Hace unos años, se puso en marcha un proyecto de conservación para, independientemente de lo que pase en el futuro, preservar todas las plantas del planeta a través de una muestra de sus semillas en un búnker, a salvo de terremotos, radioactividad e, incluso, crecidas del nivel del mar. Una muestra de la vida en la tierra que serviría de referencia en caso de apocalipsis o desastre total.
De esta forma, en 2008, se puso en marcha la Svalbard Global Seed Vault, una instalación de almacenamiento congelado de semillas que contiene información de los cultivos más importantes del mundo, actuando como un "respaldo" para los bancos de genes de cultivos y para poder repoblar especies vegetales en caso de desastre natural.
Durante la planificación de ese proyecto, también se barajó la posibilidad de hacer lo propio con nuestra historia: preservar los documentos, informaciones y apuntes de carácter histórico frente al paso del tiempo para que, de nuevo, en caso de apocalipsis quedase constancia de quiénes fuimos en algún momento los humanos de La Tierra.
El problema que han tenido siempre este tipo de proyectos es encontrar una forma de preservar los datos que vaya más allá de un par de generaciones, sobre todo los datos más recientes que están en formato digital. Y parece que han superado este escollo. El nuevo búnker, creado para preservar nuestra historia, ya está en marcha y, como en el caso del de las plantas, también está en el Ártico noruego, que parece ser la zona más segura de la tierra para albergar este tipo de sistemas.
La nueva bóveda se llama Archivo Mundial del Ártico y sirve para proteger información de la humanidad, además de ofrecer a los Gobiernos, instituciones científicas, empresas y particulares, la posibilidad entregar sus datos para mantenerlos seguros.
A pesar de la seguridad de la bóveda, que es de alta tecnología, la forma en la que guardarán los datos es totalmente analógica, y todo dato físico y digital se pasará a la clásica película fotosensible, incluyendo la música, imágenes o documentos, a través de un sistema de conversión ideado por una compañía Noruega que permite transformar los datos a imágenes similares a QRs que pueden ser leídos directamente de la película.
Hasta el momento, el Archivo Nacional de Brasil y el de México han enviado datos para ser almacenados en la bóveda subterránea, pero se espera que ahora que el proyecto está en marcha se sumen más gobiernos, instituciones y particulares para preservar la información de la humanidad.