Rasputin se apresuraba al palacio Yusupov, preparando sus poderes mágicos mientras conjuraba una poción de inmortalidad. Pasteles envenenados, golpes en la cabeza y tiros en el estómago. "Este hombre es un monstruo" decían sus captores —que cabe admitir lo malo que eran en su trabajo—, pero después de ahogarlo ciertas palabras resonaron.
Sin mi todo se colapsará
Vaya que tenía razón. Apenas un par de años y el fuego revolucionario quemaría al último zar terminando con su legado, o eso creíamos porque una niña sobrevivió para cantar los últimos intentos de 20th Century Fox en competencia contra Disney.
El mago oscuro es menos malévolo cuando entramos un poco en contexto. Quizás ese lado de mutante que sobrevive a todo se disminuye sabiendo que mucho del relato se basa en mitos, y su frase sin duda se vuelve menos dramática cuando lees otras palabras del "monje loco", como por ejemplo: “Me besas, te besó Dios. Tú te acuestas conmigo, tú te acuestas con él”.
Sólo era un campesino cachondo a fin de cuentas, pero si crees que esta historia fue suficiente para mostrarte el lado oscuro de Rusia te recomiendo que pares la lectura. Ya que existe un ejemplo menos musical y muchísimo más ridículo que debes conocer.
El enorme legado
Soy latinoamericano, así que las historias largas no son mi fuerte. Fuimos descubiertos, conquistados y liberados resumiendo casi la totalidad de nuestro pasado en tres palabras. Siempre me pregunté lo tedioso que sería estudiar en el instituto algo más complejo, pero resulta que estaba equivocado, ya que con una civilización antigua surgen anécdotas como estas.
Claro que hemos podido engendrar unos cuantos dictadores cada cierto tiempo, y sí, siempre resultan estar locos. Aunque nunca en tales magnitudes como el primer zar de Rusia: nuestro amigo Iván el Terrible.
Acérrimo creyente de las torturas, violaciones, ejecuciones y obviamente, el Estado ruso. Existen suficientes historias para escribir un libro lleno de referencias a su página de Wikipedia que fue lo suficientemente larga para omitir. Su vida corresponde a su ápodo, asesinando en sus últimos años a su hijo mayor y preferido para gritar las siguientes palabras:
Desde los tiempos de Adán hasta este día, he sobrepasado a todos los pecadores. Bestial y corrompido he ensuciado mi alma
Al igual que Rasputin, era fanático de frases melodramáticas, siendo su locura un efecto adverso del tratamiento de mercurio contra el sífilis, cosa que según algunos historiadores, pudo ser la causa de muerte más probable. Sus restos marchaban la tierra con la misma fatiga de sus conciudadanos: ¿Y ahora qué?
El terrible "accidente"
El tercero de sus descendientes poseía un apodo más pintoresco: Teodoro el Campanero, y si bien disfrutaba tocar las campanas de la iglesia, gobernar no era lo suyo.
Reinando rodeado de consejeros acordados por su fallecido padre —quien consideraba a Teodoro I como alguien de escasa inteligencia—, su esperanza residía en conseguir un heredero mucho más adecuado. Aunque dicha labor sería admirable para casi todos los hombres de su posición, la parte cachonda de su padre no se traspasó.
El hijo menor de Iván fue encontrado muerto con una enorme abertura en la garganta. Con tan sólo ocho años el único heredero que no simpatizaba con los campanarios fallecía en circunstancias misteriosas. Algunos señalaban una muerte accidental ocasionada por un juego de dardos rusos —dato curioso: se jugaba con cuchillos—, pero después de linchar a su mejor amigo, el pueblo se quedaba sin respuesta alguna.
La labor de concepción pasó a ser emergencia nacional, y un reinado que consistía básicamente en concebir relaciones sexuales sin protección, terminó en una hija prematura fallecida y la entrada a un período mejor conocido como La Época Tumultosa.
Cuando todo se transformó en una fantasía
Rusia es una república ortodoxa, literalmente. Su pertenencia a la Iglesia Ortodoxa permaneció durante tantos reinados malévolos, que una serie de católicos decidieron realizar lo imposible para implantar su religión: elaborar tres identidades falsas para ocupar el trono del zar.
"En los años 1600, cuando el tirano mandó" el joven Dimitri volvía a la vida con una nueva historia, involucrando un escape de su supuesto asesino y retornando a su tierra natal para reclamar el trono. Después de una serie de batallas y reclutamientos, los ciudadanos lo admiraban, recibiendo entre abrazos al nuevo zar de Rusia, el hijo prodigo que volvía a casa.
Siendo reconocido como tal, visitó a su supuesta madre, la cual volvía del exilio para reconocer a su hijo anteriormente fallecido. Todo eran fiestas y celebraciones hasta que Dimitri revelaba sus nuevos y revolucionarios planes de cambiar la religión del país a una fe católica y devota. La Iglesia Ortodoxa Rusa se encontraba tan molesta, que unas semanas después ciertos conspiradores le disparaban de una ventana por la cual había tratado de escapar rompiéndose una pierna.
Uno menos, y ahora era momento de continuar con el plan. Alrededor de 1607 aparecía otro pretendiente al trono, que duraría alrededor de tres años conquistando junto a un ejército de miles de hombres las ciudades principales como Moscú. Su poderío empezaba a preocupar hasta que fue asesinado mientras estaba ebrio.
Habiendo bebido en abundancia durante la cena ... ordenó que le prepararan un trineo, ya que quería seguir la fiesta en el campo... Y cuando el impostor ya había bebido mucho con los boyardos, Urúsov sacó una pistola que tenía preparada de su pistolera, y galopando hasta el trineo, primero le disparó, y después le cortó la cabeza y manos con su sable...
El tercer Dimitri falso es el menos conocido, reconocido como zar y asesinado por su propio pueblo, fue el último de los impostores que trató suplantar al fallecido heredero. Y la gente fue tan ingenua que el último hijo de Iván El Terrible nunca estuvo más vivo.
¿Por qué fue el momento más ridículo?
Este período de confusión trajo la Guerra polaco-rusa, que dejando en vergüenza tanto a Hitler como a Napoleón, constituyó una de esas ocasiones donde Rusia fue conquistada en pleno invierno. Algo que nuestros dos compañeros nos pueden certificar como una labor casi imposible. Y mucho de ello causado por la obra de tres impostores, que buscando una religión católica llevaron a la Madre Patria a uno de los momentos más oscuros de su historia.