La desconfianza de Estados Unidos hacia Rusia se incrementa cada día. El Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) ha prohibido a todas las agencias gubernamentales utilizar cualquier software de la multinacional rusa de ciberseguridad Kaspersky Lab debido a un potencial riesgo de que el Kremlin esté utilizando a la empresa rusa para espiar al Gobierno estadounidense.
En un comunicado, la DHS expresó su preocupación por "lazos entre algunos oficiales de Kaspersky y la inteligencia rusa, así como otros miembros del Gobierno ruso", y alertó:
El riesgo de que el Gobierno ruso, ya sea por sí solo o en colaboración con Kaspersky, pueda capitalizar el acceso que le otorgan los productos Kaspersky para poner en peligro los sistemas federales de información, afecta directamente a la seguridad nacional de EE.UU.
Elaine Duke, la secretaria en funciones del DHS, firmó este miércoles la directiva que otorga un plazo máximo de 90 días para implementar la orden: 30 días para identificar el uso del software y, luego, 60 días para desarrollar eliminar y reemplazar los productos de todos sus ordenadores, tabletas, teléfonos inteligentes y otros electrónicos.
Kaspersky respondió a la DHS a través de su propio comunicado que está decepcionada por la decisión, pero que tratará de demostrar que las acusaciones son infundadas. En su defensa, la firma de ciberseguridad dijo:
Ninguna evidencia creíble ha sido presentada públicamente por alguien o alguna organización, ya que las acusaciones se basan en falsas alegaciones y suposiciones inexactas".
Aunque la compañía rusa ha negado en repetidas ocasiones nexos con el Gobierno ruso, hace unos meses la agencia encargada de las compras del Gobierno de EE.UU., la Administración de Servicios Generales (GSA por sus siglas en inglés), retiró a Kaspersky de la lista de empresas a las que puede comprar diferentes tipos de software, como programas antivirus. Esto causó que diversos minoristas dejaran de vender los productos de la firma rusa.
El hallazgo de Facebook sobre los nexos de Rusia es solo la «punta del iceberg»