culo venezuela

De veras sentimos decepcionar a todos aquellos que esperasen encontrarse aquí algún caprichoso análisis sobre lo que a los ciudadanos venezolanos, hombres y mujeres de cualquier condición, les pueda gustar un buen trasero. Lo que vamos a exponer es la **una curiosidad lingüística de la que la población de Venezuela ha de ser muy consciente: el hecho de que su repertorio comunicativo alberga un buen número de expresiones que contienen la palabra ‘culo’ y derivadas**. Tal vez en la utilización de no pocas de ellas coincidan con otros estados latinoamericanos, e incluso las hay que se usan en España. La verdad es que habría que establecer un estudio más exhaustivo al respecto para lanzar apreciaciones rigurosas sobre el tema, pero lo que sí podemos hacer es dejar por escrito todas esas expresiones que incluyen ‘culo’ y que están en boca de los venezolanos habitualmente.

Mientras que el DRAE recoge veinticuatro de las mismas, entre las que señala son de Venezuela, **uno se puede topar con casi cien que, dejémoslo claro, no conocen todos sus habitantes sino que se emplean en distintas zonas del país; y advertimos que unas cuantas rezuman un inveterado machismo y homofobia. Para empezar, si un hombre venezolano se refiere a “un culo”, habla de una mujer atractiva a la que ha conocido hace poco, quizá en una noche de parranda; si es “un culito”, sale con ella a veces; si se trata de el culo”, es muy voluptuosa; y si se la alude como “su culo”, el de alguien, es posible que se convierta en su novia formal. Un ‘coge culo’ es un caos, un desbarajuste, un alboroto; un ‘culazo’, un evento que se organiza y al que no acude nadie; un ‘culero’, un sitio con muchas mujeres hermosas, como una playa o una discoteca. ‘Culear’ es mantener relaciones sexuales; ‘culerías’, estupideces; y un ‘culicagado’, un mocoso.

El ‘culicross’ nombra a deslizarse por el suelo sentado en él; un ‘culiflor’, a un hombre al que se considera afeminado; un ‘culillo’, a un susto, y un culillúo, a alguien que se asusta con facilidad. Un culión es una persona que practica sexo usualmente; un ‘culipandeado’, una cosa torcida o un individuo con las piernas combadas o los pies hacia adentro; ‘culipandear’, tener dudas; un ‘culismo’, un objeto o un lugar elegante; un “culito frío”, una persona delicada; y un “culo alegre”, alguien promiscuo. La expresión “culo apretado” describe a uno presuntuoso; “culo de bachaco”, unas nalgas de tamaño imponente; “culo de bebé”, a cualquier cosa suave, igual que en España; “culo e’pea” o “de peda”, a una resaca monumental; “culo malo”, a un tipo innoble, cargante o por el que se siente una franca antipatía; y como en España, “el culo del mundo”** es un territorio muy lejano.

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Un *“culo pelao*” corresponde a un niño pequeño o a una persona inmadura. Sobre un “culo rochelero” descansa un individuo al que le gusta irse de fiesta, y de ahí procede la frase: “Cara seria, culo rochelero”, que significa que las apariencias engañan. ‘Hueleculo’ se le dice a alguien chismoso o adulador, como ‘lameculo’ a quien se destaca por lo último, en plural para los españoles. “Un pelo de culo” es muy poco de alguna cosa; una “puntada de culo” sobreviene cuando a un sujeto se le ocurre una idea nueva o programa una actividad de forma intempestiva; un ‘sacaculo’ pasa olímpicamente de otro, y “sacar el culo” es evitar verse envuelto en algún asunto cualquiera. “Algún culo echa sangre” comporta que una persona va a pagar por un entuerto; y si alguien de Venezuela quiere mandarte a freír espárragos, te espetará: “¡Anda a lavarte ese culo!”, o la españolísima: “¡Que te den por el culo!”

“Apretar el culo” es prepararse para algo difícil, sentir temor o caminar muy deprisa; “borrarse la raya del culo”, permanecer mucho tiempo sentado; y “botar el culo”, que alguien termine una relación sentimental con uno. Si un venezolano desea defender el libre albedrío, soltará: “Cada quien hace de su culo un florero”, tal vez. “Caerse de culo” es llevarse una buena sorpresa, como en España; “cagar más arriba del culo”, aparentar algo positivo que no es propio; una “cara de culo” la pone toda persona molesta, también si es española; y “cargar un culo de arrechera” significa tener un gran enfado. “Como culo y pago con chapa” lo profiere quien decide afrontar un reto; “comer más que un culo sucio” es para los glotones; y “comerle el culo a alguien”, para quien critica a otro a sus espaldas. El que está “con el culo a dos manos” se encuentra en dificultades; y uno escoge algo feo o no ve bien “con los ojos en el culo”**.

Si un venezolano no sabe cómo va a pagar algo o qué recursos tiene para hacerlo, se pregunta: “¿Con qué culo se sienta la cucaracha?”. Por otro lado, “creer que se tiene el culo más arriba que los demás” supone considerarse superior a ellos; y “cuadrar un culo”, que un hombre quede con una mujer que le atrae. Que “cualquier culo echa mierda” enuncia que todos somos iguales; “culo veo, culo quiero”, como en España, envidiar algo; “dar culo”, que una cosa le va a costar cara a otro o que uno exige mucho; “dar una patada por el culo”, casi como para los españoles, que le expulsaron con cajas destempladas de algún sitio o que su pareja le ha dejado; “deber hasta el culo”, tener muchas deudas; “doler hasta el culo”, sufrir un dolor enorme; “empeñar el culo”, estar dispuesto a llevar a cabo lo que sea para un fin; y “empeñar el culo y botar el recibo”, ser torpe, ignorante o ingenuo o comportarse como tal.

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“Estar hasta el culo”, como en España, significa encontrarse abrumado, hasta el gorro de una situación, o tener la agenda apretada, o haber comido muchísimo, y aplicado a un lugar, que no quepa allí un alfiler. “Estar vuelto un culo”, en unas circunstancias complicadísimas; “explotar o reventar el culo” es fallar una prueba y que te machaquen; “importar un culo”, que algo le trae a uno al fresco; “ir de culo”, llegar tarde; y “limpiarse el culo con algo”, que no te importe o no te sirva para nada, como para los españoles. Necesitar dinero es “estar más limpio que culo de marico”, y como en España, mandar a alguien a “meterse algo por el culo”, rechazarlo. Uno debe “meterse la lengua en el culo” para admitir una equivocación; y “mover el culo” para apresurarse como todo español urbanita. No resulta muy complicado adivinar que “oler a culo” equivale a que huele malísimamente; y “palo por ese culo”, un golpe físico o metafórico considerable.

Para estacionar un vehículo marcha atrás hay que “pararse de culo”; y “partir el culo” expresa que algo le gusta a uno un montón o que le den una paliza; y “partirse el culo”, realizar un esfuerzo ímprobo. “Pasare algo el por culo”, de nuevo, es que le importe a uno bien poco; y “picarle el culo a alguien”, vivir una situación imprevista e incómoda. “¿Por qué no te metes el dedo en el culo?”, nos gritará un venezolano si se le fastidia lo suficiente; y si se le habla de asuntos sin relación, preguntará: “¿Qué tiene que ver el culo con la pestaña?”. En los trances espinosos o pelúos, a los venezolanos se les suele “quedar ese culo ardido”; y si necesitan un escarmiento, les viene de perlas “una rectificada de culo”; aunque es posible que les pueda “saber a culo”, que les dé lo mismo, lo que también significa que a un alimento le encuentran mal sabor. A quien le acusan de “ser culito”, lo están señalando como a un pijo español o a un sifrino de Venezuela.

“Ser el culo que más caga aquí” supone mandar sobre el resto de las personas; “ser mal culo”, perjudicarlas; y “no ser mojón de todo culo”, mostrarse selectivo. “Tener algo o a alguien pegado al culo” implica que le sigue a uno de cerca real o figuradamente; “tener un cohete en el culo”, como en España, desplazarse muy deprisa; “tener el culo contra la pared”, estar a la defensiva; “tener el culo divertido”, sufrir colitis; y la florida *“tener el culo esfloretao*”, que alguien autoritario les somete o que, ay, un hombre es homosexual. “Tener el culo parado”, por otra parte, quiere decir que uno está hace deporte y se cuida el cuerpo; “tener el gusto en el culo”, como para los españoles, tener mal gusto; “tener hormiguillo en el culo”, estar inquieto; y “tirarse de culo”**, enfrentarse a un desafío sin contemplaciones, o ser jactancioso. Y una de las fórmulas delirantes que se utilizan en Venezuela para espantar el mal de ojo es lo que sigue: “Yo meto tus ojos en mi culo”. Qué chévere.