El intenso ruido del motor, sonidos metálicos y el ligero movimiento que termina por pegarnos al asiento del avión... ¿quién no conoce las inquietantes sensaciones de volar? El saber que algo tan enorme, tan pesado, está flotando como si nada en el aire es una sensación perturbadora (sobre todo cuando vas dentro). Pero tranquilos: todo va bien. Hasta que el avión comienza a agitarse incontroladamente en el aire.

La naturaleza contra los aviones

Por suerte (o desgracia), las causas naturales no son las mayores culpables de los accidentes en aviación. Normalmente las tragedias de este tipo se deben a errores humanos. Pero eso no quiere decir que la madre naturaleza no esté detrás de algunos de los caso más dramáticos de la historia. ¿Qué fenómenos pueden tumbar una nave en vuelo? Aunque mucho más espectaculares, los relámpagos y tormentas no son las principales razones para temer al tiempo, sino las turbulencias.

Turbulencias severas

Aprende sobre las turbulencias
Dr. Wendy Longo | Flickr

El aire es en realidad un fluido, como el agua, y se comporta como tal. Cuando por alguna razón este fluido se desestabiliza y se vuelve turbulento, las capas de aire sobre las que flota un avión pueden volverse muy peligrosas. No es extraño vivir turbulencias en el avión, normalmente causadas por fenómenos meteorológicos como bajadas de presión o anticiclones. Pero las turbulencias severas son otro cantar. Si el flujo se vuelve lo suficientemente violento puede jugar con el avión igual que lo haría un remolino con una ola en su superficie. De hecho, la analogía es bastante clara y concisa. Entre las turbulencias también encontramos la cizalladura de viento, que produce un cambio en la velocidad del viento y que puede afectar a varias direcciones creando un serio problema, especialmente en el despegue o en el aterrizaje, momentos de máximo peligro en caso de que ocurra este fenómeno. Las ondas de montaña también son uno de los mayores problemas en vuelo. Estas se producen como consecuencia del flujo de viento, que crea una onda tras pasar por una zona montañosa, lo que puede provocar una caída brusca del avión. Normalmente las turbulencias suelen ser previstas o evitadas en tiempo real gracias al ejército de satélites meteorológicos del que disponemos. Más allá de esquivarlas, en el caso de las turbulencias severas la cuestión depende mucho de la pericia del piloto y la suerte que tenga el vuelo.

Baja visibilidad

niebla avión

No es de extrañar que los problemas de visibilidad afecten seriamente a la aviación. La niebla, el polvo o la lluvia intensa pueden provocar un problema muy serio a la hora de realizar estas maniobras. Debido a esto, los errores de los pilotos o la mala fortuna juegan un papel principal en la fatalidad. La baja visibilidad en el vuelo reduce los tiempos de reacción a apenas segundos, cuando el avión está en vuelo. En el caso de aterrizaje y despegue, la visibilidad es crucial. Este factor, como decíamos, es uno de los principales causantes de los accidentes fatales en aviación y, por desgracia, la única solución existente es evitar volar en este tipo de condiciones.

El hielo

Uno de los agentes naturales más temidos por los pilotos es el hielo. Especialmente en países muy fríos. El hielo se concentra y aglomera en alas, cristal y otras partes del fuselaje del avión. Esto provoca diversos efectos, entre los que se encuentra el cambio de flujo de aire en la cola y las alas. Esto puede desestabilizar la nave de forma irremediable. Otra razón por la cual el hielo puede tumbar un avión es por fallo de los sistemas, aunque a medida que mejora la aviación también lo hacen los controles antihielo dispuestos en las naves para evitar, precisamente, este colapso. Por último, el hielo puede provocar un problema en pista, aunque esto, de nuevo, es previsible y se evita con el mantenimiento dedicado por parte de los equipos de tierra.

Tormentas eléctricas

Dos F15 vuelan en torno a una tormenta eléctrica generada por un incendio (High-G Productions photo/Jim Hazeltine)

Las tormentas eléctricas son en sí un peligro. Y tienen un lugar aparte en las causas de accidente por diversas razones. En primer lugar, este tipo de tormentas se producen por el rápido ascenso de una burbuja húmeda de aire caliente. Esta se condensa y forma un cumulonimbo que continúa creciendo con forma de yunque. La formación de cristales de hielo y el aumento en la carga de la nube genera cambios bruscos en los vientos y mucha carga eléctrica. En general, la aparición de las superceldas y las tormentas asociadas, muy comunes en verano, suele ser rápida y peligrosa para los vuelos debido a los cambios muy bruscos en el flujo de aire, la baja visibilidad o los propios rayos. Por esta razón existen personas dedicadas casi en exclusiva al seguimiento de este tipo de tormentas, pudiendo prevenir casi al instante de la formación de uno de estos fenómenos.

Los rayos

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Volvamos al interesante tema de los rayos. ¿Qué posibilidad existe de que uno de estos golpee un avión? En realidad los rayos suelen alcanzar a los aviones de forma relativamente común. Los aviones suelen recibir un rayo por cada 1000 horas de vuelo. Pero, excepto en situaciones concretas, el hecho de que un rayo atraviese una nave en vuelo es algo anecdótico. Se estima que ocurre aproximadamente en un accidente causado por rayos al año. El resto pasa por completo desapercibido, entrando la descarga por una punta del avión y volviendo al las nubes que lo rodean. En la actualidad muchos aviones modernos tienen fuselajes no conductores. Los que lo tienen tampoco suelen sufrir daños. Sin embargo, en ocasiones, sus efectos pueden ser fatales: daños en el fuselaje, fundido de los sistemas además de la violencia del propio "impacto". En 1980, la NASA hizo volar un vehículo en una tormenta eléctrica para comprobar los efectos de los rayos. El avión fue alcanzado setenta y dos veces en cuarenta y cinco minutos. Esto ha proporcionado una información inestimable a la hora de combatir los fallos en aviación producidos por estos extraños fenómenos. Y por el momento, es muy difícil que un rayo provoque un accidente. Aunque mejor si no lo tenemos que comprobar.

Los pájaros

Motor dañado por el impacto (y la succión) de un pájaro.

Por último, otra de las fuerzas que la naturaleza usa "contra" los aviones es la biológica. Los pájaros, quienes han dominado los cielos durante millones de años, se topan a veces con estos metálicos vecinos sin que puedan hacer nada. En muchas ocasiones, los efectos son dramáticos sólo para los animales. Pero en otras, los pájaros pueden provocar serios daños en el avión y causar un accidente. Esto puede producirse por el colapso de las turbinas, incendios, fallos de los sistemas de aterrizaje... existen algunos extraños casos, incluso, en los que los pájaros han llegado a atravesar la cabina del piloto matando a alguno de los tripulantes. Aunque también son casos anecdóticos, aún más raro que los rayos, los accidentes fatales causados por culpa de los pájaros han ocurrido. Especialmente peligrosos son, por supuesto, en el momento de aterrizaje y despegue, situaciones que pueden evitarse con el control especializado en los aeropuertos (con cetrería, por ejemplo).

A pesar de la mala suerte, las malas condiciones o la fuerza de la naturaleza, lo cierto es que la aviación continúa siendo uno de los medios más seguros de viajar. Las medidas de seguridad, los controles, el entrenamiento y las constantes revisiones reducen al mínimo la posibilidad de sufrir un accidente. Si a esto le añadimos que las causas naturales son apenas un 6% de las razones de accidente en aviones, nos damos cuenta que los esfuerzos de la naturaleza por derribarnos sin casi fútiles y que viajar en una nave por el cielo es muy seguro. Lo que no quita que sintamos, como siempre, esa pequeña inquietud al despegar.