La última filtración de WikiLeaks (todavía no verificada) ha aireado documentación de la CIA en torno al hackeo de varias clases de dispositivos, como las Smart TV de Samsung, en aras de obtener información de usuarios de forma clandestina a través de micrófonos ocultos, en el marco de los programas de ciberespionaje de los servicios de inteligencia de los Estados Unidos.

En esta filtración también se detallan algunos planes para hackear coches y camiones inteligentes a través de sus sistemas operativos, y así poder provocar muertes. Para ello se valdría también de la geolocalización de los smartphones de las víctimas. Es decir, la CIA tiene proyectada la forma de controlar remotamente coches inteligentes para provocar aparentes accidentes con los que asesinar a personas escogidas de forma encubierta e "indetectable".

Estos planes estarían llevándose a cabo desde 2014, e incluirían varias plataformas móviles que ser infectadas mediante malware que permita la activación remota y discreta de componentes como el micrófono, la cámara, o el envío de información del terminal.

Julian Assange tenía planeada una rueda de prensa para explicar esta filtración, pero ha tenido que posponerla argumentando que sus plataformas "han sido atacadas". Esta filtración es según el propio Assange "excepcional desde una perspectiva legal, política y forense", y supone un "gol en propia meta para la CIA".