Creación de empresas con la concepción de una expansión internacional sin fronteras; quizá esta es la máxima que se intenta replicar en esta nueva cultura emprendedora que ha barrido medio país y que, como todo, tiene sus más y sus menos.

Algunas emigran al otro lado del Atlántico, a Estados Unidos concretamente, por aquello de ser La Meca del emprendimiento. Pero su saturación y gran competitividad, además de la afluencia de medio mundo, dificulta la capacidad de la mayoría para triunfar. El destino lógico y obvio para muchas tecnológicas españolas es Latinoamérica; por idioma, cultura e influencia, entrar es mucho más simple, que no fácil, para muchas compañías. Europa, un destino obvio, se da por hecho. Y en esta historia ya sólo nos queda Oriente, en toda su magnitud. India, un país altamente competitivo especialmente en lo que a fabricación de software se refiere, es uno de esos destinos preferidos. Pero, sin duda, el país que genera más atracción es China.

Ya no sólo por la gran cantidad de ciudadanos que tiene uno de los países más poblados del mundo, sino porque las oportunidades de negocio que ofrece son casi infinitas. Con una economía que ha jugado a las idas y venidas durante muchos años, raíz de la gran crisis financiera, sus cifras confirman que su estado financiero repunta una media de un 6,9% durante los últimos años. Es, a todas luces, una potencia mundial con todas las letras.

Estar es complicado, pero entrar aún más

Uber, Facebook, Google, LinkedIn... la lista de grandes empresas que han intentado o están tratando de entrar en el paraíso chino es inmensa. Algunos con mejor suerte que otros: por su parte, el imperio de Kalanick ha tenido que plegarse a los deseos de su mayor rival. Google se encuentra limitado hasta el exceso, al igual que Facebook o Twitter, y LinkedIn ha cambiado su aspecto. Lo que sea para entrar y triunfar.

Según el ICEX, son más de 100 empresas las que han aterrizado en China hasta 2016. Mucha entidad de servicios jurídicos, probablemente vinculado a la ayuda en la gestión de una burocracia completamente diferente, y una gran cantidad de industria de fabricación para su posterior exportación.

A esta larga lista se le suman ahora las pequeñas tecnológicas. Ludei, en su momento, ReviewPro o Anken forman parte de esa lista. En el caso de Tappx, una empresa española de publicidad para apps y con sede en Barcelona, lleva tiempo trabajando para lograr más usuarios fuera de España. Sin necesidad de sede u oficina fuera, la app ya concentra el 30% de sus usuarios en China. Por esta razón, llegar al país era una buena idea. Como comenta, Daniel Reina CEO de Tappx, China ahora mismo "es un mercado enorme pero también muy cerrado, pero no se puede comparar". Sus particularidades sociales y restricciones son las cuestiones que todo empresario debe tener en cuenta. En este caso, el alto volumen de usuarios implica que ir al país sea tanto un reto como una necesidad. Las barreras que han vivido los grandes bien podrían no afectar a los más pequeños. La norma de Google, en la que su nombre, poder financiero y presencia ya hacen la mitad del trabajo, no funciona para un protector Gobierno chino. El resto, los pequeños, acuden con una intención muy clara: "adaptarnos a la realidad y lograr entrar allí".

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Photo by Denys Nevozhai. Shanghai, China.

La norma suele alentar a que, para poder entrar en China, es necesario abordar acuerdos de partnership previos; conocer los mecanismos empresariales puede ser más difícil que hacer un estudio de mercado. En el caso de Tppx, y de prácticamente cualquier empresa, contratar un gestor nativo es el recurso más evidente. El idioma, que puede parecer la peor traba de la lista, es quizá la más sencilla e sortear. El problema viene cuando llegan las facturas, con modelos diferentes de gestión; algunos ni emiten este documento porque no entra dentro de sus costumbres; crear sociedades desde cero o declarar los impuestos. Mundos diferentes que deben plegarse a las costumbres.

El problema del copy-paste

Uno de los mayores problemas a la hora de llegar a China es que, sea lo que sea lo que hagas, las probabilidades de que te lo copien serán bastante grandes. Se les da bien y lo suelen hacer mucho mejor y más rápido; con el matiz añadido de que seguramente sea más barato. A esto es a lo que se enfrentan cientos de compañías de fabricación de hardware; en este sentido, lograr la mayor base de usuarios en el menor tiempo posible es una asignatura obligatoria. La regla de la prueba y el error no existe en China para el emprendedor extranjero; el producto ha de salir perfecto desde el minuto uno. Eso y una gran campaña de marketing preparada para uno de los países más peculiares del mundo.