Al llegar al Cerro de la Estrella, Jesús de Nazaret cayó de bruces al suelo y dejó la cruz de cien kilos de peso a un lado. Con la espalda ensangrentada, estaba a punto de ser crucificado por orden de Pilatos. Para llegar hasta el cerro, pasó por las calles de la delegación de Iztapalapa en su vía crucis, donde cayó siete veces antes de llegar a la escena más significativa del Viernes Santo.
Como cada año, Iztapalapa preparó su tradicional representación de la Semana Santa y de la Pasión de Cristo, donde se reúnen millones de asistentes para conmemorar la muerte y resurrección de Cristo. En una abarrotada Macroplaza del Jardín Cuitláhuac, el escenario decorado esperaba la llegada de los romanos y de prisioneros como Barrabás y Jesús.
"¡Hay que mandarlo a Pilatos! ¡Tiene que morir en la cruz!", gritaban a coro los romanos en la celebración de Iztapalapa mientras un libre Barrabás daba gritos de júbilo. Una vez juzgado por el procurador, Jesús fue azotado por los romanos ante los gritos de desacuerdo y tristeza de los ciudadanos de la delegación de la Ciudad de México.
"Yo soy de aquí, del barrio de San Pedro y he vivido esto desde que tengo uso de razón. En el momento de estar aquí se siente nostalgia, pero es un gusto verlos [a los actores], es una manera de estar más cerca de Dios y de sus tradiciones", explica María Magdalena Blancas, una vecina de Iztapalapa que está viendo la representación donde participa su nieta desde primera fila.
La nieta de Blancas es una de los 500 extras que participan en la representación, además de 173 actores con parlamento, 115 músicos, dos mil nazarenos y mil romanos, según datos del Gobierno de la delegación. Todos ellos dan veracidad a uno de los eventos más importantes de la capital mexicana, en la que ni los azotes ni la sangre de Jesús forman parte del teatro.
Interpretar a Jesús de Nazaret es un honor para los oriundos de Iztapalapa, los únicos que tienen permitido ponerse en la piel de la figura central del cristianismo. Cada año se escoge a una nueva persona entre los 15 o 20 aspirantes. Este 2017, Eder Omar Arreola Ortega pasó de ser estudiante de ingeniería en computación a ser en el encargado de cargar a sus espaldas la cruz de 100 kilos hasta el Cerro de la Estrella. El joven procedente del Barrio de La Asunción tuvo poco más de un mes para ensayar en lugar de los tres meses establecidos porque el actor que iba a interpretar a Jesús de Nazaret fue destituido por no cumplir con las condiciones. Entre ellas, se encuentra la prohibición de estar casado, y el primer escogido para ser el protagonista de la 174 representación mintió en este aspecto.
Por otro lado, los aspirantes deben tener "solvencia económica, la condición física y médica y ser mayores de edad, además de no tener compromiso ni votos matrimoniales y haber nacido en los Ocho Barrios", subrayó Miguel Angel Morales, presidente del Comité Organizador de la Semana Santa de Iztapalapa (COSSIAC) en entrevista con Hipertextual.
Morales recordó la importancia histórica de la tradición religiosa, la cual se remonta a 1833, cuando la Mayordomía del Señor de la Cuevita realizó una procesión para pedir que cesaran las muertes por el cólera, la epidemia que acabó con la vida de muchos vecinos de Iztapalapa. Desde ese momento, el número de enfermos fue cayendo hasta que se erradicó la enfermedad y los iztapalapenses vieron la procesión como un milagro. Como agradecimiento, se iniciaron las representaciones religiosas con personajes reales que escenificaban la historia de Jesús.
La tradición ya ha sido reconocida como Patrimonio Cultural Intangible de la Ciudad de México pero el presidente del COSSIAC quiere llegar todavía más alto: "Estamos buscando el reconocimiento de la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad y estamos haciendo las investigaciones necesarias para cumplir con los requisitos. Todavía queda mucho por hacer".
Tras caer al suelo y dejar la cruz a un lado, los romanos levantan a Jesús para subirlo con ayuda de unas cuerdas a la cruz situada en la parte más alta del cerro. A sus lados, otros dos prisioneros esperan el mismo destino. El llanto de su madre, la Virgen María, interpretado por Sandra Elisa Perales Balderas, llega a todos los asistentes a la crucifixión. Un ángel sube a la cruz y libera a una paloma blanca, cuyo vuelo coincide con el último suspiro de Jesús de Nazaret.
Una vez finalizada la representación de la crucifixión, los penitentes bajan de nuevo al centro de la delegación con la cruz a cuestas. Hombres robustos con cruces grandes y niños pequeños con otras más ligeras llenan las calles que llevan al final del Viernes Santo: la sepultura de Jesús. Esta Semana Santa finalizará con la resurrección de Cristo una de las semanas más importantes para la delegación de la capital mexicana, donde la tradición convierte a Iztapalapa en el Gólgota del siglo XXI.