El sistema Stoplight o “método Semáforo” fue inventado por Roberta Slobodian, una profesora de Inglés de Estados Unidos. En esencia, al menos en su concepción original, trataba de ser un sistema de evaluación formativa después de las lecciones de clase; que en realidad casi roza la gamificación.
Se trataba de obtener un feedback diario de los alumnos y así saber qué sí habían entendido de la lección y, sobre todo, qué no, para saber cuáles de los conceptos era recomendable repetir sin necesidad de hacer exámenes a diario. Como estas estrategias de evaluación normalmente no se califican, porque el profesor está tratando de averiguar lo que los niños no conocen para usar esa información para hacer la clase más eficiente, los alumnos pueden realmente demostrar lo que no saben, sin jugarse ninguna nota importante.
Roberta empezó a usar unos círculos de colores en sus clases, de los tonos característicos de los semáforos, para tres niveles de comprensión: me lo sé, entendí algo pero debo repasarlo o debería repetirlo, y no lo entendí en absoluto. Y hacía pegar con post-it a sus alumnos a la salida las partes de la lección en cada uno de ellos según lo habían entendido o no, de forma que así ella notaba por ponderación qué sería recomendable repetir o explicar mejor al día siguiente. En este video lo ilustra bien:
Sin embargo el método se ha extendido muchísimo y ahora hay muchísimas variantes basadas en el semáforo. Por ejemplo, puede funcionar desde pequeños cambios sobre la idea original, como sería un sistema de estudio para priorizar el material: subrayar por colores las lecciones. También existe un sistema para pulir los escritos propios frase a frase. E incluso hay una variante de la pirámide alimentaria para personas con alergias, intolerancias alimenticias o particularidades.
El sistema en todos los casos va de que cada color significa algo, que varía un poco y depende del objetivo final de la técnica, pero siempre es una especie de baremo de mejor a peor:
- Verde: lo entendí, lo recuerdo, está bien, es bueno.
- Amarillo: más o menos, lo entiendo a medias, incompleto, hay que tener cuidado con ello.
- Rojo: no lo entiendo, hay que profundizar; o bien no sirve o hay que evitarlo.
Como vemos, si se extrapola lo suficiente se puede aplicar a casi cualquier cosa imaginable. Para recordar crea un buen disparador visual en todos los casos, para categorizar es simple y para aprender puede ser de gran ayuda.