Cuando hablamos del concepto brecha digital, lo primero que se nos viene a la cabeza son poblaciones rurales sin un acceso adecuado a la tecnología. Sin embargo, la brecha digital hace referencia a una desigualdad que puede darse por numerosos motivos. Uno de los cuales es la diferencia generacional, que afecta a la relación de nuestros mayores con una tecnología cuyo uso les resulta, muchas veces, ajeno. No obstante, el número de personas mayores de 65 años que hacen uso recurrente de las nuevas tecnologías en nuestro país crece cada año. Según datos de la encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de la información y la comunicación en los hogares realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) un 49,1% de las personas mayores de 65 años han usado internet en los últimos tres meses. Un dato que aún se aleja de la media nacional, que se sitúa en 86,1%, pero que supone un incremento respecto al 43,7% registrado el pasado año.

Este claro aumento en la disposición de las personas mayores a usar la tecnología debe aprovecharse para acercar las TIC a este sector poblacional. Una tarea que resulta cada día más imprescindible en un país en el que está teniendo lugar un progresivo envejecimiento de la población. Si las tendencias demográficas se mantienen, las personas de más de 60 años, que el pasado año eran el 24,6% de la ciudadanía, constituirán cerca de la mitad de la población en el año 2066. A este respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) acuñó en 2002 el término envejecimiento activo, que definió como “el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas a medida que envejecen”. Una proceso enfocado a asegurar que las personas mayores continúen siendo un recurso para sus familias, comunidades y economías, y en el que la tecnología podría tener un papel protagonista.

Los beneficios que la tecnología puede aportarle a nuestros mayores son múltiples. Cosas como una silla motorizada para las escaleras o una nevera inteligente para hacer la compra semanal de forma automática pueden mejorar sustancialmente la calidad de vida de personas cuya edad o condición física les impide realizar ágilmente tareas cotidianas. Aunque la salud y la banca se revelan, por el momento, como los sectores que mayor interés suscitan entre las personas de más de 65 años. Según datos del INE, el pasado año los servicios que más usaron en Internet fueron la búsqueda de información de salud (61,7%) y la banca electrónica (43,8%).

En esta línea, muchas entidades ya han puesto en marcha distintos proyectos en los que la tecnología se pone al servicio de las necesidades de los ciudadanos más mayores. Este es el caso de Giraffplus, la idea desarrollada por un consorcio europeo para mantener a las personas mayores en contacto con sus familiares y su médico mientras mide sus indicadores de salud con sensores inteligentes; o de Freestyle Libre, un dispositivo que escanea los niveles de glucosa sin necesidad de pinchazos. Además, la organización Cruz Roja cuenta con diversos servicios de teleasistencia, entre los que destaca una herramienta móvil que permite medir varios parámetros de salud del paciente y lo localiza mediante GPS para emitir una llamada de alerta en caso de riesgo.

Pese a la gran cantidad de ventajas que la incorporación de la tecnología tiene en las vidas de la población más mayor, los datos del INE reflejan, sin embargo, que la relación entre la edad y la confianza en Internet es inversamente proporcional. Por este motivo, además de hacer la tecnología más sencilla y accesible, es importante también aumentar los niveles de confianza en Internet. Ya que, según un estudio de la Universidad de Sevilla gran parte de las personas mayores son partidarias de aumentar el uso de las nuevas tecnologías en su día a día y creen que estas herramientas contribuyen de forma directa a su envejecimiento activo.

Con el objetivo de aumentar la confianza en la banca digital, CaixaBank, entidad pionera en el desarrollo de programas de democratización de la tecnología, nos deja cinco consejos para operar por Internet, que podemos seguir tengamos la edad que tengamos:

1. Navega siempre por webs seguras. Si accedes a una web para hacer operaciones financieras, asegúrate de que a la izquierda de la barra de direcciones aparece el icono de un candado.

2. No des datos por email. No hagas caso de los correos que te alerten de un fallo de seguridad en tu banco y te pidan contraseñas de acceso, se trata de una estafa.

3. Recuerda siempre cerrar sesión. Después de hacer una operación financiera en internet, para finalizar no basta con cerrar el navegador. Recuerda siempre pulsar el botón “cerrar sesión” para salir de tu usuario.

4. Cambia tus contraseñas periódicamente. Para evitar posibles intrusiones, es importante que cambies las contraseñas cada pocos meses.

5. Conéctate desde casa. Si vas a entrar en la web de tu banco, hazlo siempre desde el ordenador de tu casa o desde sitios de confianza donde la conexión sea privada.