2 de la mañana en un pub. Tras unas cuantas copas, a María le entran unas ganas tremendas de ir al aseo y su casa está lo suficientemente lejos para plantearse seriamente ir a un baño público. Hace de tripas corazón y entra al aseo del pub. Ante el sórdido panorama que presencian sus ojos (y que dejamos a la imaginación del lector), pasan por su mente advertencias pasadas sobre los peligros de sentarse en el asiento de un retrete público: "Cuidado, no cojas una enfermedad de transmisión sexual", "Pues yo conozco a alguien que se infectó por sentarse en el váter..."

Para María, ahora mismo el asiento del WC se presenta como una bacanal de gérmenes y perdición. Suspira y, a continuación, realiza las más variopintas acrobacias para usar el inodoro en cuclillas y así evitar cualquier contacto físico o imaginario con el asiento. Tras completar la tarea, tira de la cadena (sin bajar la tapa) y sale del baño para lavarse y secarse las manos y continuar así la noche de fiesta, tratando de eliminar rápidamente de su mente lo que ha visto en esos baños.

Este relato ficticio de María, que resultará familiar y rutinario para muchas personas (salvando algunos detalles), es un ejemplo gráfico de que somos, en general, pésimos valorando los riesgos para la salud de nuestro alrededor. Esto es especialmente cierto cuando nos referimos a microbios y enfermedades infecciosas. Así, los asientos de los inodoros públicos se consideran la encarnación del mal microbiológico y se evita, a toda costa, cualquier contacto con ellos.

De hecho, una encuesta realizada en 1991 a más de medio millar de mujeres de una clínica de ginecología mostraba que el 85 % de ellas evitaba cualquier contacto con el asiento de los retretes públicos mediante la socorrida técnica de las cuclillas. Además, un 12 % colocaba papel en el asiento para sentarse y sólo un 2 %, las más valientes, se sentaba directamente.

¿Miedo a los microbios del váter? Mejor no te acerques a los móviles...

A pesar de las cifras anteriores, lo cierto es que los asientos de los retretes suelen estar mucho más limpios que otros elementos de nuestra rutina que no  dudamos en toquetear una y otra vez sin ningún reparo ni asco como son los teléfonos móviles. De hecho, las superficies de los móviles suelen tener de 3 a 10 veces más gérmenes que los asientos de los inodoros. Esto incluye también a las bacterias fecales, que suelen estar presentes en 1 de cada 6 móviles (al menos, en Reino Unido. La explicación es sencilla: Los WCs se suelen limpiar y desinfectar con frecuencia (salvo en antros), pero... ¿cuándo fue la última vez que limpiaste y desinfectaste tu móvil?

Además de la limpieza rutinaria de los váteres, existe otra razón por la que el asiento del inodoro es mucho menos peligroso que los móviles en la transmisión de microbios: la zona de la piel que está en contacto con las superficies. Así, mientras en el asiento del WC, son sólo nuestras nalgas y muslos los que están en contacto con dicha superficie, con los teléfonos móviles son nuestras manos. Este factor es clave a la hora de transmitir y adquirir enfermedades infecciosas. La piel es una gran barrera contra los microorganismos y, salvo que existan heridas u otras lesiones en la piel, el riesgo de "infectarse" porque nuestras nalgas y muslos toquen el inodoro es prácticamente cero.

Muy diferente es el caso de tocar con las manos los móviles, ya que es a partir de las manos como nos infectamos de múltiples enfermedades infecciosas al tocarnos los ojos, la nariz, la boca o los alimentos que consumimos. Además, de esta forma también expandimos fácilmente la transmisión de microbios allá por donde pasan nuestras manos, algo que jamás ocurrirá con las nalgas y los muslos.

El mito de las enfermedades de transmisión sexual

Por muchas veces que hayas oído que se pueden coger enfermedades de transmisión sexual por sentarse en un váter de mala muerte, lo cierto es que se trata de un mito. Para que eso se pudiera  dar, tendrían que combinarse una serie de circunstancias tan remotas, que es prácticamente imposible. De hecho, no existen casos documentados de adquisición de estas enfermedades por sentarse en el retrete. ¿Las razones? La mayoría de bacterias y virus que provocan enfermedades de transmisión sexual mueren rápidamente fuera del cálido cuerpo humano. Así, por ejemplo, los microorganismos que provocan la gonorrea, el herpes o la clamidia sólo pueden sobrevivir fuera del cuerpo durante alrededor de 10 segundos. Además, para que el contagio fuera posible, se necesitaría una cantidad relativamente elevada de microbios a los que estar expuestos, algo extremadamente difícil que pudiera pasar al entrar en contacto con el asiento del WC. Por otro lado, como su propio nombre indica, las enfermedades de transmisión sexual se transmiten a través del contacto sexual.

Así pues, sólo hay 2 formas posibles de coger una enfermedad venérea en el baño. Una extremadamente difícil y remota en la que sería necesario que se alinearan los planetas: Alguien con una enfermedad de transmisión sexual deja bastantes fluidos con microorganismos patógenos en el retrete y otra persona entra corriendo a los pocos segundos para frotarse a conciencia con esos fluidos en sus mucosas o en una herida abierta. O la situación más probable: Realizar el acto sexual con otra persona con una enfermedad venérea encima de un retrete.

¿El peligro real? Los alrededores del váter

En realidad, donde realmente tenemos que ser cuidadosos es con todo aquello que tocan nuestras manos y que se encuentra en todo el baño: la cadena, el papel higiénico, los pomos de las puertas... Uno de los errores más frecuentes y graves de los usuarios de los retretes es tirar de la cadena sin bajar la tapa. Esto provoca una difusión de los gérmenes a través de aerosoles que salen de la taza del retrete y que contaminan lo que hay alrededor hasta un metro y medio de distancia y que no se suele limpiar ni desinfectar. Además, mucha gente toquetea también esos elementos después de pasar por el baño sin lavarse las manos. Por esa razón, no es buena idea usar el papel higiénico para cubrir el asiento del inodoro porque es posible que esté también contaminado.

En definitiva, el quid de la cuestión es lavarse correctamente las manos justo después de ir al baño. Nada más cumplir la tarea en el WC, y con cuidado de no tocarse la cara antes de lavarlas para no infectarse. Además, dado que hay demasiada gente que no se lava las manos, es recomendable evitar tocar también directamente los pomos de las puertas de los baños tras lavarse las manos, usando un papel para ello. ¿El asiento del wáter? Es el menor de tus problemas.