"Ver la música y oír colores", así se suelen describir algunos de los muchos efectos producidos por ciertas drogas. Entre ellas se encuentran las setas alucinógenas. Pero, ¿por qué ocurre esto? ¿Cuáles son los mecanismos que explican el efecto que se les atribuye? El cerebro es el que tiene la última palabra en ese sentido. Y las explicaciones van arrojando luz a medida que se llevan a cabo más y más estudios al respecto. Estudios nada fáciles, por cierto, debido al tipo de sustancias de las que hablamos. Esto es lo que sabemos al respecto.

Psilocibina, la protagonista

En primer lugar vamos a dejar claro que las setas alucinógenas pueden ser las que contengan, en concreto, ciertos tipos de sustancias: la psilocibina (y psilocina) y la muscarina. La muscarina, producida por setas del género Aamanita, a pesar de tener efecto psicoestimulante, es de uso muy poco común debido a su toxicidad. Así que vamos a dejarla de lado. Centrémonos en la psilocibina. Esta sustancia es la verdadera protagonista de los efectos producidos por las setas alucinógenas. La psilocibina es un alcaloide, una sustancia secundaria, responsable del efecto psicoactivo de estas setas. Esta es la precursora de la psilocina, un derivado enteógeno. Un enteógeno es una sustancia vegetal o un preparado de sustancias vegetales con propiedades psicotrópicas. Ambas sustancias son de las clases de drogas del indol y la triptamina.

Setas aluncinógenas
Psilocybe quebecensis

La psilocibina en muchas de estas setas viene acompañada de ciertos compuestos fenólicos azulados. Por ello, el color azul suele asociarse a esta sustancia alucinógena (aunque no siempre con razón). Las setas del género Psilocybe, conocidos comúnmente como hongos psilocibios, suelen producir esta sustancia en mayor o menor medida. Es necesaria cierta cantidad para que surtan los efectos de la misma. La toxicidad de la psilocibina es bastante baja, menor que la de la cafeína, por ejemplo. Hasta la fecha no se ha documentado ningún caso de muerte causada en exclusiva por la psilocibina como sustancia. Para terminar de entender a esta sustancia, la psilocibina se absorbe a través de las mucosas de la boca y el estómago. Los efectos dependen mucho del metabolismo de la persona, por lo que la experiencia no suele ser la misma. Por último, los estudios indican que la psilocibina (y la psilocina) no generan ningún tipo de dependencia. ¿Cuáles son los efectos que produce en el cerebro?

¿Cómo actúan las setas alucinógenas en tu cerebro?

A pesar de que las setas alucinógenas no están consideradas en ningún tipo de uso médico, existen varios estudios que han tratado de relacionar sus efectos con tratamientos y beneficios clínicos de variada índole. Entre ellos están el tratamiento de la depresión y la ansiedad, entre otros. Pero entendamos por qué. Hasta donde sabemos, la psilocibina actúa sobre el córtex prefrontal, la parte que se encarga del pensamiento abstracto, el análisis consciente y, importantísimo, las zonas responsables de la percepción y el humor. El efecto es difícil de comprender, pero sabemos que actúan sobre las vías neurológicas principales de transmisión. En concreto, la psilocina, proveniente de la psilocibina, actúa como agonista de los receptores de la serotonina. Esto quiere decir que se une a estos imitando los efectos de esta hormona, la cual está relacionada con la percepción del dolor y de la ansiedad.

Setas alucionógenas
Esta es una simplificación de las conexiones generadas en el cerebro por la psilocibina (a la derecha) en comparación con un placebo (a la izquierda). Los datos han sido obtenidos a partir de una fMRI.

Por ello, las setas alucinógenas provocan una exacerbación en las conexiones neuronales. Este exceso de conexiones provoca en ocasiones un fenómeno llamado sinestesia. La sinestesia ocurre cuando las vías de los sentidos se activan con estímulos que normalmente no se corresponden. Por ejemplo, literalmente oír un color u oler una melodía. La sinestesia ocurre, según explican algunos estudios, por la manera que tiene la psilocibina de estimular las vías nerviosas de manera exacerbada, excesiva, aunque es un fenómeno que no siempre se presenta ni lo hace de la misma manera. Este proceso es también conocido como alucinación. Y en él reside en gran parte la serie de efectos beneficiosos contra la ansiedad, por ejemplo. Uno de los fenómenos encontrados consiste en la inhibición de una parte cerebral encargada de concretar la conciencia del "yo".

Esta región tiene una manifestación especialmente fuerte (muy interconectada) en las personas con depresión y ansiedad crónicas. De hecho, existen estudios que tratan de ver el efecto de una intervención quirúrgica para aliviar estos casos. Sin embargo, el uso de la psilocibina podría ser mucho más útil, menos invasivo y más agradable. Eso no quiere decir que sea la panacea, pues lo que hace este compuesto es apagar momentáneamente esta parte del cerebro. Aunque ciertos estudios apuntan que podría ser casi igual de efectivo que la intervención. Además de lo anterior, el hecho de afectar a las zonas de la percepción del yo podría desencadenar una experiencia conocida como "extrasensorial" o de "abandono del cuerpo", donde nuestro cerebro desconecta el sentido de propiocepción. Como ocurre con otras drogas, la psilocibina entra dentro de las sustancias prohibidas, lo que ralentiza y dificulta mucho el trabajo para entender su función fisiológica y su capacidad medicinal. Quién sabe si una visión más práctica de estas sustancias, y un poco más de conocimiento, ayudarán en el futuro a comprender mejor los extraños efectos provocados por la psilocibina y sus derivados.

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