En el sector de los taxis, y del transporte por las ciudades, hay de todo, como en botica. Los hay cuerdos, los hay que bailan en el límite de la sensatez y los hay que bien podrían pasar por locos de camisa de fuerza. Aunque habría que recordar que, como bien apuntó Lewis Carrol en su momento: "Los locos son las mejores personas".
Esto, en términos generales, es lo que piensan los "competidores" de Roman Pushkin. El cual, bajo su punto de vista, cree que se ríen de él o simplemente le ignoran. Pero en esto del emprendimiento ocurre algo curioso, apunta: "primero te ignoran, luego se ríen de ti, luego se pelean y luego ganas". Este emprendedor es el creador de LibreTaxi una aplicación para conectar conductores y pasajeros de forma directa. ¿Como Uber?, dirían algunos. Pues, entre otras cosas que ya veremos, no tienen nada que ver. Y aquí va la primera diferencia: en vez de emplear una aplicación, todo la actividad se realiza desde Telegram.
Un ruso por la libertad de expresión
Para entender cuál es la filosofía de LibreTaxi hay que entender quién es su fundador. Roman, residente en California, nació en Rusia, en Siberia concretamente, es programador e ingeniero de profesión. Con este lugar de nacimiento no es de extrañar que Roman eligiese Telegram como medio para lanzar su servicio; un modelo mensajería de origen ruso que bien puede evitar los férreos reglamentos de Facebook:
"Telegram tiene exactamente la misma visión que LibreTaxi; no van a monetizar la aplicación como lo hizo WhatsApp. Es más probable que luchen por los derechos de los usuarios que cualquier otra aplicación".
Existía la idea de crear una aplicación autónoma —su perfil como programador bien podría servirle—, pero eso supondría tener que someterse a las regulaciones de países o estados en los que quiera operar. El hecho de figurar en la AppStore o en la PlayStore ofrecería "muchas menos probabilidades de luchar por los derechos de LibreTaxi, porque este servicio es sobre la libertad de expresión y los derechos humanos básicos", explica Roman a Hipertextual.
Este posicionamiento salvador nos lleva a la raíz de LibreTaxi y a saber lo que es. Inicialmente esta aplicación fue hecha para el área rural de Siberia; existía una suerte de Uber, pero las barreras de entrada para los conductores eran demasiadas: coche, imagen, permisos y licencias, normas, pago de comisiones... Roman, teniendo en cuenta que quería emplear particulares para operar como conductores (igual que Kalanick en primera instancia) llegó a la conclusión de que por qué había que montar tanto escándalo en comunidades en las que realmente todo el mundo se conoce desde hace años. Nace entonces LibreTaxi, sin necesidad de permisos ni diseños previos: ingenioso cuanto menos teniendo en cuenta las luchas a las que se ha enfrentado Uber. Añade, además, otro detalle: "Las empresas quieren mantener a los conductores más cerca, para restringir lo que hacen, cómo trabajan, e incluso cómo piensan".
Permite acceder al servicio sin tener que descargarse una nueva aplicación y, esto es lo más interesante, acceder a zonas remotas que no cubren otros servicios. Su estructura básica, gestionada en primera instancia con un bot y después a través de los propios protagonistas, hace que ya hablan de una forma natural. La traducción e implantación del servicio, por lo tanto, no conoce fronteras.
¿Dinero? ¿Qué dinero?
Es en este punto donde nos preguntamos sobre cómo gana dinero LibreTaxi. Siendo una "aplicación" que pone en contacto usuarios con conductores, en algún punto tenemos que encontrar fricción con el dinero. Y en este punto Roman no se aclara demasiado. Según su posicionamiento, él no tienen ningún interés en monetizar: "No necesito dinero ya que lucho por los usuarios. Mi objetivo es crear habilidad, una tecnología que permita a la gente evitar trabajos que obligan a entregar tu alma a las grandes corporaciones, y algo que evitar las restricciones". Un idealista con todas las letras. Pero un idealista que no se pone de acuerdo consigo mismo. Ofrece a los conductores ganar mucho dinero, pero por otro lado añade que, en su caso, "los trayectos no siempre deben ser monetizados y por eso LibreTaxi permite dar paseos gratis". El claim de "Todos ganan", no está demasiado claro.
Ciertamente, con esta estructura así evitan las sanciones legales y dejan que decidan los conductores cómo y cuántos impuestos pagar, –se paga en efectivo por lo que hacienda puede no ver nada en absoluto de los importes—, ya que son ellos y los pasajeros los que establecen el precio, si es que hay; pero siendo sinceros: ¿quién se metería en el puesto de conductor para dar paseos gratis?. También hay que decir que su estructura es su propia barrera, puesto que no le permite una gran escalabilidad; pero visto lo visto, lo más seguro es que esto no entre dentro de sus intenciones.
¿Rivales de Uber? Pocos o ninguno pueden decir que verdaderamente funcionan como competencia de Uber, una compañía valorada en 61.000 millones de euros. Sin embargo, las intenciones son buenas aunque un poco locas.