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Lanzado en agosto de 1995, Internet Explorer dominó el mercado de los navegadores web y se convirtió en el navegador estándar durante años. Firefox, y posteriormente Chrome, lo fueron arrinconando hasta que Microsoft decidió sustituirlo por otro navegador, Microsoft Edge, si bien Internet Explorer se ha seguido actualizando hasta septiembre de 2018.

Microsoft Edge no ha tenido la misma suerte que su hermano mayor, y es que a pesar de los esfuerzos, después de tres años Microsoft ha decidido relanzarlo por completo basándose en el núcleo de Google Chrome siguiendo la estrategia de otros navegadores como Opera.

Internet Explorer sigue instalado en el 2% de computadoras, según datos estadísticos de W3Schools a noviembre de 2018. Es más, el propio Microsoft Edge se queda en un 2,1% sin lograr superar al mítico IE. En su mejor época, Internet Explorer superó el 85% de uso muy por encima de la competencia.

A pesar de esta omnipresencia, de Internet Explorer solo guardamos malos recuerdos. ¿Por qué esta mala imagen de IE? ¿Qué errores cometió para que la historia lo recuerde con rencor?

Hasta en la sopa

La primera crítica que se le ha hecho durante años a Internet Explorer es su presencia constante en Windows, el sistema operativo de escritorio más popular. No sólo era el navegador oficial de Windows. Microsoft nos lo recordaba constantemente e incluso nos obligaba a usarlo para “disfrutar” de algunas de sus funciones.

Fue así hasta el punto de integrar funciones de Internet Explorer en el escritorio con ActiveX o en el Explorador de Windows. En ambos casos, los resultados fueron dispares, si bien hubo problemas de estabilidad y el rendimiento dejaba que desear.

Volviendo al tema, Microsoft se empeñaba en que Internet Explorer fuera nuestro navegador por defecto, algo que funcionó al principio pero que con el tiempo se volvió molesto. Curiosamente, Google optó por la misma estrategia con Google Chrome, anunciándolo constantemente en su buscador.

Estabilidad y seguridad

Si insistes tanto en que tu navegador sea el más usado a base de publicidad, deberías procurar que el software sea de calidad y no dé problemas.

Sin embargo, Internet Explorer 6 (2001) supuso una campaña en contra de su propia imagen con sucesivos errores, cuelgues y problemas. Constantemente aparecían bugs y problemas de seguridad, en parte por culpa de Java y Flash pero en ocasiones por la mala programación de IE6.

En definitiva, Internet Explorer se convirtió en un coladero de virus y malware en general, eso sin contar con la molesta publicidad emergente que llenaba la pantalla de pequeñas pantallas y que, en ocasiones, colgaba y cerraba Internet Explorer.

Estándar porque yo lo valgo

¿Cuál es el formato de documento de texto más popular? Normalmente responderemos que DOC, o su evolución DOCX. El motivo no es que sea el mejor formato o el que ofrezca mejores prestaciones. Simplemente, su programa oficial Microsoft Word ha sido durante años el más empleado y, por ende, se ha convertido en un estándar.

Lo mismo ocurrió con Internet Explorer. A medida que ganaba terreno y porción de mercado, los diseñadores web se veían obligados a programar y diseñar sus sitios web para que se vieran correctamente en el navegador de Microsoft, sin importar que éste cumpliera o no con los estándares web promulgados por instituciones como World Wide Web Consortium o W3C.

Los ejemplos más claros fueron sus propias implementaciones de HTML, CSS y DOM, con pequeños cambios que apenas mejoraban las prestaciones por defecto pero que hacían que un mismo sitio web se viera bien en Internet Explorer y mal en la competencia.

No fue hasta Internet Explorer 8 (2009), ocho años después del desastroso IE6, en que Microsoft por fin implementaba los estándares de JavaScript, HTML, CSS y demás tecnologías que permitían funcionar la World Wide Web. También era la primera vez que aprobaba el test Acid2 de estándares web. Pero para aquel entonces, 2009, Internet Explorer ya había sido superado por Mozilla Firefox y Google Chrome alcanzaba casi el 10% del mercado.

Más simple que un botijo

Dominar el mercado hace que te relajes, que bajes la guardia y que te conformes con lo que tienes en vez de buscar algo nuevo. Al menos esto ocurrió con Microsoft e Internet Explorer cuando logró ser el navegador más usado.

Precisamente, Firefox venció a Internet Explorer con la innovación: gestión mejorada de favoritos, pestañas, estabilidad, seguridad, cumplimiento de los estándares, rápido en cargar las páginas… Eso sin contar con el catálogo de extensiones y complementos que añadían funciones nuevas al navegador.

El ejemplo más simple. Firefox introdujo las pestañas ya en sus primeras versiones de 2002, mientras que Internet Explorer no se puso al día hasta 2006 con el lanzamiento de Internet Explorer 7.

Otro ejemplo es la carencia de complementos para Internet Explorer, y si bien en la actualidad su uso ha bajado mucho a favor de las aplicaciones web, durante años las extensiones y complementos cubrían las carencias técnicas de los navegadores, algo en lo que Internet Explorer siempre se quedaba atrás. Había pocos y, en la mayoría de casos, difíciles de instalar.

Dominar el mercado no significa ser el mejor. De ejemplos hay muchos, y uno de los más populares en la memoria colectiva es Internet Explorer, el navegador por el que nadie suspirará cuando desaparezca.

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