tomando el sol

Puede que hayas notado que tu pelo se cae más en verano. O en otoño. ¿Quizá en primavera? Bueno, si crees que eso que llaman "caída estacional" del cabello es un mito, te equivocas. Sí, existe la caída estacional. Pero no es algo tan sencillo ni a todos nos afecta igual. Y tampoco hay razón para preocuparse: si el cuero cabelludo está sano, no hay que temer a la calvicie. Al menos por el momento.

Anatomía de un pelo

canas
Philippe Arnès (Wikimedia)

Hagámonos muy pequeños y viajemos al bosque de pelos que es nuestra piel. Como otros mamíferos, el pelo apareció sobre nosotros como protector en una superficie sin agua. Para que nuestra piel adquiriese esta fantástica cubierta tuvo que desarrollarse un tipo de estructuras especiales, los folículos pilosos. Estas se componen de varias partes procedentes de modificaciones de las células de la piel. En los folículos pilosos se generan los pelos, que son fundamentalmente una enorme tira de queratina. En el folículo, donde está la raíz del pelo, se van añadiendo más y más moléculas de queratina, haciéndolo crecer. Bajemos hasta ella. Aquí, la estructura del cabello es más compleja. Podemos ver anillos concéntricos celulares que formarán la vaina interna del pelo. También podemos apreciar las glándulas sebáceas que recubren el filamento de grasa, dándole lustre al cabello. Y, en el fondo, encontramos la papila dérmica, que es de donde sale la primera célula que dará origen al pelo que se va a formar. Esta, muy grosso modo, es la maquinaria que hace que tengamos pelo, lo "alimenta" para que crezca y lo mantiene. Al fin y al cabo, aunque en su mayoría sea una estructura muerta de queratina, la parte principal del cabello está viva.

¿Por qué perdemos el pelo?

La caída del cabello es también un efecto natural de su ciclo. El cabello pasa por tres fases: la anágena, la catágena y la telógena. La primera es la de crecimiento y puede durar muchos años. La segunda es una fase de transición y dura apenas unas semanas; en ella, el pelo se prepara para la última fase, la telógena. En esta, el pelo "descansa" en el folículo, separado de la papila. Por tanto, el pelo deja de crecer. De hecho, en un momento dado se desprenderá, dejando al folículo libre para que otro pelo crezca de nuevo. Como vemos, el ciclo de renovación de pelos es natural. Los pelos se caen y nacen nuevos. Incluso cuando los cortamos no estamos renovando realmente el cabello, sólo la parte más externa del mismo. Por ello, la piel necesita deshacerse de los que más tiempo tienen. En condiciones normales solemos perder unos 100 pelos al día, aunque esto varía mucho entre personas.

¿Cuándo se cae más?

Entonces, ¿qué ocurre cuando, de pronto, nos encontramos con un montón de pelos en el lavabo? Como decíamos, el pelo necesita renovarse, algo que suele durar unos tres meses. Y esto puede ocurrir de manera estacional. Existen muchos y diversos mecanismos. Aunque no todos son bien comprendidos, el fenómeno se denomina efluvio telógeno, que es una forma de decir "caída masiva" del cabello. El efluvio telógeno ocurre cuando sufrimos de estrés o un acontecimiento dramático. Pero también puede ser estrés causado por una agresión al cuero cabelludo. Agresión como el exceso de sol, el cloro de las piscinas, el agua de mar o, sencillamente, el calor. Efectivamente, el calor hace que los folículos pilosos reduzcan su crecimiento. Pero, como decíamos, el efluvio telógeno ocurre cierto tiempo después del estrés, lo que explica que a una gran parte de la población se le caiga el pelo en otoño. Pero podría ocurrir en otras épocas: por ejemplo, ante una primavera muy cálida no sería raro empezar a perder el pelo en verano, cuando la agresión se acentúa. Tampoco sería extraño perderlo en primavera, tras un invierno estresante. El secreto no está en la época, sino en el estrés que sufrimos nosotros y nuestro cuero cabelludo.

Crónicas calvas

Haceos a la idea: todos os quedaréis calvos y calvas, si vivís lo suficiente. Dejando de lado las patologías (que hay varias) el cuero cabelludo tiene los días contados. La epidermis es uno de los tejidos que más sufre los estragos del tiempo, como habréis podido comprobar. Esto se traduce en folículos que se van dañando con el tiempo y terminan por resultar inservibles. Pero bueno, todavía existen muchas posibilidades de que nunca nos veamos sin pelo. Lo que nos lleva a otra cuestión ¿por qué hay más hombres calvos? Existen dos cuestiones. La primera es genética.

calvo

Aunque no conocemos bien cuáles son las razones por la cuales nuestros genes deciden que perdamos antes el pelo o no, sabemos que el conjunto que lo hace afecta de forma dominante a los hombres. Por tanto, tener a un familiar calvo es un buen pronóstico de nuestro futuro alopécico. Por otro lado, las hormonas son otro factor determinante. Las hormonas como la testosterona, la androsterona y la androstenediona influyen en los folículos pilosos. Estos van miniaturizándose de manera progresiva, perdiendo su capacidad de generar un nuevo pelo. La alopecia androgénica supone el 95% de la alopecia a nivel global. Y afecta también a mujeres, aunque en un caso muchísimo menor. En cualquier caso, al final, la piel se queda sin pelos. Es lo natural. Y si lo hace más en algunas épocas, como decíamos, no debe preocuparnos. O puede que nunca deje de caerse.