Cuando hablamos de nosotros mismos, la especie Homo sapiens, no es fácil asentar algunas cosas que deberían estar claras. ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Cuándo aparecimos? Estas cuestiones no tienen una respuesta clara a pesar de los esfuerzos realizados por los equipos científicos a lo largo de los años. Aunque un reciente estudio parece situar el origen de los seres humanos unos 100.000 años más atrás de lo que creíamos ¿Tiene sentido toda esta diatriba?
Más antiguos de lo que pensábamos
Según un reciente estudio publicado en la revista Nature, los seres humanos primitivos, pero ya parte de nuestra especie, Homo sapiens, podrían ser entre 100.000 y 150.000 años más antiguo de lo que se pensaba. Hasta la fecha, el H. sapiens africano se remontaba a hace unos 195.000 años. Con los restos descubiertos en Jebel Irhoud, Marruecos, la presencia de nuestras especie podría dar un salto atrás en el tiempo unos 100.000 o 150.000 años, según sus investigadores. Esto tiene varias implicaciones. Por ejemplo, indicaría que la presencia de nuestra especie no se limita al África subsahariana, lo que plantea nuevas hipótesis sobre la evolución humana. En la investigación, llevada a cabo por Jean-Jacques Hublin, Abdelouahed Ben-Ncer, Daniel Richter y Shannon McPherron, del Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, Leipzig, Alemania, se han analizado los restos descubiertos en el yacimiento de Jebel Irhoud.
Estos consisten en diversas piezas de hasta cinco esqueletos homínidos junto a diversos huesos de animales y herramientas de piedra similares a las encontradas en yacimientos musterienses europeos. Precisamente, explican los expertos, este hecho hizo suponer que el yacimiento, descubierto en 1960, contenía restos neandertales. Sin embargo, los análisis llevados a cabo por el equipo demostrarían que antes que los habitantes neandertales habrían existido en la misma zona Homo sapiens mucho más antiguos. No obstante, a pesar de los esfuerzos, el yacimiento sólo ha aportado algunas piezas de la mandíbula y el cráneo, así como las herramientas. ¿Se puede obtener tanta información a partir de unos pocos restos?
Una afirmación aventurada
Para poder comprender mejor qué información se puede obtener a partir de los restos homínidos, Hipertextual se ha puesto en contacto con el antropólogo forense y Catedrático de Antropología Física en la Universidad de Granada, Miguel C. Botella. "En realidad estamos llegando a una realidad científica mucho más lógica, que es un origen del Homo sapiens mucho más antiguo de lo que pensábamos", comenta por teléfono. "Pero ahora nos topamos con otro problema y es el buscar el 'más antiguo y el mejor'". Con esta afirmación, Miguel pone de manifiesto un hecho tristemente reiterado en las publicaciones de los últimos años: a veces importa más el "que hablen" que el rigor del descubrimiento. "A mi juicio las cronologías están ya relativamente bien fijadas. No es tan fácil retrotraerse 100.000 o 200.000 años. Tienen que aparecer muchas más evidencias para fijarse una cronología".
El experto muestra así un cauto escepticismo, necesario en un área que se da bastante al debate. "A mi juicio hay que asentarlo un poco más. Cuando se van acumulando las evidencias se puede hablar con seguridad. Pero con unos restos un poco... tal vez 'pillados con alfileres', afirmar tajantemente una cosa me parece un poco aventurado". A ojos del catedrático, "la evolución humana es tan compleja que resulta enormemente sencilla", en sus palabras. Los caracteres aparecen siguiendo unas pautas que podríamos decir "normales" dentro del proceso evolutivo y no pueden existir saltos cronológicos que no cuadren adecuadamente con la lógica de dicha evolución. Entre dichos caracteres están el incremento progresivo de la capacidad craneana y el aumento progresivo de las funciones cerebrales como consecuencia.
El error del eslabón
A la luz de esta afirmación, hay que entender que acotar una especie u otra es muy complejo, si no imposible. "La evolución es un todo continuo", explica Miguel, "no podemos separar salvo con un carácter cartesiano o aristotélico a las especies, en cajitas. Cada vez que se reproduce un sujeto aparece uno nuevo ser. Los nombres y los saltos los ponemos nosotros. En la naturaleza no ocurre así". Para el catedrático no existe un límite claro y unívoco que delimite a una especie de otra. La cuestión tiene que ver con una cuestión temporal. "¿En qué nos diferenciamos nosotros de los primeros australopitecos? En mucho, naturalmente, porque estamos viendo el inicio y el final en un espacio cronológico muy amplio". Pero si todo ese tiempo "lo rellenáramos" de generaciones de sujetos, ¿qué veríamos? Probablemente en esta serie no podría apreciarse dónde comienza una especie y dónde termina la anterior.
"En la naturaleza lo que existen son seres vivos que suceden unos a otros"
Esta idea es un error conceptual promovido por la necesidad científica de etiquetar y ordenar. Una necesidad que ha dado al acervo colectivo la idea de "eslabones" en la evolución humana. "Yo creo que cuando hablamos de especies y de cambios, hay que tener mucho cuidado porque no es fácil considerar qué es cada cosa. ¿Qué es un Homo habilis, o un Homo erectus? ¿Son distintos? Por supuesto, pero dentro de una línea de sucesión lógica". Comenta Miguel al preguntarle por los pasos que ha dado la evolución humana. "El Homo neanderthalensis no se llamaba a sí mismo neandertal, ni el Australopithecus, australopiteco. Tenemos que saber que esos son sólo nombres, artificios científicos que nos permiten conocer el proceso que ocurrió. Y el bosque no debería impedirnos ver los árboles".