Fitbit no está en su mejor momento. La empresa lo sabe, sus inversores lo saben y la competencia lo sabe. Tuvo un momento dulce cuando lideró las ventas de dispositivos corporales en sus primeros compases, entre 2011 y 2015, especialmente en 2013. Eran otros tiempos. Luego llegaron Samsung, Apple, Google y compañía, y las ventas de smartwatches fueron cosa de los grandes. No sólo tiene que ver con el logo del fabricante, también con la forma en que Fitbit entendió cómo debe ser un dispositivo corporal, y cómo lo fueron entendiendo los demás.

Fitbit ha recorrido varios factores de forma (clips para colocar en el bolsillo o el cinturón, pulseras, relojes...), pero construyó su fama y su cuenta bancaria gracias a las pulseras. ¿Cuál es el problema? Que algo que llevamos en la muñeca debe tener un mínimo componente de estilo, como la ropa, no vale cualquier trozo de goma. Y Fitbit (al igual que Jawbone y varios más) era poco más que eso a nivel visual. No había personalización, no había posibilidad de conjuntarlo con el color o la etiqueta que llevásemos puesta para cada ocasión. La consecuencia fue el progresivo abandono de estas pulseras en un cajón, bien por no querer llevarlas a cualquier ocasión mínimamente más formal que el día a día, bien porque se quedaron sin batería y la vida siguió como si nada. Es lo mismo que le ocurrió antes a Nike o a Jawbone, pero Fitbit aguantó mejor el tirón por sus precios, su estrategia de producto y el hecho de llegar tanto a iOS como a Android desde el día uno.

Los fabricantes que mejor aguantan en los wearables son los que se orientan a un nicho específico o los que están más cerca de satisfacer a los diferentes tipos de uso. Los del público casual son los que más papeletas tienen de quedar relegados al olvido, y por lo tanto, a la sangría en ventas. Podríamos incluir más círculos, como los de la guerra de precios en su máxima expresión (Xiaomi), los relativos a la salud (Withings) o incluir a Pebble en el círculo de geeks, pero sirve para hacernos una idea:

Ahora sabemos gracias a Yahoo! que Fitbit prepara un nuevo reloj. No será el primero. Antes llegaron Surge y Blaze, más orientados al deportista y al público casual, respectivamente. Ninguno cuajó. Tal vez con otros precios y otros enfoques sí, pero Fitbit no dio con la tecla para hacer relojes. Si algo hemos aprendido de la breve historia de los wearables tal y como los conocemos hoy es que un wearable debe ser o tener...

  • Un reloj, mejor que una pulsera
  • Un componente de moda y estilo
  • Fácil personalización (si además se fomenta el coleccionismo, por ejemplo de correas, triple premio para el fabricante)
  • Servicio mínimo de monitorización física
  • Precios de entrada asequibles (que no low-cost)

Este equilibrio es el que, amén de buenos recursos de marketing, diseño, etc, proporciona un suficiente nivel de ventas como para sobrevivir en el caso de que la empresa sea de un sólo producto (o gama de producto, como Fitbit, GoPro...). Fitbit está a punto de cumplir diez años y, tras dejar atrás sus mejores momentos, está en sus horas más bajas: comenzó 2017 con el despido de 110 empleados entre otros recortes y sus expectativas no son buenas. Apple, dos años y medio después de meterse en el sector de los wearables, ya es el líder gracias a la suma del Apple Watch y los AirPods, que apenas comenzaron a comercializarse en diciembre de 2016 con muchos problemas de distribución.

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El nuevo reloj de Fitbit, según lo reportado por Yahoo!, intentará acercarse bastante más al modelo que señalábamos arriba. Tendrá una pantalla en color con 1.000 nits de brillo (muy brillante para que no haya problemas de visibilidad bajo la luz solar directa, por ejemplo), chip NFC para configurarlo como método de pago móvil, monitorización cardíaca, construcción en aluminio, GPS, autonomía de unos cuatro días y un precio en torno a los 300 dólares, suponemos que 299 será la cantidad comercial final. Traducción: un rival del Apple Watch con todo lo que se puede copiar del Apple Watch. Es decir, prácticamente todo salvo la corona digital (en teoría) y watchOS.

¿Cuál ha sido la reacción de los retailers a la presentación de Fitbit de este próximo producto? Según Yahoo!, poco entusiasta. Un problema añadido es que es de esperar que en septiembre Apple anuncie un nuevo Watch (o no) y el Series 2, que es el que trae más o menos todo lo que tiene ese futuro reloj de Fitbit, baje de precio, dificultando aún más la venta para Fitbit.

Este empujón comercial no llegará únicamente a través de este reloj, sino que también se habla de unos auriculares inalámbricos, no se sabe si con el factor de forma de los AirPods -dos piezas individuales y una caja que las recargue y conecte- o como estamos algo más acostumbrados a ver, con un cable que los una por detrás de la cabeza y se cargue directamente a través de él.

Los despidos recientes permitieron a Fitbit tomar un respiro de cara a sus accionistas; el valor de la acción subió de nuevo a la espera de la evolución de los siguientes trimestres, pero esta tendencia no se ha mantenido y la acción vuelve a perforar mínimos. El tiempo pasa y Fitbit, salvo que llegue la compra de algún gigante con más voluntad que experiencia en el mundo de los wearables (¿Huawei, LG?), va quedándose cada vez un poco más atrás de los gigantes que la han arrinconado, empezando por Apple, Samsung y Google.