Acto Primero
ESCENA PRIMERA
Hipertextual — Un artículo
Entra el ESCRITOR
ESCRITOR.- Es ahora que el invierno de vuestro descontento se hace glorioso con la llegada de mi artículo, y todas las nubes que pesaban sobre nuestra falta de contenido original yacen sepultas en las ondas entrañas del Internet. Ahora están ceñidos vuestros ojos con la infinita gracia...
¡Basta! No más jugarretas impacientes que desvíen la atención de ustedes mis lectores... lo siento, la última vez que hablé de Shakespeare se me subió un poco a la cabeza esto de ser dramaturgo. Volvamos a la normalidad.
En fin, mientras vuestro servidor aquí terminaba de escribir su artículo sobre el gran dramaturgo —William Shakespeare no yo— las tragedias empezaron a tomar vida en otros escenarios. Y mientras terminaba también la cuarta temporada de House of Cards esta mañana, ambos procesos se unieron con la pregunta: ¿Será que House of Cards comparte elementos de la tragedia shakesperiana?
Mi búsqueda fue un tanto incesante con la revisión de ciertas obras famosas del autor que me llevaron a sacar conclusiones un poco fuera de lugar. El señor presidente no es un Romeo del siglo XXI, ni tampoco un mercader de Venecia.
Pero obviamente perdía de vista los elementos esenciales de la serie: el poder, las apariencias, la lucha y la traición.
El inicio, los soliloquios y las falsas apariencias
House of Cards comienza con la inauguración de un nuevo presidente de los Estados Unidos, ese invierno de descontento se hace glorioso con su llegada y un hombre en específico empieza a contar los días para su sucesión, claramente al borde del marco.
Aquel invierno de descontento proviene originalmente de cierta obra de Shakespeare mejor conocida como Ricardo III, la brutal escalada de un hombre sediento de poder que disfruta de apartarse a ratos para explicar sus motivos.
Ricardo III empieza con un pequeño monólogo de su protagonista sobre la coronación de su hermano y nuevo rey Eduardo IV, pero rápidamente salen a la vista los motivos ocultos de este, con ciertas declaraciones que pueden sonar un cuanto familiares una vez que se remueve el idioma shakesperiano y se cambia un poco al contexto político estadounidense:
He determinado portarme como un villano y
odiar los frívolos placeres de estos tiempos. He
urdido complots, inducciones peligrosas, válido
de absurdas profecías, libelos y sueños, para
crear un odio mortal entre mi hermano Clarence
y el monarca".
Si se preguntan quién es ese tal Clarence, es bien su hermano y la persona a la que acusan falsamente de asesino para aprisionarla. Después Ricardo manda a algunos sicarios a terminar el trabajo, y por si todavía se lo preguntan: Clarence era el sucesor directo al trono.
La obra continúa desarrollándose con más actos y traiciones de este tipo, llevados de la mano con muchos apartes donde el personaje de Ricardo nos explica sus motivos y pensamientos más honestos.
El rey cae súbitamente enfermo y su querido hermano endulza la situación contándole detalles sobre la muerte de Clarence y la supuesta implicación directa de la Reina. Así le provoca un colapso que resulta con su fallecimiento y la escalada momentánea del nuevo rey Ricardo III.
Al igual que Frank Underwood con la destitución del presidente Walker, el mandato de ambos supone condiciones momentáneas y al verse amenazada su permanencia en el trono, tanto Ricardo III como Frank terminan usando acciones mucho más brutales para conseguir un poder estable. Bien sea, asesinando herederos al trono o creando una guerra de terror contra cierto grupo terrorista.
Esta teoría fue confirmada cuando Kevin Spacey reveló en una entrevista para Perfil que haber interpretado a Ricardo III en el teatro le fue muy útil, diciendo claramente que:
Quizá muchos no lo saben, pero Frank Underwood está basado en Ricardo III. Muchos de mis recursos actorales para la serie los obtuve de mi experiencia teatral. De hecho, muchos piensan que es propio de este personaje mirar al público, pero esto lo introdujo Shakespeare con Ricardo III".
Claire Underwood y la influencia de Lady Macbeth
Ricardo III eventualmente se quedó sin aliados y empezó a gritar las famosas palabras "Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo", mientras pedía ayuda antes de que muriera en duelo.
Sin embargo, Frank no tendrá que pedir por aliados al poseer una compañera de vida mucho más brutal, en ocasiones, que el propio rey traicionero. Y para encontrar su equivalente shakesperiana debemos recurrir a un clásico. Macbeth, Macbeth, Macbeth... si estuviera parado en un escenario probablemente ya hubiera muerto.
Macbeth nos cuenta la historia de un guerrero que al recibir la profecía de que sería coronado rey, empieza en un espiral de locura por ascender al trono y ensuciarse las manos en el camino. Lo particular de esta historia es que no lo hace solo, y es su esposa Lady Macbeth quien lo alienta a asesinar al rey Duncan.
Fue ella quien le dio la idea y se ensució las manos de sangre para encubrir al tosco de su esposo quien se encontraba llorando en su habitación como una niña pequeña.
Como es el caso de Ricardo III, la actriz Robin Wright también ha mencionado algo al respecto en una entrevista de Indie Wire:
La forma en que no los mostraron mucho antes de la primera temporada fue: ‘Tu eres la Lady Macbeth de su Ricardo III’".
Eventualmente Lady Macbeth desciende a la locura mientras los remordimientos de todas las muertes que cometió junto a su esposo vienen a su consciencia creyendo que sus manos están llenas de sangre, y sin importar cuanto trate de lavárselas la sangre nunca se caería.
Conclusión
Si no ha quedado lo suficientemente claro, House of Cards es el resultado de combinar a dos personajes shakesperianos e insertarlos al panorama político estadounidense. Cosa que su predecesora inglesa no pudo hacer del todo.
Hay más referencias en discursos como el de Petrov en la casa blanca cuando menciona las palabras iniciales de Ricardo III, y en la relación de Peter Russo con Frank a la que muchos han señalado similitudes con la relación de Yago y Rodrigo en la obra Otelo.
Básicamente una tragedia shakespiriana que su creador Beau Willimon, con su trasfondo en el teatro, nos ha traído para recordarnos el espectáculo político actual y ese invierno de vuestro descontento que está a punto de cambiar.