Hace apenas unas décadas, la esperanza de vida de los pacientes con síndrome de Down superaba difícilmente los 30 años. Sin embargo, la mejora del conocimiento en torno a la enfermedad, junto al desarrollo de la medicina en general, ha llevado a que en la actualidad se sitúe entre los 50 y los 60.
Esta es una gran noticia, sin duda, pero también la razón por la que poco a poco se han ido descubriendo nuevas complicaciones del síndrome relacionadas con la edad, que se desconocían cuando estos pacientes morían más jóvenes. Este es el caso de la gran incidencia que tiene la enfermedad de Alzhéimer, cuyos síntomas empiezan a aparecer bastante antes que en la población en general, a excepción de las personas con alzhéimer de aparición temprana, en las que comienzan a darse a partir de los 35-40 años.
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Las causas de esta triste relación no son del todo conocidas, aunque existen algunas teorías al respecto. Por eso es importante que se incremente la investigación en este campo. Sin embargo, es un terreno bastante complicado, por motivos como las dificultades que entraña la realización de ensayos clínicos con este tipo de pacientes. Aunque esto podría dejar de ser un problema pronto, gracias al trabajo de un equipo de científicos del King’s College de Londres, cuyos resultados se publicaron el pasado mes de noviembre en la revista Alzheimer's & Dementia: The Journal of Alzheimer's Association 1.
Una pareja peligrosa
El síndrome de Down es una enfermedad causada principalmente por la trisomía del cromosoma 21. Esto quiere decir que, al contrario que el resto de cromosomas, que en humanos se encuentran agrupados en parejas, el 21 cuenta con tres copias.
Tiene una incidencia de aproximadamente 1 de cada 800 nacimientos y, si bien en el pasado la mayoría eran jóvenes, debido a su baja esperanza de vida, desde 1990 el número de pacientes mayores de 40 años se ha duplicado. Esto ha llevado a que la alta incidencia del alzhéimer salga a la luz, haciendo necesario un aumento de la investigación en este ámbito.
El síndrome de Down no es solo cuestión de un cromosoma extra
Hasta ahora se ha comprobado que todas las personas con trisomía del cromosoma 21 desarrollan a los 40 años placas de amiloide y ovillos neurofibrilares, ambas consideradas características típicas del alzhéimer. Sin embargo, solo dos tercios de ellos terminan experimentando demencia antes de los 60 años. De cualquier modo, es una proporción muy grande, que lleva también a que el 70% de las muertes de personas con síndrome de Down mayores de 35 años se deba a esta enfermedad neurodegenerativa.
La hipótesis de la reserva cognitiva
Una de las hipótesis barajadas por investigadores en este ámbito es la de la reserva cognitiva. Este término hace referencia a los diferentes mecanismos que permiten optimizar los recursos cerebrales, a través de la presencia de más conexiones neuronales. Esto facilita una mayor tolerancia a los cambios neurológicos característicos de la edad que pueden ocasionar demencia.
Se ha comprobado que las personas con niveles de educación elevados o estilos de vida social e intelectual activos tienen un riesgo menor de desarrollar demencia. Esta observación la hizo por primera vez en 1988 un equipo de investigadores, dirigido por el neurocientífico Robert Katzman, tras comprobar que algunas personas con alzhéimer no manifestaban síntomas de demencia o los tenían muy leves en comparación con el daño neurológico que sufrían.
Todo esto podría explicar por qué las personas con síndrome de Down, afectadas por diferentes niveles de discapacidad intelectual, desarrollan demencia tan pronto. Sin embargo, no hay datos concluyentes que relacionen la gravedad de esta discapacidad con la magnitud de la demencia. Además, sí que parece haber una correlación clara con la esperanza de vida, ya que las personas con demencia y un cociente intelectual más bajo suelen vivir más años, de modo que la hipótesis de la reserva cognitiva sería incogruente en este punto.
La clave parece estar en el cromosoma 21
“El alzhéimer precoz se puede dar por cualquier mutación en los genes APP, PS1 y PS2”, explica a Hipertextual la doctora Ángela Gómez Arboledas, investigadora de la Universidad de Málaga. “Sin embargo, solo el APP se encuentra en el cromosoma 21”.
Esto ha llevado a que los investigadores pongan este gen concreto en su punto de mira en busca de la causa por la cual esta trisomía termina desencadenando esta patología con síntomas tempranos. Entre ellos se encuentra un equipo de científicos pertenecientes al consorcio LonDownS, de Londres, que en 2015 llevó a cabo un estudio en el que se analizaba a conciencia este cromosoma, en busca de la causa genética de dicha relación. Para ello, comparaban algunas características de los pacientes con síndrome de Down y alzhéimer con aquellos que solo tienen la enfermedad neurodegenerativa.
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Su punto de partida consitió en investigar un rasgo conocido como Dup-APP, que se da cuando pequeñas duplicaciones de uno de los cromosomas 21 generan tres copias de APP. Es algo que se ha observado en pacientes con alzhéimer de inicio temprano, por lo que podría darse también en individuos con síndrome de Down, que ya de por sí tienen triplicado el cromosoma. Por otro lado, la trisomía parcial del cromosoma 21, que no da lugar a la presencia de una copia extra de APP, no lleva a la aparición de la enfermedad. Esto implicaría que otro gen presente en el mismo cromosoma podría modular el desarrollo de demencia, aunque no está claro cuál puede ser. Descartada la hipótesis de la reserva cognitiva, esta sería la que más sentido tiene; aunque, como bien concluyen al final del estudio, aún será necesaria más investigación para determinar de qué gen se trata y valorar mecanismos futuros para prevenir la demencia, tanto en estos pacientes como en la población general.
El reto del ensayo clínico
Llevar a cabo ensayos clínicos en pacientes con síndrome de Down es complicado y controvertido, por motivos como la firma del consentimiento informado. También lo dificulta el bajo conocimiento que había hasta no hace mucho sobre el tema.
Sin embargo, gracias al trabajo de un equipo del King’s College, perteneciente también al Consorcio LonDownS, ya se han dado los primeros pasos para conseguirlo. Para ello, realizaron una serie de pruebas a 312 adultos de diversos orígenes.
Todos los intentos de ensayo clínico llevados a cabo en la población general con personas que ya muestran síntomas de alzhéimer han fracasado de un modo u otro y muchos científicos creen que puede deberse a que solo funcionarían durante las primeras etapas de enfermedad, antes de que la mayoría de síntomas se manifiesten. Es aquí donde entran en juego los pacientes con síndrome de Down; ya que, al tener una incidencia tan alta y mostrar los síntomas tan pronto, pueden ofrecer pistas interesantes tanto para tratar la enfermedad en ellos mismos como en el resto de la población.
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No es fácil encontrar pacientes en estas condiciones dispuestos a participar en uno de estos ensayos. Sin embargo, las conclusiones de este último estudio apuntan a que bastaría con un grupo de 100 personas para probar si un tratamiento puede retrasar los síntomas. Por eso, ya están trabajando con científicos de centros de investigación de toda Europa, para comenzar en los próximos años un ensayo clínico que ayude a encontrar la forma de prevenir el alzhéimer en adultos con síndrome de Down.