La Comunidad Foral de Navarra se despertaba esta mañana sorprendida por un fuerte terremoto de magnitud 4,2. Según ha informado el Instituto Geográfico Nacional, el seísmo ha ocurrido a las 6:43 h de la madrugada y a una profundidad de 12 kilómetros de la superficie. El epicentro se ha localizado en el municipio de Olave, situado en las cercanías de Pamplona. El temblor ha provocado un gran susto entre los vecinos afectados, pero por fortuna no ha provocado daños personales ni materiales, de acuerdo con los datos ofrecidos por el Ejecutivo autonómico.
El terremoto de Pamplona ha podido notarse también en Guipúzcoa, especialmente en las zonas limítrofes de Irún y Zarautz. Posteriormente ha habido otra réplica en Egüés (Navarra), según la información del Instituto Geográfico Nacional, con un pequeño temblor de magnitud 2,5 a las 6:47 horas. El seísmo ha sido registrado también por el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), cuyas estimaciones sitúan el temblor a una profundidad de 6,3 kilómetros y con una intensidad de 4,3 de magnitud, datos ligeramente diferentes a los obtenidos por las autoridades nacionales.
La región, una zona sísmicamente activa
"Es una zona con historial sísmico, no es nuevo que se registren ahí terremotos", explica a Hipertextual la Dra. María José Jurado Rodríguez, investigadora del Instituto de Ciencias de la Tierra Jaume Almera (ICTJA-CSIC). "Es una región que está ubicada en el antepaís de los Pirineos, al que denominamos cuenca del Ebro, que ha ido rellenándose con sedimentos desde inicios del Terciario, primera etapa del Cenozoico", comenta la científica al otro lado del teléfono.
La superficie de la Tierra está dividida en placas tectónicas, que podrían ser comparadas con las "galletas" que flotan sobre unas natillas, que representarían el manto terrestre. Estas porciones de la litosfera terrestre se desplazan de forma continua y sus límites suelen estar asociados con procesos de sismicidad y vulcanismo. "Los terremotos se originan por movimientos en el subsuelo", señala por su parte Jurado Rodríguez, que apunta que si el hipocentro hubiera estado a solo un kilómetro de profundidad, como se determinó en un primer momento, los investigadores habrían tenido una oportunidad excelente para realizar un sondeo.
Posteriormente, el Instituto Geográfico Nacional ha actualizado la información sobre el terremoto de Pamplona, aclarando que el hipocentro se situó en realidad a doce kilómetros de la superficie. En el caso de que el seísmo se hubiera originado más cerca, como se estableció al principio, se podría haber impulsado un programa de perforación científica para instalar sensores y "mejorar el conocimiento que tenemos, ver la falla, determinar qué deformación ha habido o averiguar si ha existido circulación de fluidos", sostiene Jurado. Una vez conocida la profundidad del temblor, esta posibilidad está descartada. "Es una zona con episodios de actividad sísmica que se repiten en el tiempo. Aunque parece que la superficie de la Tierra es estable, en realidad está 'viva'. En el subsuelo hay tensiones y movimientos que se manifiestan con este tipo de temblores", sostiene la científica a Hipertextual.
"Algunas fallas o rupturas en el subsuelo se mueven y responden a las tensiones del terreno, como consecuencia puede liberarse dicha tensión y que se rompa la roca o se desplace por la ruptura, lo que provoca el terremoto", explica la geóloga del ICTJA-CSIC. En palabras de la investigadora, "lo que pasa es que estos movimientos se producen en el subsuelo y no se ven, salvo en casos excepcionales como la falla de San Andrés, donde se observa a simple vista la ruptura del terreno". A su juicio, si tuviéramos en el subsuelo herramientas parecidas a los radares y satélites que permiten monitorizar la atmósfera, podríamos verlo al instante e incluso prevenir estos seísmos.
Jurado Rodríguez sostiene que es difícil determinar cuándo ocurrirán fenómenos como el terremoto de Pamplona, por lo que debemos promover la investigación, mejorar las construcciones e implementar nuevos sistemas de prevención y alertas. "Sería oportuno intensificar los estudios geológicos sobre fallas potencialmente activas, tanto en superficie como en el subsuelo, y también instalar observatorios para la monitorización en sondeos", añade. En las zonas activas sísmicamente, la prevención es fundamental adecuando las construcciones a la magnitud de sismos que pueden esperarse con antelación, algo que ha defendido el Ejecutivo regional en las últimas horas.
El Gobierno autonómico ha explicado en un comunicado que "el grado de peligrosidad sísmica de Navarra es moderado, en su mayor parte por debajo del 0.04g, de acuerdo al índice de aceleración sísmica básica". Tan solo algunas localidades situadas en los Pirineos, como Uztárroz, presentan un índice de 0,06. En estas zonas, según el Ejecutivo autonómico, la normativa obliga a las construcciones de importancia, como instalaciones básicas, de comunicaciones y edificios de gran ocupación, a tomar medidas antisísmicas. "La calidad de la edificación en Navarra está por encima de la media nacional", ha resaltado el Gobierno foral para tranquilizar a los vecinos afectados por el terremoto de Pamplona.