Imagen propiedad de Torservers.net

Movernos por internet es algo que para muchos es tan natural como encender la luz, abrir el grifo del agua o respirar. Lo hacemos a diario prácticamente sin darnos cuenta.

Pero a lo que no estamos tan acostumbrados es a pensar qué implica navegar por páginas web desde nuestro dispositivo móvil o computadora, qué datos estamos facilitando sin darnos cuenta, qué información puede obtener una página a través de cookies y otros elementos de seguimiento.

En su día publiqué un artículo en el que reflexionaba sobre qué información obtiene Google a partir de nuestros hábitos de navegación. Parece una tontería, pero si echas un vistazo a tu historial de Google es posible que recuerdes páginas que has visitado o búsquedas que has realizado que incluso tú mismo habías olvidado. Pero Google no.

El problema no es que Google sea capaz de recabar toda esa información. El problema es que otras empresas o incluso organismos públicos de dudosa reputación puedan hacer lo mismo sin nuestro consentimiento.

En este sentido, navegar seguro implica no sólo no infectarnos de malware o ser víctimas de ransomware si no también vigilar que nuestros datos o historial de navegación no caen en malas manos.

Y Aquí es donde entra Tor, una herramienta de la que hemos hablado muchas veces en Hipertextual y que durante 15 años, y los que le quedan, ha permitido a muchos navegar por internet de forma anónima, evitando así censura en países donde internet está excesivamente controlado o el seguimiento de sus datos de navegación.

Tor, como tal, es un software que permite acceder a internet sin desvelar desde dónde nos conectamos ni qué estamos subiendo o descargando. Similar a la tecnología VPN, Tor utiliza servidores por todo el mundo para ocultar tu computadora o dispositivo y así evitar que te rastreen o que te impidan acceder a cierto contenido por tu posición geográfica.

¿El inconveniente? Obviamente, si tu información se mueve entre servidores por todo el mundo para no ser rastreada, la navegación será más lenta que en condiciones normal.

Alrededor del proyecto Tor hay varias herramientas, como Tor Browser, un navegador que facilita el anonimator, Orbot, que adapta Tor a dispositivos Android o Tails, un sistema operativo con Tor preconfigurado.

Solución 1: Instalar Tor Browser en tu pendrive

La opción más simple para tener Tor en un pendrive, memoria o stick USB es usando su navegador oficial, Tor Browser.

Tor Browser está basado en Firefox, al que se le han añadido complementos, como NoScript, HTTPS Everywhere y TorLauncher. Así, puedes navegar seguro y de forma anónima sin complicaciones. Además, elimina cookies y otros elementos al cerrar la sesión.

Tener este navegador en un pendrive añade un plus de seguridad porque los datos de navegación temporales se almacenan en el USB y no deja ningún rastro en la computadora a la que accedas. Eso sí, este método está limitado a ordenadores con Windows.

La instalación es relativamente sencilla. Descargas el instalador, lo abres y sigues las instrucciones. Cuando te pregunte dónde quieres instalarlo, indícale la ruta de tu memoria USB. Te servirá cualquier pendrive, pues sólo necesita 80MB de espacio. El formato puede ser el FAT habitual, que lee Windows sin problemas.

De ahora en adelante, sólo tendrás que conectar el pendrive a la computadora desde la que quieres acceder a internet y abrir el ejecutable principal.

Primero se abre una ventana en la que tienes que pedirle a Tor que te conecte a su red. No es necesario configurar nada. Una vez se realiza la conexión, se abrirá automáticamente el navegador de Tor.

Solución 2: Instalar Tails en tu pendrive

Es posible que quieras usar Tor desde un pendrive o stick USB sin importar qué sistema operativo tiene instalada la computadora a la que vas a acceder. En ese caso, tal vez prefieras llevar encima un sistema operativo independiente con Tor preconfigurado.

Tails es una distribución Linux basada en Debian que incorpora herramientas de seguridad y de navegación anónima como la propia Tor. Así, además de navegar seguro puedes realizar otras tareas.

Aunque se puede instalar en un ordenador con normalidad, también funciona desde un DVD, un pendrive, una tarjeta SD o incluso puedes instalarlo en una máquina virtual.

En esta ocasión, necesitarás un pendrive de, al menos, 4GB de espacio. A diferencia del método anterior, no podrás compartir el espacio con más archivos, ya que el sistema operativo monopoliza el pendrive. Pero si creas archivos o documentos desde Tails, éstos estarán disponibles en el stick USB pero sólo accesibles desde Linux.

Aunque la guía oficial de Tails dice que desde Windows no puedes instalar directamente Tails, sí puedes con una herramienta como LiveUSB Install, Rufus o Etcher.

Las tres funcionan desde Windows, Mac y Linux y te permiten preparar un pendrive o memoria USB con un sistema operativo como Tails a partir de la imagen ISO que has descargado previamente.

Al encender el ordenador, si el pendrive con Tails está conectado, iniciará ese sistema en vez del que tengas instalado. Si no es así, tal vez tengas que acceder al menú de arranque o Boot Menu (que suele activarse pulsando F12 al encender el PC).

Si no tiene ese menú, deberás ir a la BIOS (que suele activarse pulsando F2 al encender el PC) y cambiar el orden de arranque o Boot Order y que es probable que tenga el disco principal por encima de la unidad DVD o de la entrada USB. Posteriormente podrás cambiar ese orden las veces que sean necesarias.

Desde un Mac, al encenderlo, basta con pulsar la tecla Opción o ALT para que muestre los discos de arranque disponibles (el principal y, en este caso, el pendrive).

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