Muchas personas se frustran durante su primer año de carrera, al comprobar que lo estudiado no se corresponde con lo que ellas imaginaban. Algunas, incluso, llegan a abandonar la universidad o cambian por otra titulación que pueda acercarse más a sus expectativas. Quien no debe haberse sentido así es el estudiante de primer año de la Universidad de Northwestern Daniel Brethauer, pues este verano se encontraba trabajando junto a un grupo de investigadores de su centro cuando descubrieron que unas imágenes captadas durante el 17 de junio retrataban con alta probabilidad algo jamás inmortalizado: el nacimiento de un agujero negro o una estrella de neutrones.
Los resultados de este trabajo, en el que también han participado científicos de otros centros del resto del mundo, fueron presentados ayer en la 233ª Reunión de la Sociedad Astronómica Americana, en Seattle, y se publicarán más tarde en Astrophysical Journal.
Un agujero negro desgarra una estrella y los astrónomos captan la erupción
Una explosión nunca vista
Todo empezó el verano pasado, cuando los telescopios gemelos ATLAS, situados en Hawái, detectaron un destello extremadamente brillante. Debía haberse formado recientemente, pues apenas un par de días antes no estaba allí. En un inicio, este tipo de explosiones llevaba a pensar en la posibilidad de que se trate de supernovas. Sin embargo, no cuadraba que lo fuera. Por un lado, este tipo de fenómenos pueden tardar varias semanas en alcanzar su máximo brillo, mientras que este lo hizo mucho más deprisa. Además, su luminosidad era entre diez y cien veces mayor que la que se esperaría de una supernova. Finalmente, también llamó su atención lo rápido que desapareció, pues en solo 16 días la mayor parte de la explosión se había “sofocado”. Esto puede parecer muchísimo tiempo, si lo relativizamos a nuestras vidas, pero en un escenario en el que algunos procesos pueden tardar varios millones de años en desarrollarse, es mucho menos que un instante.
¿Qué es una supernova?
Descartada la posibilidad de que se tratara de una supernova, tocaba ponerse manos a la obra, en busca del verdadero origen de este fenómeno, al que bautizaron como AT2018 cow o "La vaca". Para ello, investigadores de todo el mundo, dirigidos por Raffaella Margutti, de la Universidad de Northwestern, observaron el objeto a través de diferentes métodos: con rayos X, rayos X duros, que son 10 veces más potentes que los convencionales, ondas de radio y rayos gamma. De este modo, pudieron estudiar la explosión, incluso mucho después de que su brillo visible desapareciera. Su conclusión fue que, con alta seguridad, lo que habían observado era el nacimiento de un agujero negro o una estrella de neutrones. ¿Pero por qué no lo habían visto antes?
Las claves del hallazgo
El principal factor que hizo posible este gran descubrimiento fue su “desnudez”. Por lo general, el colapso que genera los agujeros negros libera tantísimo material alrededor de ellos que los ocultaría a ojos de los espectadores terrestres. Sin embargo, alrededor de “la vaca” se arremolinan 10 veces menos de estas expulsiones, por lo que queda mucho más visible.
Por otro lado, su “cercanía” también ha sido un punto a favor, ya que se encuentra “solo” a 200 millones de años luz. De nuevo es importante relativizar, pues a bote pronto puede parecer una distancia enorme; pero, en la inmensidad del universo, se puede considerar que está lo suficientemente cerca para que no sea complicado verla. Un cúmulo de circunstancias afortunadas que han hecho posible inmortalizar algo jamás observado.