John Eastwood, de la Universidad de York en Ontario, Canadá, define el aburrimiento como "un estado aversivo de querer, pero ser incapaz, de participar en actividades satisfactorias, que nace de fallos en una de las redes de atención del cerebro”. Dicho así, parece que en nuestra cabeza y su incapacidad para disfrutar la acción está el problema, y no al revés. Y así es.

Respecto a este tema, recientemente se ha publicado uno de los informes más completos sobre el aburrimiento que se ha hecho hasta la fecha. Y pensarás que es una época extraña para sacarlo pues hoy en día casi nadie se aburre. O eso parece.

El aburrimiento se siente más intolerable ahora, quiero decir, más duro de soportar y todos huimos de él. Esto es porque hay tantas cosas por hacer y opciones disponibles que aburrirse parece casi una mala decisión deliberada.

A no ser que se de una desastrosa sucesión de cosas como que nieve o llueva y esto produzca un corte de luz e Internet y, además, no tengas baterías. Es difícil que alguien se siente y te diga que se aburre profundamente, ¿verdad? Bueno, no. No es verdad. Ahora se han hecho aburridas las acciones obligatorias, no nos aburrimos deliberadamente pero tomamos por aburridas las cosas no opcionales especialmente, por ejemplo: dos de cada tres estudiantes dicen que se aburren en clase todos los días.

El 63% de los participantes informanron de haber sufrido aburrimiento al menos una vez durante el período de muestreo de 10 días.

Por supuesto, es una buena lista de cosas a parte de ir a clase, como ver presentaciones PowerPoint, estudiar o que te obligan a no hacer nada en lo absoluto.

Sin embargo, aunque ciertas cosas aburren a la mayoría, estas mismas divierten a otros tantos. Lo único que es casi indiscutible es que a todos nos aburre algo alguna vez.

La relatividad del aburrimiento

Más específicamente, aburrimiento parece ser relativo: las cosas son dolorosamente aburridas en la medida en sean menos atractivas que otras cosas que podrías estar haciendo.

En general, nuestros tiempos son mucho menos aburridos que los pasados. La vida de hoy se vive con el tipo de emoción que nuestros antepasados sólo conocían en tiempos de batalla. En lo que respecta al resto de sus días, eran prisioneros de las tareas cotidianas y tenían que esperar mucho por cosas que ahora para nosotros son automáticas. Precisamente por eso, el aburrimiento se siente más intolerable ahora, en estos días, porque hay muchas más cosas para hacer que antes. Estamos acostumbrados al automatismo y la multitarea. Hasta los 30 segundos del microondas parecen demasiado.

Pero, en verdad, hace tiempo que los psicólogos tienden a estar de acuerdo que el aburrimiento es gran medida un rasgo de la personalidad, hay quien tiene ‘tendencia al aburrimiento’ y quien no se aburre casi nunca. Entonces, más que cosas intrínsecamente aburridas, hay gente aburrida.

También parece que se relaciona con otras manifestaciones psicológicas. El aburrimiento tiene más probabilidades de ocurrir cuando estamos en medio de las emociones negativas en lugar de positivas. Es particularmente predictivo de la soledad, la ira, la tristeza y la preocupación. Así, es más importante la emoción que la situación. El aburrimiento se asocia con la excitación baja y con situaciones carentes de significado.

Demográficamente, el aburrimiento es más frecuente entre los hombres, los jóvenes, los solteros y los de menor ingreso.

Y, aunque es aparentemente benigno, el aburrimiento puede ser una condición crónica que conduzca a problemas como la alimentación en exceso, abuso de los juegos de azar, las drogas o el alcohol.

¿Qué hacer? Bueno, esto no está resulto del todo pero, parece ser, atención y conciencia son la clave para este estado sin rumbo. La nueva revisión sugiere que las personas se aburren cuando tienen dificultad para prestar atención a la información interna —como pensamientos o sentimientos—, o a los estímulos externos necesarios para tomar parte en la actividad. Cuando estamos teniendo dificultad para prestar atención culpamos al medio de nuestro estado, pensando “esta tarea es aburrida”. Pero no es así, no hay tareas intrínsecamente aburridas, los aburridos somos nosotros.