exoesqueleto

Sufrir un traspié y caer de bruces sobre el suelo. La escena, protagonizada en público por personalidades como George W. Bush o el rey Juan Carlos I, es frecuente en el ámbito privado. Especialmente en el caso de las personas mayores, que pueden arrastrar lesiones graves o discapacidad después de una caída e incluso poner en riesgo su vida como consecuencia de un simple batacazo. De ahí que la prevención de los tropiezos sea fundamental, con el objetivo de mejorar el bienestar y la calidad de vida de la población.

Científicos de la Scuola Sant’Anna (Italia) y de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) han logrado diseñar un exoesqueleto capaz de detectar una mínima pérdida de equilibrio y así evitar posibles caídas. El dispositivo robótico, denominado Active Pelvis Orthosis (APO, en inglés), ha sido presentado en un estudio publicado hoy en la revista Scientific Reports. Sus resultados, según el equipo de Silvestro Micera, podrían ayudar a prevenir caídas fatales, especialmente en la tercera edad.

Un dispositivo para prevenir caídas

El exoesqueleto es un sistema inteligente, ligero y fácilmente personalizable, considerado como el primer dispositivo que no se centra en mejorar el movimiento regular, sino en la prevención de caídas. Los investigadores explican que su desarrollo está dirigido a las personas mayores, que protagonizan el 40% de las caídas fatales en Europa, aunque el exoesqueleto también podría ayudar a individuos con discapacidad física, amputados o con problemas neurológicos.

Su diseño está muy alejado de las típicas "armaduras" de ciencia ficción, sino que se ajusta desde la cadera hasta las extremidades inferiores. El primer prototipo es personalizable en cuestión de minutos, según los autores del estudio, ya que solo es necesario adaptar el exoesqueleto al tamaño del individuo y a su forma de caminar. El dispositivo robótico fue evaluado en diez pacientes del Hospital Fundación Don Carlo Gnocchi de Florencia, un tamaño de muestra todavía reducido para determinar la seguridad y la eficacia del prototipo.

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Los científicos esperan realizar pronto más ensayos clínicos para probar el funcionamiento del exoesqueleto. Uno de los participantes en el estudio fue Fulvio Bertelli, un italiano de 69 años que se mostró "más seguro de sí mismo cuando portaba el wearable consigo". Una vez que los investigadores ajustaron el sistema a su tamaño y a su forma de andar, el hombre comenzó a caminar sobre una cinta y, en el momento en el que perdía el equilibrio, el sistema APO utilizaba un algoritmo que era capaz de detectar el problema y prevenir su caída, como se muestra en el vídeo anterior.

Tras evaluar de forma preliminar la respuesta biomecánica de los sujetos que llevaban el dispositivo robótico, el equipo de Micera pretende ahora confirmar sus resultados en nuevos estudios con un mayor número de participantes. El grupo de científicos también adelanta otro nuevo desafío, en este caso estético, con el fin de mejorar el diseño del prototipo inicial y hacer que el exoesqueleto pueda a medio plazo ser utilizado en la rutina diaria de aquellas personas que lo necesitaran.

Un grave problema de salud para la tercera edad

Pese a los resultados preliminares del estudio, la investigación sobre este tipo de dispositivos puede suponer un gran avance para la mejora del bienestar y de la calidad de vida de las personas de la tercera edad. Según la Organización Mundial de la Salud, las caídas son la segunda causa mundial de muerte por lesiones accidentales o no intencionales. Cada año fallecen 424.000 personas debido a caídas, un problema que se agrava especialmente en las personas mayores de sesenta años.

En 2007 se presentó el Informe Mundial de la OMS sobre la prevención de las caídas en las personas mayores. El documento recogía a su vez un análisis realizado por el Consejo Nacional sobre el Envejecimiento de Estados Unidos, en el que se demostraba que la incidencia de las caídas fatales aumenta exponencialmente a medida que se incrementa la edad. Las tasas de caídas fatales eran mayores cuanto más se envejecía, tanto en hombres como en mujeres, según una encuesta realizada en Estados Unidos durante 2001. Los datos son similares en todo el mundo, dado que la edad es uno de los principales factores de riesgo de las caídas.

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En la Unión Europea las caídas fatales también son un grave problema de salud. Entre 2010 y 2012, los Estados miembro de la UE comunicaron a la Oficina Regional para Europa de la OMS el número de caídas registrado en estos países. Alemania, Francia y Reino Unido fueron las regiones que mayor número de caídas fatales detectaron. Chipre, Malta, Luxemburgo y Estonia, por el contrario, se convirtieron en los países con un menor número de caídas fatales durante este período, como se puede ver en el siguiente gráfico.

Dado que la edad es un factor de riesgo muy importante de las caídas fatales, el informe publicado por EuroSafe y la Red Europea para la Acción sobre el Envejecimiento y la Actividad Física (EUNAAPA, en inglés) ha ajustado los datos anteriores teniendo en cuenta la proporción de población envejecida. En el siguiente gráfico se puede observar la incidencia de caídas fatales estandarizada por cada 100.000 habitantes mayores de 65 años. En este caso, las tasas más altas se observan en Hungría y Croacia frente a Chipre, Luxemburgo, Estonia y Grecia, con las cifras más bajas.

Las investigaciones que se han llevado a cabo en los últimos años muestran que los ancianos son los que corren mayor riesgo de muerte o lesión grave por caídas, y dicho riesgo se incrementa con la edad. No obstante, la mayor parte de las caídas no son mortales, pero sí provocan un gran deterioro de la condición física y del estado de salud de los afectados, al requerir en muchas ocasiones de atención médica u hospitalización en los casos más graves.

La puesta en marcha de estrategias preventivas, según la OMS, debe centrarse en la educación, la capacitación, la creación de entornos más seguros o el desarrollo de investigaciones y políticas para reducir los riesgos. Avances como el presente exoesqueleto robótico, o dispositivos más antiguos, como una falda con airbag para evitar caídas en los ancianos, muestran el potencial de la tecnología para mejorar el bienestar y la calidad de vida de las personas con mayor riesgo de sufrir una caída.

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