Buscando un referente histórico en la era smartphone para lo que hoy se conoce como gama media premium, quizá haya que ir hasta 2012 y encontrar al HTC One S un escalón por debajo del One X. Ese mismo año, aunque se considerara alta, nacerían también los Nexus baratos con el 4, y otro, aunque raro ahora, sería el iPhone 5c. Todos ellos sentaron unas bases que luego reforzó el Galaxy Alpha en la exitosa familia Galaxy A. Los OnePlus, el HTC A9, el Moto Z Play o el Honor 8 son también grandes ejemplos.

Entre todos ellos existen grandes variaciones de precio, pero todos comparten el hecho de estar por debajo de lo mejor del mercado en posicionamiento, precio o componentes. Sin embargo, no tiembla el pulso al llamarlos, con sus matices, gama media premium, que es ese difícil lugar en el limbo de los smartphones en que siempre es complicado etiquetar porque se aporta poco a la media clásica y no se llega tampoco a gama alta pese a que se adquieran elementos de esta.

Y ese es justo el problema. Al llamarles premium se olvida lo que la evolución del mercado ha propiciado. Sí, en los últimos años prácticamente cualquier terminal de gama media puede tener, si la marca es algo generosa con los márgenes, un cuerpo entero o al menos bordes de aluminio. Será un aluminio más o menos tosco, pero en definitiva será lo que en 2012 se habría llamado premium, sin duda.

Se puede hablar también de especificaciones, pero también sería un problema. Desde el Nexus 4 es muy frecuente que terminales de 300 e incluso menos euros integren el último chip de Qualcomm, con lo cual las especificaciones tampoco pueden marcar lo premium, salvo que hubiera chips verdaderamente exclusivos para modelos de la parte alta. Lo peor de esto es, además, que terminales de la lista integran, por más de 400€, especificaciones que a día de hoy no dan una experiencia más satisfactoria que la de terminales de hace 4 años como el Nexus 5 en su momento. Cuando salen de Snapdragones altos apuestan por chips eficientes, y claro, el rendimiento deja de recordar a esos terminales de 800€. Es por esto que, salvando diferencias de precio, apuestan generalmente por pantallas 1080p en vez de ir QHD, que sería lo premium fuera de los terrenos de Apple.

El HTC One A9 quiso ser premium, pero no lo consiguió.

¿Pueden ser, entonces, añadidos como la resistencia al agua los que justifiquen esa consideración? Es cierto que por los costes de ingeniería y fabricación en los que se incurre, suele ser una característica exclusiva de la gama alta, pero terminales de Sony como el Xperia M2 Aqua o el M4 Aqua han tenido esa característica y no por ello han sido etiquetados como premium.

No, entre muchos matices que hay que hacer entre todos los puntos repasados, lo que a día de hoy marca verdaderamente que un terminal pueda ser considerado premium, y el alto precio de ellos es lo realmente indicador, es su cámara. Ningún terminal de menos de 650 euros puede compararse a los referentes en fotografía de cada momento. No quiere decir esto que por superar esa cifra ya puedan compararse, pero sí que los ejemplos adecuados, Galaxy S, Note o los iPhone siempre están por encima de ella.

De terminales como el OnePlus, los Galaxy A o los Honor suele decirse que tienen una cámara muy cercana a los terminales de referencia. Y no. Hay que dejar, desde el punto de vista de quien esto escribe, de crear falsas ilusiones al público que no se puede permitir un terminal de gama alta. Haciendo simples pruebas se puede constatar que un terminal como el Galaxy A5 2017 no alcanza el nivel en fotografía en baja luz (la vara de medir en gama alta) de un iPhone 5s de 2013, pese a tener un sensor más avanzado, de más megapíxeles y una apertura superior. Capta más luz, pero el procesado borra del mapa todo el detalle fino que el iPhone con tan sólo 8 megapíxeles sí logra capturar. Los colores son menos realistas y el rango dinámico también es inferior.

A continuación, una comparativa con recortes a resolución original del iPhone 5s frente al Samsung Galaxy A5 2017. En esta álbum están las fotografías originales de todas las tomas.

Pese a tenerlo todo en contra en hardware, el 5s (izquierda) logra resolver más detalle fino que el Galaxy A5 2017 (derecha). Atención al rostro, al vestido y a la fuente. Hacer click sobre la imagen para ampliar.
En esta foto el 5s (izquierda) vuelve a demostrar su superioridad respecto al A5 2017 (derecha). Este último borra toda diferencia entre puerta, juntas y cerraduras. El procesado del 5s logra mantener el detalle en la medida de sus posibilidades. Hacer click sobre la imagen para ampliar.

Aquí una toma entre el iPhone 6 (modelo normal, sin estabilizador óptico) frente al OnePlus 3, con estabilizador óptico.

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Ninguna de las dos me convence, pero el iPhone 6 (a la izquierda) logra mantener mucho detalle frente al OnePlus 3 (derecha) en las flores y en el metal. Además, frente al ruido del iPhone 6, el OnePlus introduce artefactos de compresión. Hacer click sobre la imagen para ampliar.
La gama media no será premium mientras todo el esfuerzo de las compañías en pulir detalles generales y aspectos tan específicos como la cámara se lo lleve la gama alta (algunos gama alta ni eso). No importa que se incluyan componentes diferenciadores como el estabilizador óptico que integra el OnePlus 3, o que se alcancen los 16 megapíxeles. Los resultados dejan mucho que desear desde nitidez a fidelidad de color comparándolos a terminales como iPhone 6, Galaxy S6 o incluso, en algún caso, el mencionado iPhone 5s. Por encima de ellos no hay comparación posible. De la clase media, probablemente sólo el Nexus 5x pueda jugar en esa liga en camara (no en vídeo) por lo generosa que fue Google con su sensor, el mismo del Nexus 6P.

Es cierto que eran terminales con un precio superior, pero a estas alturas tendrían que haber sido superados por terminales que 3 años más tarde quieren ser considerados casi gama alta, y cuyo discurso es justo ese. El mensaje al usuario, pues, no ha variado: para tener algo de verdad premium es mejor apostar por descuentos y rebajas en terminales top de años anteriores que por uno que promete ser lo mismo en este. Hay que comenzar a separar la excelencia de la no menos importante dignidad y buen hacer que sí aporta desde hace tiempo la gama media. No hacerlo es restar mérito al trabajo de cientos de ingenieros y al gasto en I+D requerido para alcanzar esa cima con la que otros sólo pueden soñar.

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