La sexualidad ha pasado por muy diversas etapas a lo largo de la historia del ser humano. Hoy sabemos que la homosexualidad era algo común en la antigua Grecia, sin embargo, el mundo occidental apartó durante siglos estas ideas que ahora vuelve a normalizarse gracias a los colectivos LGTB+ y el reconocimiento cada vez en más estados de los matrimonios homosexuales y las distintas identidades de género.

Pese a esto, el discurso común sigue estando encorsetado en categorías muy rígidas: al hablar de orientación sexual lo hacemos de heterosexuales, homosexuales o bisexuales, o al hacerlo de identidad de personas transgénero o cisgénero. Un sistema que en gran medida se basa en la identificación de contrarios, y del que nos da una perspectiva completamente distinta una cultura tan ligada a la naturaleza y a sus ancestros como la de los pueblos nativos norteamericanos.

En la cultura amerindia es común encontrar a personas definidas como “Dos Espíritus”. Individuos que independientemente de si son hombre o mujer cuentan con personalidades y características que toman por igual elementos de ambos sexos. “Las personas consideradas Dos Espíritus ocupan un lugar singular en la cultura de los nativos americanos, equilibrando el espíritu masculino y el femenino incluso cuando introducimos términos actuales como gay, lesbiana o transgénero. Son un claro ejemplo de las ambigüedades que acompañan al género y la cultura”; resume el antropólogo de la Universidad de Indiana Brian Joseph Gilley, autor de un libro en el que se explora su rol dentro de estos pueblos.

Las personas Dos Espíritus suelen ser o bien hombres que mezclan atuendos considerados femeninos con otros masculinos o mujeres que actúan de la misma forma. Según las descripciones que han dado distintos antropólogos, la comunidad reconocía su condición desde niños, amparándola, y dándole roles como el de hechicero al entender que tenían una sensibilidad especial. No entraba en cuestión en definitiva el sesgo cultural por el que una persona occidental podría considerar que son travestis, transexuales u homosexuales.

Se conocen ejemplos del mismo tipo de individuos y personalidades desde las tribus de Canadá hasta las que poblaban la actual frontera entre México y Estados Unidos. En esta zona, en concreto un poblado entre Nuevo México y Arizona, nació en 1849 el primer Dos Espíritus que tuvo un contacto vivido con los nuevos pobladores. Su nombre era We’wha y pertenecía a la tribu zuñi.

We’wha había nacido con sexo biológico masculino pero al entrar en contacto con la sociedad de las ciudades del este de los Estados Unidos resultaba complicado conocer su género, según recogen algunos escritos de la antropóloga Matilda Coxe Stevenson, quien invitó a We'wha a visitar Washington.

Pese a que en un primer momento encontrarse con esta nueva realidad fue un motivo de asombro para los colonos, en pocas décadas su visión sobre los Dos Espíritus cambió radicalmente. "La noción de un tercer género fluido, masculino y femenino a la vez, entraba en conflicto con los puntos de vista heterosexuales de los colonizadores y en 1879 el gobierno de los Estados Unidos retiró a miles de estas personas de sus tribus, enviándolos a vivir a internados y refugios para indios", escribe Samantha Mesa-Miles, una periodista de Colorado interesada en temáticas indígenas.

El término “Dos Espíritus”, una definición recuperada

A pesar de que este tipo de comunidades se ha encontrado en más de un centenar de tribus amerindias, cada una los denominaba con su propia lengua y no ha sido hasta fechas recientes cuando el término Dos Espíritus se ha puesto en boga. Durante años, y de modo despectivo, se utilizó para definirlos el vocablo "berdache", procedente del francés y que significa "chico mantenido o afeminado", impuesto por los colonos que encontraban esta nueva realidad en los pueblos nativos.

Fue en 1990 durante una conferencia de pueblos nativos en Winnipeg (Canadá) cuando se optó por utilizar el apelativo Dos Espíritus, hoy abrazado por la comunidad LGTB en América y que suele formar parte de sus manifestaciones, en las que participan descendientes de los antiguos pueblos amerindios que reivindican esta sensibilidad como una forma de afrontar los debates sobre género y orientación sexual actuales.

Aunque en Europa no es todavía común, la inclusión del término "Dos Espíritus" ya ha entrado de lleno en la terminología de los derechos por la libertad sexual, incluyéndose en su acrónimo habitual (LGTB) un "2" al final para representarlos: LGTB2.

Esta inclusión quedó especialmente patente hace unos meses, cuando el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, hizo un discurso en el que pidió perdón a todas las personas a las que durante las últimas décadas el estado canadiense hubiera podido discriminar por su orientación sexual, citando también a los Dos Espíritus.

Otras realidades culturales que nos invitan a pensar de forma distinta en el género

El caso de los Dos Espíritus no es el único documentado por la antropología en el que se incluye lo que se ha llamado un "tercer sexo": personas que no entran en la clasificación binaria de masculino o femenino, a pesar de contar con los órganos reproductivos de uno de estos sexos.

En el hinduismo es conocido el caso de los Hijra, hombres y mujeres que también se entiende que viven a caballo de los dos sexos y a los que se les reconoce así desde pequeños, sin esperar que se comporten de forma acorde a su sexo biológico.

En el estado de Oaxaca en México, también se reconoce a las figuras de las muxes dentro del pueblo zapoteco, similar a los Dos Espíritus y que seguramente compartan alguna raíz común. En la cultura polinesia también se encuentran los Mahu en Hawai o los Fa’afafine de Samoa y, quizá como único referente de esta sensibilidad en la Europa de la era moderna, en la cultura de los Balcanes existe la figura de las vírgenes juramentadas, mujeres que renuncian por su propia voluntad a mantener relaciones o a casarse.