Es fácil evaluar por qué los cereales son un negocio que involucra miles de millones de dólares. Basta con servir leche en un tazón y ya tienes un desayuno nutritivo. Poco esfuerzo, gran beneficio y bajos precios. Una combinación que siempre da resultados financieros satisfactorios.
Los Corn Flakes son como los baños, no faltan en ninguna casa, por lo que si tienes uno a nadie le importa y probablemente no quieran entrar en contacto con ello a menos que sea absolutamente necesario. El famoso cereal existe desde hace un siglo, por lo que es entendible que ya nos hayamos cansado de él.
Pero la razón por la que los Corn Flakes fueron inventados se debe a una curiosa situación histórica, ajena a motivaciones financieras.
En el siglo XIX, se pensaba que la masturbación causaba demencia, entre otros males relacionados. En Estados Unidos existían campañas publicitarias enormes dirigidas a desmotivar a los jóvenes que pensaran explorar su sexualidad por si solos.
El anciano de arriba es John Harvey Kellogg. Hoy su apellido es mundialmente famoso, pero a finales del siglo XIX solo era un doctor que odiaba la idea del sexo. Creía que no era saludable para el cuerpo, la mente e incluso para el alma. Consideraba que la masturbación era incluso peor. Le atribuía a esta práctica los siguientes efectos: epilepsia, acné, mala postura, articulaciones rígidas, palpitaciones, corrupción moral, etc.
El señor Kellogg pensaba que la combinación correcta de alimentos podía evitar que una persona tuviera deseos de masturbarse. Afirmaba que las comidas picantes excitaban el espíritu, causando pasiones pecaminosas. Por lo que, luego de que su máquina de enemas no tuviera mucho éxito, John ideó los Corn Flakes, creyendo que había inventado la comida más suave e inofensiva posible, perfecta para apaciguar los deseos impuros de los jóvenes.
Durante un tiempo, John se negaba a agregarle azúcar a los Corn Flakes ya que pensaba que eso podría excitar de nuevo a los que lo comieran. Su hermano Will tenía otra opinión y fundó su propia compañía. Le compró la patente de los Corn Flakes e inició la masiva empresa Kellogg's que conocemos hoy.
Acompañados de una inteligente campaña publicitaria, los Corn Flakes pasaron a convertirse en uno de los alimentos más populares en Estados Unidos y, más tarde, en el mundo entero, luego de que Will alterara un poco la receta original. Y así, el mundo fue salvado de la gran epidemia masturbatoria del siglo XIX.