El concepto de “la magia del cine” se lo debemos a Georges Méliès, el cineasta francés pionero en efectos visuales y especiales, efectos que empleó en una tecnología, el cine, que recién había nacido. Si oficialmente el cine como tal empieza el 28 de diciembre de 1895 con la primera proyección, la popular “La salida de los obreros de la fábrica” de los hermanos Lumière, ya en 1902 Méliès proyectaba una película donde los seres humanos viajábamos a la luna, una experiencia visual hoy en día incomparable, tan acostumbrados como estamos a los efectos especiales. En aquel momento, todo era nuevo y mágico.

El cine ha evolucionado muy rápido en poco tiempo. El color, el sonido, el cinemascope, el Dolby Surround, el 3D… Otras innovaciones tecnológicas no son tan obvias para el espectador pero sí para los profesionales del cine, como el travelling, la cámara subjetiva o el bullet time, iniciado con Matrix y de vuelta a la actualidad gracias a las cámaras superlentas. Y en el apartado donde el cine más ha cambiado es en el de efectos visuales o efectos especiales, aquello que tiene que ver con esa “magia del cine” y que consiste en hacernos creer que lo que estamos viendo es real.

Más allá de la buena o mala interpretación de los actores y del buen o mal uso que se haga de la fotografía o de la banda sonora, los efectos especiales ayudan a que el espectador vea lo que ocurre en pantalla sin darse cuenta de todo el esfuerzo que hay detrás. Y una de las invenciones que más ha influido en el cine, en especial en la ficción actual, es el croma o chroma key en inglés.

Tiene muchos nombres: croma o croma key, chroma key, antaño bluescreen, si bien hoy en día es más popular el concepto de green screen o greenscreen, pantalla verde, lienzo verde… Prácticamente todos hemos visto esa sábana de color verde al fondo durante un rodaje de cine o televisión, o en un plató de televisión. Si quieres echarte unas risas, prueba a ver en YouTube algunos de los miles de vídeos de bloopers, las tomas falsas de toda la vida, de cine y TV. En muchas, un error relacionado con el croma genera una situación hilarante. Es más, solo con ver cómo se han rodado muchas de las escenas de películas de acción, ciencia ficción y aventuras te echarás unas buenas risas por lo cómico que resulta ver un escenario verde y a un actor emular situaciones variopintas.

Hoy en día, el croma está muy extendido en toda clase de contenido audiovisual. Surgió en el cine, donde se hace indispensable para la mayoría de mega producciones actuales, pero la televisión actual lo aprovecha también para diseñar platós imposibles en 3D a un coste más barato que si fueran reales. Es más, muchas series, en especial las ambientadas en otros tiempos y lugares, emplean el croma para abaratar costes, evitar viajes innecesarios y para situar a sus personajes en lugares que ya no existen o que han cambiado con los años. Los principales generadores de contenido de YouTube también lo emplean, y en la actualidad prácticamente cualquiera puede usarlo de forma casera, con un simple lienzo verde y un software de edición de vídeo.

Ahora lo ves, ahora no lo ves

No descubro nada nuevo si afirmo que el cine es un engaño constante al espectador. No me refiero únicamente a las trampas argumentales de algunos guionistas o a la buena interpretación de un actor. El cine como tal no deja de ser la difusión de imágenes estáticas a cierta velocidad, haciendo que el ojo humano traduzca esa información en imagen en movimiento.

No es de extrañar que desde los primeros años del cine ya se experimentara con diferentes maneras de mostrar en pantalla algo que realmente no se había grabado tal cual. Un ejemplo es la doble exposición, la técnica previa al croma que mostraba dos imágenes superpuestas. No era nada nuevo, ya que en fotografía ya se venía trabajando con la doble exposición. Hoy en día se sigue empleando para obtener efectos artísticos o para mostrar situaciones imposibles como a una misma persona repetida varias veces. En la doble exposición del cine, en vez del lienzo azul o verde se empleaba uno negro para facilitar así que el segundo elemento a exponer sobre el primero quedara mejor.

Otra solución, heredada del teatro, consistía simplemente en colocar una pintura al fondo que imitara un paisaje o lugar que realmente no estaba ahí. Esta técnica, llamada travelling mate o mate, permitía grabar una escena en un plató cerrado que parecía ocurrir en el campo, la montaña o en una nave espacial gracias a la labor del artista que había pintado esa decoración.

La pantalla azul en el cine

La pantalla azul o bluescreen del cine, que es lo que hoy conocemos también como croma, no hay que confundirla con las desgraciadamente populares pantallas azules de Windows. La técnica de blue screen o bluescreen se empezó a cocinar en los años 30 del siglo pasado en los estudios de la productora y distribuidora RKO Radio Pictures. Trasteando con el método de travelling mate, en la película El ladrón de Bagdad de 1940 aparece la primera escena rodada usando la pantalla azul. En ella, el genio salía de una botella, y como no podía ser de otra manera, ganó ese mismo año el premio de la Academia a los mejores efectos visuales. El responsable del mismo fue Lawrence W. Butler, a quien se le atribuye la paternidad del método de pantalla azul.

Con el tiempo, se fue depurando esta técnica. En la adaptación a la gran pantalla de la novela de Ernest Hemingway, El viejo y el mar (1958), el especialista Arthur Widmer empleó un método de pantalla azul más refinado. Y en 1964, el especialista Petro Vlahos era premiado con un premio de la Academia por sus investigaciones y mejoras en esta técnica. Por su parte, el cineasta polaco Zbigniew Rybczyński introdujo la impresora óptica, un artilugio que enlaza uno o dos proyectores con una cámara cinematográfica y que permite realizar distintos efectos ópticos, además del que se consigue con la pantalla azul, como dar sensación de movimiento, acelerar una escena lenta, convertir una escena de día en noche o mostrar varias escenas a la vez a pantalla partida. También sirve para introducir efectos de fundido a negro o encadenar dos escenas.

Imágenes de rodaje de Star Wars (1977). Fuente: LucasFilm

Desde el punto de vista de la edición digital, lo expuesto en el párrafo anterior te parecerá una tontería, ya que los editores de vídeo actuales permiten hacer todo eso con un par de clics de ratón. Pero todavía han de pasar varios años que las computadoras ayuden al cine como lo hacen hoy en día. Para simplificar, todo era más artesanal.

En 1977, Star Wars fue uno de los fenómenos de masas en los que más se ven las ventajas del croma. Y es que junto a la gran cantidad de maquetas, disfraces y efectos de sonido, el croma tuvo un gran papel, principalmente para las escenas espaciales. Por su parte, en Superman de 1979 se vieron claramente las ventajas de la pantalla azul: ver volar al hombre de acero. Volviendo a Star Wars, su secuela de 1980, El Imperio Contraataca, empleó una impresora óptica con hasta cuatro proyectores. El responsable de este hito, Richard Edlund, fue premiado por la Academia. Y como curiosidad, además de la pantalla azul también empleó pantallas blancas como fondo de las maquetas en miniatura.

Las computadoras y el CGI

A partir de la década de los 80, los ordenadores empiezan a tener un papel cada vez más importante en el cine y, a su vez, en el uso del croma. Con el tiempo, el croma se ha extendido en tamaño y en formas, pudiendo crear escenarios enteros con elementos envueltos en tela azul o verde, incluso personas, todo ello gracias a la computación, que ha permitido eliminar los problemas de iluminación o perspectiva.

Esto ha permitido extender también el uso del croma a la televisión y a cualquier producto audiovisual, pues añadir elementos a una grabación con croma se ha ido haciendo más fácil con los años. Las claves, computadoras más baratas y potentes y software más sofisticado.

El color azul del croma tuvo su edad dorada con las películas analógicas. En concreto, las de alto contraste eran más sensibles al azul, por lo que este color facilitaba las cosas en cuanto a grabar con azul de fondo. Pero con el tiempo se ha pasado del azul del cine a las pantallas verdes de hoy en día. ¿El principal motivo? Las cámaras actuales, digitales, son más sensibles al verde, de manera que lo procesan mejor, con menos ruido y con menor necesidad de luz para captarlo.

Rodaje de Avengers Infinity War (2018) Fuente: Marvel / Insider.

En la actualidad, el uso de croma está íntimamente asociado al CGI o Imágenes Generadas por Computación (computer generated imagery en inglés). Ya no sólo es posible cambiar el fondo de la escena. También es posible introducir personajes de ficción que interaccionan con actores reales. Películas como Tron (1982) o Dune (1984) son dos ejemplos de cómo CGI y croma lograban transportarnos a escenarios futuristas, espaciales y virtuales. Pero no será hasta la década de los 90, con grandes ejemplos como Terminator 2 (1992), Jurassic Park (1993) o Titanic (1997) donde el CGI logra integrarse en el mundo real gracias al croma o, ya en aquel entonces greenscreen, hasta el punto de no saber diferenciar realidad de ficción.

La culminación del CGI y el croma llegarán con Matrix (1999) y Star Wars Episodio I (1999), dando pie a la interminable lista de películas que emplean la animación por ordenador hasta el punto de que apenas hay escenarios reales en pantalla. La trilogía de El señor de los anillos (2001-2003) hubiera sido imposible de rodar sin el croma, y qué decir de las películas de superhéroes, empezando por la trilogía de Spider-Man (2002, 2004, 2007) y que en la actualidad Disney y Marvel exprimen con Iron Man (2008), Capitán América (2011), Los Vengadores (2012, 2015, 2018, etc.) o Capitana Marvel (2019). Gran parte de sus escenas serían imposibles de realizar con resultados profesionales sin CGI y croma, algo que podemos comprobar simplemente echando un vistazo a las películas de superhéroes ochenteras o a sus primeras adaptaciones para la pequeña pantalla.

El croma está hoy en día presente en todas partes. Su uso, ligado al CGI, hace posible convertir un sencillo plató vacío en un escenario, un plató de TV o cualquier espacio o lugar imaginado o real que necesites. Algo tan simple como un lienzo azul, y en la actualidad verde ha permitido que la magia del cine se extienda por cualquier producto audiovisual, ya sea profesional o doméstico. Está claro que es más fácil decirlo que hacerlo, pero también es obvio que para crear efectos especiales de hace unas décadas ya no se requiere tanto esfuerzo, presupuesto o equipo técnico como antaño.

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