En 2010 nos llegaba NieR, una suerte de spin-off de una saga de rol oriental conocida como Drakengard que terminó convirtiéndose en un juego muy especial del que muchos esperaban una secuela. Pero NieR: Automata es mucho más que una simple continuación y, de nuevo, el trabajo de Yoko Taro va sobrado de personalidad y ganas de arriesgar. NieR fue uno de los videojuegos más particulares de la pasada generación. La obra de Yoko Taro bajo el amparo de Cavia, compañía ya extinta, era tremendamente personal y pasó a ser, casi de forma instantánea, un juego de culto. Lo bello de su historia o su exquisita banda sonora hicieron que gran parte del público pasara por alto su arcaico aspecto técnico y, pese a su éxito moderado, fueron muchos los que no dejaron de pensar en una posible secuela.

Eso es, en cierto modo, NieR: Automata. Y es que Yoko Taro es un creativo especialmente particular que difícilmente se sumará a corrientes o decisiones típicas y, como no podía ser de otra forma, aquí no hablamos de un NieR 2 o una continuación directa y evidente. De hecho, por el camino, la franquicia ha cambiado hasta de estudio desarrollador y, por ello mismo, de género jugable. Si el primer NieR era un RPG más al uso, Automata apuesta sin rubor por convertirse en un frenético y pulido hack n’ slash que, eso sí, no olvida sus raíces roleras.

La historia detrás del desarrollo es de esas que podríamos considerar como poco menos que un milagro dentro de la industria. ¿Un juego con unas ventas pírricas y con una personalidad y estilo muy poco comerciales nacido como spin-off de una saga relativamente conocida (Drakengard) que, cierre de su estudio y lo cambie por otro, es publicado por una de las grandes compañías de la industria? ¿Todo ello sin perder identidad, sacrificar ideas y alcanzar el éxito de crítica y público? Prácticamente impensable.

Por el camino, por si fuera poco, Yoko Taro ha ido de la mano de los chicos de Platinum Games en un proyecto que, por suerte para ellos y nosotros, está mucho más cerca de sus geniales Bayonetta, The Wonderful 101 o Metal Gear Rising que de títulos mediocres y a medio gas como los que aprovechan las licencias de Las Tortugas Ninja o La leyenda de Korra.

Y es que, por suerte, NieR: Automata derrocha una personalidad y tiene una identidad propia tan marcada como para contrarrestar ciertos dejes de pereza o de no haber pensado y afinado todo lo que se debería una fórmula que mezcla con riesgo y sin miedo, saliendo triunfante casi siempre.

La historia nos lleva miles de años después de la del primer NieR con lo que, evidentemente, son muy pocos los puntos en común con el juego de 2010; si no lo jugastéis, tan solo os perderéis unas pocas referencias y algún personaje secundario de los que pueblan ese universo en el que los seres humanos han colonizado la Luna y, plena 14ª Guerra de las Máquinas, han mandado androides a la Tierra para que acaben con los robots que la invadieron y les expulsaron. Y, en esta misión, el jugador encarna a 2B y es acompañado por 9S, sendos androides.

Y sí, tal y como es de esperar en cualquier obra de ficción que incluyan androides e inteligencias artificiales, NieR: Automata no tiene miedo a filosofar sobre un mundo en el que las máquinas pueden superar al ser humano o en el que, de tan avanzadas, pueden llegar a sentir algo que debería ser completamente ajeno a un montón de circuitos y chips. Y lo mejor de todo es que, entre espadazos y esquivas, se nos sabe contar una historia que llega y cala en el jugador pese a lo típico de lo tratado en obras de sci-fi e, importante, no se diluye entre la acción.

Y es que, al final, eso es por lo que se viene a un juego como NieR: Automata o a cualquier obra que nos llegue de manos de Platinum Games. Probar la demo fue suficiente para constatar que el sistema de combate es tan fluido y robusto como cabría esperar, más cercano en profundidad a lo visto en Rising que a esa obra de orfebrería del combo que es Bayonetta. Con dos armas y un pod (el minirobot volador que nos acompaña) personalizables e intercambiables, hay variedad de formas de jugar y afrontar los combates sin llegar a abrumar o agobiar.

La personalización, y ese toque de RPG, además de en esos atributos y distintas habilidades de las armas o los pods, está en los chips de modificación que funcionan igual que lo harían los afijos y bonus en un A-RPG como Diablo: cada uno de los que usemos ocupará más o menos espacio según su “eficacia” y podrá aumentar nuestro daño o defensa, conseguir más recursos de los enemigos o curarnos cuando lo necesitemos. Es un componente de personalización light, que podría dar algo más de sí, pero que termina siendo suficiemente y muy disfrutable.

En la balanza de lo menos agradable sí que deberíamos meter lo que son dos elementos clave de cualquier videojuego en mundo abierto de los últimos tiempos: el diseño del mundo y su aprovechamiento en cuanto a contenido secundario. El primero podría estar mucho mejor diseñado, sin recurrir tanto a reutilizar escenarios y zonas y, lo segundo, cae en exceso en la repetición de tareas y misiones anodinas y sin demasiada gracia. Se aleja, en estos aspectos, de la brillantez de su núcleo jugable.

El envoltorio de Automata también esconde ciertos claroscuros: la música es de lo mejor que he escuchado esta generación y en lo artístico mezcla ideas atractivas con cierto tino (pese a que no sea excesivamente fan de lo gris y industrial de su look) pero técnicamente podría y debería funcionar mejor, teniendo que sufrir rascadas y caídas de frames, tanto en los combates como a la hora de recorrer el mundo.

Conclusión

NieR: Automata es un videojuego especial al que las etiquetas no le sientan demasiado bien: es un hack n’ slash pero no es tan profundo como los referentes del género, es RPG pero dichas mecánicas no son las que acostumbramos a ver y su ciencia ficción no tiene ese enfoque aséptico y tecnológico que acostumbramos a ver. NieR: Automata es un título desarrollado por Platinum Games e ideado por Yoko Taro y eso se nota.

En mi caso, cuarenta horas de juego me han valido para ver tres finales principales y dos de los “menores” y todavía hay ganas de seguir viendo más y más, de seguir más rato junto a unos androides con más personalidad que muchos personajes “humanos” de cualquier otro videojuego. NieR: Automata no es perfecto, cojea demasiado en lo secundario, pero tiene una identidad arrolladora. Un juego especial.

Pros

  • Su núcleo jugable es tremendamente satisfactorio
  • El universo y la historia que se nos cuenta
  • La banda sonora es excepcional

Contras

  • El contenido secundario es repetitivo y anodino
  • Técnicamente podría y debería lucir mucho mejor

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