La moral es un tema complicado. Es difícil determinar fundamentos éticos que sean válidos para todo ser humano. Hay que enfrentarse al problema de la libertad, a la cuestión de si los seres humanos somos verdaderamente autónomos y responsables de todas nuestras decisiones.
Es increíble, pero existen humanos incapaces de sentir el más mínimo grado de empatía por otra persona. Muchos comprenden las implicaciones que acarrean el dolor y el placer; simplemente no les interesan, lo que los lleva a actuar guiados exclusivamente por su amor propio, sin importar las consecuencias.
Individuos así son propensos a cometer crímenes terribles. Los sujetos en los que nos concentraremos acostumbraban grabar los eventos importantes de sus vidas. En este caso, filmaron los eventos anteriores y posteriores al asesinato que cometieron. Por suerte, no se les ocurrió documentar el acto como tal.
A sus dieciséis años, Brian Lee Draper y Torey Michael Adamcik querían convertirse en asesinos famosos. Para lograr su objetivo buscaron una víctima que fuera fácil de matar. Eligieron a Cassie Jo Stoddart, una de sus compañeras de clase, sabiendo que esa noche se encontraría sola en casa. Los preparativos fueron grabados en una especie de vlog.
El veintidós de septiembre de dos mil seis, los dos jóvenes fueron a la casa de la tía de Cassie, la cual estaba encargada de cuidar la vivienda. En el lugar se encontraban ella y su novio Matt. Los cuatro decidieron ver una película hasta que Brian y Torey decidieron irse, afirmando que irían a ver una película en un cine cercano.
Matt fue recogido por su madre a las diez y media de esa noche. Los asesinos procedieron a cortar la electricidad de la casa y entrar en ella enmascarados, empuñando cuchillos. Cassie fue apuñalada veintinueve veces. Mientras escapaban, los jóvenes documentaron el momento en video.
Luego de echarse la culpa el uno al otro, fueron sentenciados a vida en prisión sin posibilidad de libertad condicional. A continuación les dejamos los clips grabados por los vloggeros asesinos.
Su comportamiento es perturbador. No muestran siquiera un atisbo de culpa. Sus gestos denotan una frialdad absoluta. Conversan del asesinato como si estuvieran hablando de algo completamente trivial. Simplemente aterrador. Casos como este nos hacen reflexionar y preguntarnos ¿un asesino es un ser particular? O cualquiera sería capaz de matar? ¿Podríamos identificar a un asesino? ¿Incluso si este fuera parte de nuestro círculo de conocidos?