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Jugador 1

Todas las artes iniciaron en grupo. Las cuevas decoradas que reunían a un grupo de oyentes con antorchas, los actos religiosos que daban inicio al singular arte dramático o incluso la lectura de este mismo texto, que no hubiera sido posible sin cientos de años que moldearon el término de lectura individual.

Mientras jugaba ese emulador de recreativas, mi primera noción de videojuego junto a mi hermano. Cuando ambos fingíamos cerrar los ojos para observar el escondite donde mi padre guardaba aquel disco.

Los gritos prepubertos del cyber, las peleas por el número insuficiente de controles, aquellos saltos y puñetazos que surgían de las derrotas o ese simple argumento de por qué todos estábamos cansados de jugar Fifa y preferíamos algo que se pudiera jugar entre los cuatro.

He ahí el nacimiento de los videojuegos, mi experiencia y mucho de eso que ya hemos dejado atrás.

Aunque todos hemos aprendido a odiar esa época de una forma u otra.

Estoy anhelando el día en que la tecnología avance hasta un nivel donde más de dos personas puedan bailar en la alfombra japonesa de las pisadas y donde cada persona pueda experimentar una pantalla sin cortes que de igual forma permita desconectar el control de tu contrincante cuando se pasa de la raya.


Jugador 2

No puedo creer que finalmente mi fantasía se ha vuelto realidad. Hasta cuatro mandos al mismo tiempo, y ahora existe una tecnología milagrosa que nos permite jugar sin la necesidad de cables: ¿será eso posible en verdad?

Llevamos más de tres horas en la cruzada y la fila de gente que espera por jugar un partido ya llega hasta la sala. Como odio, desde lo más profundo de mi corazón el Fifa —también tiene que ver el hecho de que apesto—, he decidido buscar la influencia de mi madre para que detenga esta farsa absurda y le de una oportunidad a los plebeyos que buscan evocar la natural sensación de la guerra.

Un grupo de dos milicianos logró perfectamente detener la operación, consiguiendo que la manada de desesperados saliera del cuarto y les diera una pequeña oportunidad de juego.

Duró aproximadamente media hora antes de que mi hermano actuara ante el consejo y desconectara la consola, mi primo trataba de consolarme mientras derramaba lágrimas de orgullo y planeaba mi venganza. A la mañana siguiente, la tragedia había visitado la casa de los Orellana.


Jugador 3

Defendía vocalmente la calidad del fallecido aclarando que la vida era muy corta y vaya que podía ser bien vivida, pero cambié de bando en un instante y me convertí en el consumidor nro. 70.000.000 en recibir una Wii por encargo al extranjero.

Maravillados por la creación, los diarios de juego mostraban unas cinco horas diarias que fueron lo suficiente para que mi padre entrara a la sala sin previo aviso para arrancar la consola y esconderla en un lugar inadvertido, le mostré a mi hermano días más tarde donde había sido escondida y me aconsejó no hacer nada al respecto, era un cobarde.

Pretendíamos ponernos en forma con la invención, organizando sesiones de entrenamiento físico y continuo con distinguidos miembros de la comunidad. Después se dedicaban unas hora a la especulación futurística de jugar fútbol pegando los controles a los zapatos, o guantes especializados para poder jugar Naruto como Dios manda.

Aunque sólo era cuestión de tiempo para buscar una experiencia más pura.

Y que molestara menos a ese padre de familia.

Cuando el Ps3 llegó a nuestras puertas lo más cercano al juego individual que teníamos en mente era ese Tomb Raider que por una obvia razón disfrutábamos en comunidad. Y vaya que las relaciones se acortaron un poco al tener básicamente sólo dos opciones de juego multijugador.

Significaba el descenso de los jueguitos en las camas de los Sims, la construcción de ciudades que nunca se jugaría de un solo jugador y los numerosos juegos de pelea que empezaban un descenso monumental.

Poco nos importo, y nos concentramos en jugar, jugar, jugar. Jugar hasta el día siguiente como extraños muñecos de hilo, jugar en las tardes antes de ir a la piscina o simplemente jugar porque no teníamos nada que hacer. Ahora es donde las cosas empezaban a cambiar un poco.


Jugador 4

Gente corriendo, la sangre corre las mugrientas calles de Los Santos y disfruto cada segundo de ello. Pasa el control, debí dejar esa granada como propina de mi masacre. ¿Por qué será que todo ha cambiado tan rápido?

Apenas termino la adolescencia, conozco a pocos de esos amigos, algunos de esos juegos. Sólo mis recuerdos lo hacen. La creación de los videojuegos fue hace aproximadamente sesenta años, casi la edad de mi padre y sin embargo no se parecen remotamente a lo que eran hace diez años.

Millones de personas están conectadas, juegan a escala global. Un avance como nunca se había visto antes antes antes, ha ocurrido otro error... creo que alguien se está apoderando de ESTE artíkulo. Los videojuegos actuales no quieren que tenga amigos, yo no quiero tener amigos, dónde están mis amigosssssssssssssss actuales

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Jugador 5

Pero al parecer he estado siendo hipócrita ante mi propia opinión.

¿Cuál es el punto de escuchar mis historias del juego comunitario cuando todo lo que obtienen de la experiencia es un testimonio individual de una vida en grupo? Esta es la razón por la que debemos llamar a la caballería Hipertextual: el crítico de videojuegos de la página Javier Monfort.

He tenido tantas memorias con el multijugador local, que es momento de preguntar si lo mismo puede ocurrir con el juego online. Es verdad que disfruto gritando y pateando a mi contrincante, y puede que no tenga suficientes habilidades para desarrollar una relación a distancia —y mucho menos a través del micrófono de Rock Band que utilizo para ello—.

Totalmente impractico.

Tratemos de aplicar un poco de esa filosofía y escuchemos el testimonio de un compañero que he conocido online:

"No fue hasta la entrada en casa de la Xbox 360 cuando mi hermano y yo empezamos a descubrir eso que se hacía llamar juego online. De repente, podíamos dejar atrás los bots y las IA torpes y facilonas y jugar contra gente de todo el mundo. Que la consola recibiera auténticas maravillas en su vertiente multijugador como Halo 3 o Gears of War (tanto en competitivo como cooperativo) hizo que el apartado online de los juegos fuera ya un pilar absoluto en nuestro entretenimiento. En mi caso, fue en 2007, con la llegada de Call of Duty 4: Modern Warfare, cuando encontré el que, hasta día de hoy, sigue siendo el juego que más he disfrutado en su modo en línea; no solo porque siga siendo, para muchos, el mejor Call of Duty lanzado hasta la fecha si no por el grupo de jugadores que conocí: gracias a amigos de amigos, foros de Internet o el simple matchmaking, terminamos juntando un grupo de una docena de personas, repartidas por toda España, que pasamos decenas de horas jugando juntos. Hoy en día, diez años después, dos de esas personas siguen siendo grandes amigos e intentamos vernos un par de veces al año.

Desde entonces, no hay shooter o juego deportivo en el que no invierta horas en su apartado online cooperativo o competitivo (los distintos Gears of War, muchos Call of Duty, Borderlands, Destiny, FIFA, NBA 2K e infinidad de títulos más) y gracias a ello he conocido a gente de lo más agradable y, sobre todo, pasado grandes momentos a los mandos. Y es verdad que sigo prefiriendo los juegos que se centran en la experiencia para un jugador (RPG, J-RPG, aventuras, plataformas, etc.) pero no concibo la industria del videojuego sin grandes títulos online en los que invertir decenas de horas cada año".

Existen experiencias de este tipo en todas partes. Una docena de personas, repartida por toda España y todo lo que tenía se extendía a unas cuantas cuadras de alcance, ahora incluso menos. ¿Pero es lo mismo el juego local al online?

Un duro golpe significó el descenso de juegos split screen en el mercado actual. La partida de Call of Duty que se reduce a un máximo de dos jugadores y un mercado que debe evolucionar tan rápido que tiende a olvidar lo que va dejando atrás.

No creo que sonarían tan cool.

Con más conexión y muchísima más difusión no creo tener una idea específica de cómo serán los videojuegos en el próximo siglo, pero con tanta historia, tantos llantos y luces rojas ¿solemos regresar a buscar lo que se nos ha perdido cuando estamos muy lejos de casa?

Tengo muchos amigos, pero dudo poder llegar a saludarlos con un apretón de manos algún día. Dudo en aquellas reuniones de ejercicio comunitario, aquellos complots milicianos y dudo que alguno de ellos sea más que un simple robot con pretensiones de humano.

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