La regla general dice que si te quieres llevar bien con alguien no debes hablar de política. Es especialmente recomendable seguir esta regla si la persona en cuestión podría afectar a tus negocios.

Fáctico es una de las pocas startups en México que ha decidido romper las reglas y dedicarse a algo tan complicado como lo es la política en México. “Factico es una empresa para promover la participación ciudadana”, describe en entrevista para Hipertextual Diego Mendiburu, director y cofundador de la empresa.

Esta startup nació hace tres años como un medio de comunicación que ofrecía noticias geolocalizadas y prometía aprovecharse de las características de los móviles para crear nuevas narrativas periodísticas.

De haber prosperado, la empresa habría llenado las obsesiones de sus fundadores, quienes se definen como “obsesionados con el periodismo, la libertad de expresión, la tecnología y América Latina”. Pero no fue el caso.

La idea era demasiado ambiciosa: desarrollar tecnología y, a la vez, contenidos interesantes para sus usuarios basados en su geolocalización. Fáctico como medio de comunicación pronto se quedó sin gasolina, ya que los fundadores se dieron cuenta de los altos costos que implica producir noticias y al mismo tiempo desarrollar tecnología.

Sin embargo, los aprendizajes del primer fracaso le han dejado suficientes lecciones para continuar emprendiendo —bajo el ala de la aceleradora Wayra— en un campo en el que no muchos se aventuran: la cívica y las denuncias ciudadanas.

Bienvenido camarada

YouTube video

Nadie puede negar que Los Supercívicos son un fenómeno cultural. El Comandante Arturo Hernández y el Brigadier Esegüey han usado el humor para llamar la atención sobre las faltas cívicas y administrativas que florecen cada segundo en la Ciudad de México.

El éxito de los Supercívicos les ha valido agresiones, pero también la publicación del libro Nomás tantito y una exitosa financiación colectiva a través de Fondeadora donde juntaron más de un millón de pesos para seguir produciendo y señalando con humor los fallos cívicos de los mexicanos.

Su éxito se ha vuelto algo difícil de manejar, sobretodo porque todos los días reciben en sus redes sociales cientos de solicitudes para atender problemas en una ciudad tan grande como es la capital mexicana. Justo en ese hueco Fáctico tuvo su segundo aire.

Cuando Diego entrevistó, en el programa de radio Qwerty, al Comandante Hernández, llegó una de las grandes oportunidades para Fáctico: mutar para convertirse en una aplicación para los Supercívicos que le permitiera crear la red de ciudadanos que denunciaran.

“Bienvenido camarada” son las primeras palabras de la app de los Supercívicos, diseñada por Fáctico y con algunas características adoptadas de la primera versión de Fáctico; como aquella que permite hacer reportes geolocalizados en vídeos de 30 segundos. La idea es que los reportes sean contados con humor, de la manera más original y que los casos más votados sean señalados por el Comandante Hernández y el Brigadier Esegüey.

Lanzada en noviembre, el reto es hacer migrar a los seguidores de los Supercívicos de las redes sociales a una app específica. Para Fáctico la solución está en concretar la comunicación con las autoridades para cerrar el ciclo de denuncia y, por supuesto, usar el poder mediático de los Supercívicos, quienes poseen más de 1.1 millones de likes en Facebook, 241.000 suscriptores en YouTube y 74.000 seguidores en Twitter.

Diego cree que de la unión se hace el cambio: “Siempre vamos a ser más poderosos en la medida que nos juntemos con otros ciudadanos”.

Seducir al elector sin morir en el intento

Fáctico, por el momento, cuenta con otro brazo: Ligue Político, una app que fue anunciada como “el Tinder para los diputados mexicanos”. En resumen, Ligue Político es una plataforma que busca el voto informado y la promoción de la transparencia en los procesos electorales.

Ligue político nació de la mano de organizaciones anticorrupción que buscaban una manera divertida de acercarse al electorado en las elecciones federales de 2015. Originalmente se iba a llamar Diputinder, pero los abogados de la startup los convencieron de cambiar el nombre.

El humor y el juego “son el dulce, pero el plan a largo plazo es crear la base de datos colaborativa más grande de políticos” con indicadores sobre la trayectoria política, el grado máximo de estudios, los antecedentes penales o sanciones administrativas por actos de corrupción de los candidatos.

La idea, por supuesto, es exportable y la intención es que la base de datos abarque toda América Latina. En las elecciones presidenciales de 2016 en Argentina hicieron un primer piloto internacional en algunas de las provincias. De esta experiencia aprendieron que tendrían que adecuar el lenguaje si desean convertirse en una herramienta universal.

Mientras tanto, en México repetirán el experimento a más niveles de gobierno. El campo de pruebas serán las elecciones de Coahuila de este año, donde se elegirán gobernados, diputados y ayuntamientos. Por suerte, Fáctico ya ha concretado alianzas con organizaciones de la sociedad civil para llenar las bases de datos sobre los candidatos. Los aprendizajes que deriven de esta experiencia les ayudarán a poder enfrentar las elecciones nacionales que el país celebrará en 2018, un proceso donde Internet y el acceso a información confiable serán fundamentales.

¿El sentido de justicia social puede ser rentable?

Los Supercívicos

Diego se siente incómodo cuando la prensa encasilla a Fáctico como "empresa de tecnología cívica", porque eso les impediría perseguir un modelo de negocio y los obligaría a depender por completo de las donaciones de las organizaciones internacionales. Algo que “no es sustentable. Lo haces, lo lanzas, ganas una donación o un premio y luego se te acabó el dinero y lo matas. Es algo que nos pudo haber pasado a nosotros".

El reto para Fáctico es el de transmitir a sus usuarios que el trabajo que hay detrás de sus productos no es gratuito. Pero hay un gran problema: “Nos queda claro que en el caso de Supercívicos y Ligue político no le podemos cobrar a la gente por tratar de transformar su comunidad”. Entonces ¿dónde queda la forma de hacer dinero?

La respuesta, dice Diego, está en el modelo de Waze. “Nadie piensa que Waze hace tecnología cívica, pero al mismo tiempo sí que la hacen. Es una app que nació para resolver un problema que afecta a los ciudadanos —el tránsito—, pero que desde la perspectiva del big data nos habla de cómo funcionan las ciudades y de cómo se mueve la gente. El negocio de Waze son los datos, aunque al mismo tiempo resuelve un problema que afecta a mucha gente”.

Diego sabe que las apps de Ligue Político y los Supercívicos son productos efímeros, pero sus ambiciones van mucho más lejos. “Yo no mediría el éxito por el número de descargas. Tenemos claro que es algo que bajarás un mes, una semana o el mismo día de las elecciones y la desinstalarás al día siguiente. El éxito a mediano y largo plazo es crear una base de datos a través de la colaboración, creo que ahí está el objetivo y la sustentabilidad del proyecto”.

Zeroincondotta

¿Utilizar la información colaborativa para crear un modelo de negocio? “Nadie juzga a Waze por tener un modelo donde ellos usan los datos y los comercializan o inclusive cuentan con publicidad”, defiende el cofundador de Fáctico.

En una era donde la información lo es todo, las aplicaciones para los datos recabados por los ciudadanos de pie son bastante amplias. “Esos datos obviamente pueden ayudar a la recomendación de políticas públicas, de mejorar en el gasto, la gestión de proyectos y focalización de los recursos en la Ciudad de México y en cualquier ciudad del país”.

Pero Fáctico también ve posibilidades en recopilar datos “a la medida” para clientes de organizaciones civiles o empresas que requieran censos a través de convocatorias abiertas a los usuarios. La startup también buscará la monetización concretando alianzas con medios de comunicación, por decirlo de alguna manera, volviendo a sus orígenes. “De algún modo somos también una agencia. Podríamos mandar una notificación para que las personas nos ayuden a cubrir una manifestación o un accidente muy grande”.