Fue en abril de 1990 cuando la cadena estadounidense ABC estrenó una de las series de mayor recuerdo e influencia de la historia de la televisión: **Twin Peaks, creada por el excéntrico cineasta David Lynch y el guionista Mark Frost. Tuvo dos temporadas y un total de treinta episodios, de los que solamente seis fueron dirigidos por Lynch, y el último se emitió en junio de 1991. Trataba todo lo que envolvía al misterioso asesinato de Laura Palmer, una querida adolescente del pequeño pueblo ficticio sito en el estado de Washington que da nombre a la propia serie. Como precuela y epílogo, Lynch rodó el largometraje Twin Peaks: Fire Walk with Me en 1992** que puede verse en Movistar+.
Y este parecía ser el final definitivo de la senda recorrida por la serie hasta que, en octubre de 2014, se anunció que iba a continuar con otras 18 partes de la mano de Showtime y, por fortuna, Lynch y Frost. Los dos que dan inicio a sus dieciocho flamantes capítulos se lanzarán el próximo 21 de mayo en Estados Unidos, y podrán verse simultáneamente en la madrugada española del día 22 en Movistar+, que también ofrece ya las otras dos temporadas bajo demanda. Para ir abriendo boca, aparte de revisar quizá lo que ya se emitió en su momento o de adentrarse por primera vez en los entresijos sobrenaturales de Twin Peaks, **nada mejor que explicar su peso para la ficción televisiva y su gran influjo en las series posteriores*.
Para empezar, conviene acordarse de que, junto con The X-Files* (Chris Carter, desde 1993), fue la pionera en el traslado de la perspectiva cinematográfica a las series de televisión, es decir, a ninguna otra se la dotó antes de los medios económicos y técnicos, del talento que escaseaba en la caja tonta, de la complejidad narrativa y visual y, en fin, de la calidad precisa para no tener que envidiarle nada en absoluto a las mejores producciones de la gran pantalla. Y es en la adopción de esta perspectiva donde se encuentra el origen de la pregonada edad de oro de las series de televisión estadounidenses, que tantas alegrías nos ha dado en las últimas décadas y que, para rematar, ha empujado a los creadores televisivos del resto del mundo a imitarlas.
Así pues, esta innovación de Twin Peaks, su influencia y a dónde ha conducido, por sí solas, ya son un hito en la historia de la ficción televisiva. Y una de las razones de que se decidiese terminar con ella tras sólo dos temporadas, además de las desavenencias creativas esperables entre la ABC, Lynch y Frost y de que el segundo se ocupase en rodar por entonces la película Wild At Heart (1990), fue que la multitud de elementos abstractos que entrañaba parecían demasiado para el espectador medio, lo que indica su capacidad para trascender el entretenimiento simple y adentrarse en las regiones del producto artístico.
Por otro lado, como serie de culto que llegó a ser, con un nombre para sus propios seguidores incondicionales, los peakis, no pocos habría entre los realizadores y guionistas televisivos. De hecho, los hay que, tras un éxito con su propia serie, han reconocido estar muy influenciados por Twin Peaks y haberlo dejado patente en su trabajo. La primera en la que se percibe esto es la temprana **Northern Exposure (Joshua Bran y John Falsey, 1990-1995), que narra la historia de un médico que se traslada a una pequeña localidad de Alaska a ejercer su profesión, como el agente especial Dale Cooper (Kyle MacLachlan) llegaba al pueblecito de Laura Palmer a ejercer la suya, y ambos, ajenos al lugar, conocen a los personajes extraños que allí residen; todo contado con un tinte surrealista.
A Eerie, Indiana** (José Rivera y Karl Schaefer, 1991-1992) podría considerársela la Twin Peaks juvenil, sobre un adolescente que se muda con su familia a la población irreal que le da título, llena de moradores estrafalarios y enigmas paranormales, y con el cartel del municipio y su número de habitantes en portada, como la creación de Lynch y Frost, con la que comparte a un actor que interpreta a sendos policías: Harry Goaz, que es Andy Brennan en Twin Peaks. Por su parte, en la coral y atípica **Picket Fences** (David E. Kelley, 1992-1996), el sheriff de Roma, en el estado de Wisconsin, se dedicaba a investigar diversos e insólitos incidentes ocurridos allí.
Pero la primera serie de indiscutible importancia para la que las peripecias del agente Cooper son un referente claro fue la protagonizada por Fox Mulder y Dana Scully, sus compañeros del FBI a cargo de una sección que investiga oscuros casos sin resolver a los que se relaciona con fenómenos inexplicables. **The X-Files** ahonda en el legado evolutivo de Twin Peaks, con un actor protagonista, David Duchovny, que había encarnado al agente Dennis, de la DEA, en esta última y cuyo personaje guarda similitudes insoslayables con el agente Cooper, y se harta de recorrer pequeñas poblaciones y bosques de Estados Unidos con Scully, siguiendo sueños e intuiciones para resolver casos.
Ambas alumbran su misticismo particular y su atmósfera enrarecida, construyen una mitología propia, y poseen un tema musical de cabecera reconocible, compuesto por Angelo Badalamenti y Mark Snow, y un eslogan muy popular: “¿Quién mató a Laura Palmer?” y “La verdad está ahí fuera”, respectivamente. **Wild Palms (Bruce Wagner, 1993) y American Gothic** (Shaun Cassidy, 1995-1996) también recogieron el espíritu de Twin Peaks. Como **Lost (J. J. Abrams, Jeffrey Lieber y Damon Lindelof, 2004-2010) en muchos aspectos: la historia coral, la simbología, las mil y una incógnitas, los saltos espaciotemporales en un sitio concreto, palancas peligrosas, el ambiente onírico, la mística y las visiones con caballos, frases al revés y cabañas reveladoras en medio de la espesura.
Fringe** (Abrams, Alex Kurtzman y Roberto Orci, 2008-2013) sigue la estela de la serie de Lynch y Frost pasada por el filtro de The X-Files, tanto en sus planteamientos conceptuales como en las similitudes entre el agente Cooper y Peter Bishop. A **Happy Town** (Josh Appelbaum, André Nemec y Scott Rosenberg, 2010) se la promocionó como “la nueva Twin Peaks; y **The Killing (Veena Sud, 2011-2014), pese a tratarse del remake de una serie sueca, bebe tanto del misterio en torno a Laura Palmer que su enunciado promocional es: “¿Quién mató a Rosie Larsen?”. Como Wayward Pines** (Chad Hodge, desde 2015), aunque circulando por distintos derroteros.
Chris Carter con The X-Files, J. J. Abrams con Lost y su productor ejecutivo Carlton Cuse y el cineasta M. Night Shyamalan al producir Wayward Pines señalaron explícitamente a las andanzas del agente Cooper como una de sus inspiraciones pues, igual que a ellos cuatro, la serie de finales de los ochenta y principios de los noventa del siglo pasado impresionó a varias generaciones de espectadores cinéfilos. No por nada la han resucitado ahora, de modo que los peakis y los devotos de Lynch españoles podrán ver su continuación en exclusiva en Movistar Series Xtra con un estreno simultáneo a EE.UU., doble episodio, en Movistar+ a partir de la madrugada del próximo día 22. Porque no hay duda de que **el mundo sigue ávido de Twin Peaks**.