Tom Clancy's Ghost Recon Wildlands nos adentra en la guerra contra la droga, a través de un mundo abierto masivo, en uno de los títulos más brillantes de Ubisoft de los últimos años y con una de las apuesta técnicas más satisfactorias que hemos visto.A nadie le puede pillar ya por sorpresa la forma que tiene Ubisoft de crear sus mundos abiertos. De hecho, podríamos decirse que los mundos de Ubi, desde Assassin's Creed hasta Watch_Dogs 2 pasando por los Far Cry, y por citar solo algunos, tienen una personalidad propia que casi los convierte en un género de videojuegos por sí mismos: un mapeado enorme, lleno de iconos, misiones complementarias y, con una historia que hile todos los puntos de una forma más o menos coherente, rellenando los huecos.

Sin números en la mano, no sabría decir si el mapa de Ghost Recon: Wildlands es el más grande de todos los juegos tipo sandbox recientes, pero desde luego es el más grande al que nos hemos enfrentado al menos en extensión. Quizás no estamos ante la cantidad abrumadora de side-quest y eventos aleatorios que Assassin's Creed, pero desde luego Wildlands puede ser, con diferencia, lo más grande en términos de extensión y posibilidades que ha hecho recientemente Ubisoft.

Al llevar el sello de Tom Clancy's, ya sabemos que nos vamos a encontrar: mucha acción, conspiraciones y sentimiento patrio estadounidense. Puede pillar a alguien por sorpresa, pero desde luego los títulos de Clancy's suelen ser los más espectaculares de Ubisoft y, desde luego, los mayores superventas de la franquicia.

La cita de este año, después del estreno del pasado con The Division y Rainbow Six le ha tocado a otro viejo conocido de la franquicia: Ghost Recon, que en este caso se aleja del soldado del futuro de entregas anteriores y vuelve al combate moderno con dos apuestas fundamentales: un mundo abierto enorme por explorar y un apartado gráfico que deja con la boca abierta.

Y es que al igual que en el resto de la franquicia de la compañía, Ubisoft ha sabido darle ese toque bueno, tan Ubisoft, a una de sus sagas más legendarias; con todo lo bueno y lo malo que esto lleva implícito. Sea como sea, Ghost Recon: Wildlands es el resurgir de una de las mejores sagas de combate reciente y esta vez es más grande que nunca.

Lo que nos propone Ghost Recon: Wildlands es tomar los mandos de un grupo de operaciones especiales encubiertas enviado a una ficticia Bolivia para, en colaboración con la CIA y la DEA, acabar con el cártel de la droga de Santa Blanca que ha convertida al país latinoamericano en un narcoestado en el que todo vale: muchos malos malisimos, rebeldes y un terreno tan grande por explorar como complicado y difícil de dominar.

Aunque el juego pone el foco en el cooperativo para cuatro jugadores, del que hablaremos más tarde, el título se puede disfrutar totalmente en solitario ayudado de otros tres compañeros controlados por la IA del juego (bastante competentes, todo hay que decirlo). Con estos ingredientes: mapa enorme, historia de cárteles de droga, y operaciones encubiertas, se pueden adivinar las mecánicas del juego.

En síntesis, no es tan diferente de otros títulos de la compañía: llegar a una región, buscar información y ponerse a trabajar. Todo el juego sigue la misma estructura, pero va variando del tipo de misión y su dificultad según va avanzando la historia del juego. Es, en definitiva, un compendio de otros juegos de Ubisoft: corta y pega aquí y allá, pero quedándose con lo mejor de cada uno. Por un lado tenemos el sistema de alerta de enemigos de Far Cry, el mapa repleto de iconos de Assassin’s Creed, el sistema de recarga y coberturas, cambio entre primera y tercera persona y el punto narrativo de The Division… todo son retales de lo mejor de los títulos más punteros de Ubisoft con algunos cambios interesantes y la inclusión de algunas novedades jugables; pero en esencia es un título puro y con corazón de la compañía francesa.

Volviendo al sistema de mecánicas, no vamos a descubrir nada nuevo, pero lo cierto es que se han introducido y se han medido a la perfección. Por ejemplo, la dinámica general del juego nos divide en mapa en regiones, cada una con un jefe, como pequeños sandboxes independientes, cada uno con su propia fauna y flora, sus vicisitudes y nivel de enemigos. Tendremos que llegar a cada uno, recabar información, por ejemplo interrogando a algún incauto, y conforme vaya recogiendo inteligencia iremos obteniendo misiones de la historia principal y misiones secundarias hasta llegar al jefe de esa zona. Repetiremos la dinámica en cada una de las zonas hasta que enfademos lo suficiente al malo malísimo y podamos enfrentarnos a él.

Por el camino, y también marca de la casa, nos encontramos con una gestión de inventario brutal. Un sistema de armero que permite personalizar cada pieza del arma (y cuando decimos cada pieza es cada pieza), el clásico árbol de habilidades que permite potenciar a nuestro personaje y un sistema de indumentaria que nos deja personalizar al máximo a nuestro Ghost, aunque no tiene un impacto directo en el gameplay y es una cuestión más estética que jugable. En cierto modo, que la personalización de la armas tenga un impacto tan grande en el gameplay pero no el de la indumentaria no deja de ser un pero enorme, dado el realismo que ofrece el juego, pero es algo aceptable dado el número sucesivo de situaciones cambiantes donde eso no haría más que penalizar el gameplay.

El resto de cuestiones, brillan en todos sus apartados. La Bolivia ficticia de Wildlands es increíble y mastodóntica en cuestión de detalle y tamaño. Los escenarios son muy verticales, y pese a que se pueda creer que un escenario tan grande está vacío, en el juego de Ubisoft siempre hay vida: enemigos, transeúntes, animales de todo tipo, fauna y flora… los escenarios, en combinación con el sistema de clima dinámico del juego, son sobresalientes y brillan por sí solos en una consola como PS4, cuya potencia está algo más limitada que la de un PC, por lo que las cosas pueden ir más allá si tienes una máquina a la altura.

La ambientación y detalle de las armas y sonidos también son increíbles, y pocos defectos se le pueden sacar en este apartado. El juego brilla en cada uno de los elementos formales que lo componen y, desde luego, estamos ante uno de los títulos más detallados de Ubisoft de los últimos años.

No obstante, hay algunas cosas que empañan un poco el juego. En primer lugar, en mundo libre aporta, valga la redundancia, una gran libertad a la hora de encarar las misiones pero también fuerza a rellenar el mapa de misiones secundarias sin sentido. En este Ghost Recon Wildlands, la forma de subir de nivel es a través de puntos de habilidad y recursos, una combinación de ambas. El problema es que mientras los puntos de habilidad son otorgados por subidas de nivel y recogiéndose por el mapa, los recursos se obtienen, en grandes cantidades, en misiones secundarias.

¿El problema? Hay unos cinco tipos que se repiten una y otra vez por las más de cinco zonas que tiene el juego, haciendo al dinámica enormemente repetitiva. Mientras que las misiones principales son interesantes y mantienen la acción, las misiones secundarias son más una excusa para rellenar ese mapa enorme, solo que se convierten en obligatorias si quieres subir de nivel a tu personaje y afrontar zonas más complicadas. Sea como sea, el sistema de misiones principales suple un poco esta carencia, pero no dejar de romper el apartado narrativo aún más de lo que lo rompe el mundo abierto.

Armas, accesorios, puntos de habilidad, medallas y objetos será igual: tendremos que “encontrarlas en el mapa” al recabar información de inteligencia, pero este punto sin duda añade un plus de exploración y desde luego no se hace tan pesado como la misiones secundarias y recursos.

No obstante, de todo lo que ofrece Wildlands, el punto que más brilla es el modo cooperativo. Todavía tenemos que exprimirlo más con misiones más complejas, pero desde luego añade un punto de realismo brutal al juego si se hace bien. El sistema funciona correctamente, sin que hayamos encontrado ningún problema, y la única pega que podemos sacarle es la forma en la que el juego asigna los roles. Si jugamos solo con un amigos más, el juego no añade más personajes de la IA, por lo que al final seremos solo dos personajes en el juego, algo que rompe un poco la dinámica del juego y lo convierte en un desafío más complejo. Nada determinante, pero es interesante tenerlo en cuenta.

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Conclusión

Ubisoft nos ofrece con Tom Clancy's Ghost Recon Wildlands uno de los títulos de acción más espectaculares que hemos visto en los últimos años. Un juego de acción de mundo abierto en uno de los escenarios más bellos, masivos y detallados que se recuerdan con un apartado técnico sobresaliente; un título en el que solo se puede echar en cara un sistema de misiones secundarias olvidables y repetibles que empañan un conjunto que sin duda es redondo para jugar con amigos, y todo sin caer en la fórmula clásica y más que masticada del competitivo PvP.

Pros

  • El detalle en el mundo abierto y apartado técnico.
  • La jugabilidad y la combinación de primera y tercera persona en tiempo real.
  • Sistemas de iluminación y clima dinámico.
  • La propuesta narrativa, aunque no tanto como está contada la historia principal.
  • Modo cooperativo.

Contras

  • Las misiones secundarias.
  • Sistema progresión del personaje.
  • Sin impacto de la personalización estética del personaje en el gameplay.