHD+ que vemos en los smartphones de Samsung desde hace ya unas cuantas generaciones o en el mismo Mate 20 Pro. Como se ha medido en alguna ocasión, su ahorro en batería no es tan grande como cabría esperar per se y se podría usar aquí. Aunque no es perceptible en todos los usos, se agradece esta mejora 'circunstancial' en este teléfono menor.
Como siempre, Huawei mantiene la capacidad de corregir la calibración de la pantalla, que soporta los estádares tanto sRGB como el más DCI-P3. En el modo Natural apunta al primero, mientras que en el Vívido calibra atendiendo al segundo. También es posible ajustar la tonalidad de la pantalla, y su temperatura –cálida, por defecto y fría–. No estoy convencido de si son demasiadas opciones para casi cualquier tipo de usuario.
En cuanto a su calidad en aspectos como el brillo máximo o los ángulos de visión, es similar a otros teléfonos de gama alta que hemos probado recientemente, sin demasiada sorpresa por ninguna parte. De nuevo, están presente esas 'aguas' al inclinar el teléfono en forma de tonalidades diversas, que no lo están en las pantallas que utiliza Samsung desde hace ya varios años. De quien, por cierto, parece que es este panel.
Sin obsesiones en el hardware
Con el Huawei P30 recibimos el mismo Kirin 980 en las condiciones idénticas al de los Mate 20. Se trata de un procesador de 7 nanómetros y ocho núcleos basado en los diseños de referencia de ARM. Cuenta con cuatro núcleos A76 en dos parejas, una de ella a una frecuencia más elevada, lo que le permite alcanzar rendimientos en mononúcleo más intensos, sin disparar demasiado el consumo.
A ella se le suma una GPU con 10 núcleos G76, más potentes y eficientes que en generaciones pasadas, aunque también más reducidos en número. En cuanto a capacidades gráficas se situa ahora más cerca de Qualcomm, que pone el listón en Android. Con sus 6 GB de RAM, no diré que son "más que suficientes", pero en absoluto que se queden cortos. Los 8 GB del modelo Pro deben ser más un seguro de funcionamiento que una utilidad hoy. Por último en su capacidad, de 128 GB, hay que recordar que si nos parecen pocos en este modelo, es posible ampliarlos mediante las tarjetas propias de Huawei, las NM Card.
En cuanto a uso, el sistema se siente rápido y fluido, aunque eso hace un tiempo que dejó de ser ninguna novedad. No da la sensación de ser el más instantáneo de todos los que hay ahí fuera, y tampoco es ningún problema.
Como decíamos, la batería en este teléfono crece hasta los 3.650 mAh. Teniendo en cuenta el tamaño es una buena progresión. Mantiene la carga rápida de los P20 del año pasado, de 22,5 W, lo que la sitúa en un punto medio dentro de los avances en este campo. Al perder la carga inalámbrica, podemos poco más que juzgar este apartado por la autonomía. Con él, un par de cifras desde cero: recuperamos un 60% de carga en 30 minutos, y un 100% en una hora y cuarto.
En el día a día la duración de la batería del Huawei P30 es realmente impresiona. Cuesta creer que teléfono tan reducido pueda llegar al final del día habiendo consumido no mucho más de un 20%, aunque esa no es la norma. Si intentamos alargarla hasta el segundo día, un rendimiento algo errático en este sentido puede dejarnos tirado. En cualquier caso, los agresivos ajustes de control de notificaciones y demás nos aseguran ese día de batería, por intenso que sea.
Aunque el sensor de huellas bajo la pantalla es un avance tecnológico, su inclusión en el P30 normal supone en cierta medida una derrota para el más económico de los modelos. Y es que mientras que no funcione en un área superior convierte cada desbloqueo del teléfono en una llamada de atención, a pesar de que en la gran mayoría de los casos realiza su tarea como toca.
Huawei olvida la excursión al audio que hizo con el Mate 20 Pro y su reproducción a través del conector USB C para ahorrarse perforaciones en la parte inferior. Aunque era ingenioso, esto causaba problemas mientras el dispositivo estaba siendo cargado. En los P30, además, el sonido es mono, sin capacidad de leer utilizar el auricular de llamadas como segundo altavoz, como ya hacen muchos teléfonos e incluso suyos.
En el sentido de la estabilidad del software en el dispositivo tampoco hay ningún problema de funcionamiento como tal. Mi conflicto con EMUI es, directamente, la totalidad de él a nivel estético. Un año más, Huawei decide insistir con un diseño que recuerda a la capa de personalización que vimos hace ya demasiados. No solo no es bonita, sino que esta está plagada de funciones y opciones por doquier que saturan la experiencia y la dificultan. Por no hablar –otra vez– de las aplicaciones propias y de terceros que inundan el terminal, saturándolo más.
Zoom a todo color
Los nuevos Huawei P30 siguen un camino que apuntaron los Mate 20 hace medio año. Ese camino es, sin duda, el que se está haciendo con toda la industria móvil en materia de fotografía: varias lentes que cubren el mayor rango focal posible. No importa si quieres tomar una captura arquitectónica u otra mucho más centrada en un detalle lejano, el P30 –o el P30 Pro, más todavía– están ahí para ti.
Esta generación P deja atrás el sensor secundario en blanco y negro, y repite acuerdo con Leica para sorprendernos. Y vaya que si lo hace. En el modelo básico, combina las siguientes lentes, todas ellas distintas a las del P30 Pro:
- Gran angular (16 mm) de 20 MP y f/2,2
- Angular principal (27 mm) de 40 MP y f/1,8
- Zoom 3x (80 mm) de 8 MP y f/2,4, con estabilización óptica
Y de nuevo, Huawei amplía ese telefoto con su 'zoom híbrido', que combina el detalle del sensor principal con el procedente del zoom. A partir de ahí, todo es digital. Pero ni tan mal, puesto que aunque en apariencia las lentes sean idénticas a las del Mate 20 Pro, el zoom digital se vuelve a potenciar. Es posible acercar la imagen hasta obtener un zoom equivalente al 30 aumentos. Aunque llega con una imagen que no es la ideal, avanzo, y aunque la motivación te empuje a llevarlo al máximo, probablemente te arrepientas luego.
Sea como sea, en el Huawei P30 tenemos una capacidad más que decente de hacernos con la imagen que deseemos por focal, incluso llegando a rangos que no cualquier telefoto convencional –de fotógrafo amateur– puede obtener en su equipo de más de un kilo.
Pero no todo va a ser acercarse, y la verdad es que Huawei tiene una buena propuesta entre manos en términos de resultados. El P30 arroja imágenes más que decentes en múltiples situaciones, aunque su procesado todavía hace desaparecer demasiado detalle en condiciones de baja luminosidad especialmente. Recordemos que aquí cuenta con su modo noche y su ISO, que puede llegar hasta los 204.800 puntos.
En cualquier caso, una de las grandes bazas de Huawei es la fotografía propulsada con 'IA'. A mi modo de ver, esto es algo que dará y mucho que hablar en los próximos años –y ciertamente ya lo está haciendo–, pero que todavía se encuentra en una etapa algo temprana. En el caso del P30, da la sensación de que el motor neural –NPU– del Kirin 980 simplemente actúa a modo de clasificador de escenas. Dependiendo de la escena que reconozca, aplica una serie de **presets que potencian la imagen** en uno u otro aspecto.
En mi experiencia con él, no me convence demasiado ni por los resultados algo erráticos que arroja ni por el hecho de que sea un modo opcional que hay que activar manualmente y decidir antes de la toma. Resulta algo molesto también que después de casi cada toma nos indique que permanezcamos quietos para "mejorarla".
En general, una foto ya es lo suficientemente compleja para la mayoría de usuarios como para, después de elegir el zoom, tener que elegir si queremos activar el modo HDR, 'inteligencia artificial' o la captura en 40 megapíxels. Esto se extiende a toda la aplicación de cámara, que ha pasado de ser una aplicación al más estilo Leica de hace unos años, a una completa feria de opciones que se hace inabarcable para un usuario cualquiera.
*Puedes encontrar estas y otras imágenes a su resolución original en esta galería.*
Conclusión
No hay duda de que estamos frente a un gran terminal en muchos aspectos. Huawei sube el listón no sólo de lo que es capaz de hacer en sus propuestas más ambiciosas, sino también en un acompañante más reducido y 'de segunda', y a pesar de ello mantener su atractivo como no conseguía en generaciones pasadas.
Los recientes módulos de cámara del fabricante son muy llamativos y el zoom da mucho juego, aun sin tener la totalidad de la innovación reciente de la marca en este aspecto consigo. También perderemos la carga inalámbrica, la resistencia al agua, una batería todavía mayor, y son concesiones que han de hacerse en función del tamaño.
Aunque juega en su contra un software e integración nada agradable a estas alturas que lo convierte en un teléfono sin mucha identidad y demasiado confuso de utilizar por lo recargado en múltiples aspectos, carente de sensaciones en su uso.
Por último, su precio de salida de 749 euros y simplemente unos predecesores que salieron hace meses al mercado y pueden ser hoy una mejor alternativa, que quizás se iguale con los meses. El P30 es más Pro que nunca, pero también lo es su etiqueta.
Pros
- * Diseño. El cuerpo es pequeño, manejable y no por ello limitado en sus capacidades. * Zoom. El modelo 'modesto' no lo será en la cámara cuando te acerques * Autonomía. Aunque inconsistente a veces y agresiva, aguanta y mucho, que es lo que cuenta.
Contras
- * EMUI. La personalización de Huawei necesita renacer por completo. * Sensor de huellas. Por impresionante que sea, todavía no está a la altura del convencional. * Opciones. Son demasiadas, en la cámara y por doquier.