El peculiar dibujo del pelaje de las cebras ha sido un misterio para los científicos durante años. ¿Qué podría haber llevado a que evolutivamente se conservara ese dibujo a base de rayas blancas y negras esparcidas sin ningún orden sobre el cuerpo del animal?
A lo largo de los años se han formulado diferentes hipótesis al respecto. Por un lado, lo más obvio sería que se tratara de un intento de camuflaje, aunque no parecen colores que vayan a serles de gran utilidad en la sabana. Por otro, podría tratarse de un mecanismo para confundir a los depredadores. También hay expertos que apuntan a que sirva como mensaje entre cebras o incluso que pueda utilizarse para regular la temperatura del animal. Desgraciadamente, ninguna de estas posibilidades ha sobrevivido a estudios rigurosos.
La teoría de la evolución, explicada a principiantes
Sí que lo ha hecho la que acaba de presentar en PLOS-One un equipo de científicos de la Universidad de Bristol. En su estudio, apuntan a que, en realidad, el objetivo es evitar que las moscas aterricen sobre ellas y, por lo tanto, prevenir molestas picaduras y posibles enfermedades.
Un aterrizaje complicado
Para comprobar si el pelaje de las cebras puede ayudarlas a prevenir las picaduras de mosca, estos investigadores llevaron a cabo un experimento consistente en poner caballos y cebras en recintos similares, en contacto con moscas, y analizar con qué frecuencia se acercaban estas a ambos animales.
De este modo, observaron que la proporción de insectos que se situaban en las proximidades de sus “víctimas” era la misma para las cebras que para los caballos, pero solo llegaban a aterrizar con éxito sobre estos últimos. Quedaba claro que había algo que los diferenciaba, pero aún no estaban seguros de que se tratara de las rayas. Por eso, colocaron a los caballos un abrigo rayado, con un dibujo similar al de las cebras, y repitieron el procedimiento. Esta vez las moscas no se posaban sobre el cuerpo de estos animales, pero sí sobre su cabeza, que se encontraba descubierta y, por lo tanto, no tenía rayas.
Se percataron también de que las moscas sí intentaban pararse sobre las cebras, pero no eran capaces. Mientras que en los caballos disminuían la velocidad a medida que se acercaban a ellos, en las cebras no lo lograban, por lo que se aproximaban rápidamente y terminaban por “estamparse”, perdiendo toda posibilidad de picarles. El resultado, con gran probabilidad, se debía a que las rayas de su pelaje creaban una imagen confusa, que dificultaba el aterrizaje. No hay más que pensar en la confusión que nos crean a los humanos algunos patrones de rayas, especialmente cuando los miramos en movimiento. Esto, complementado con la destreza de estos animales de la sabana para ahuyentar insectos con la cola, hace que no sean una presa nada fácil.
Toda esta información apoyaría la hipótesis de que las rayas confunden a los depredadores, aunque no a todos, solo a los insectos que intentan picarles. El caso de leones u otros animales de gran tamaño, de momento, no parece tener que ver. Para eso solo les queda correr.