Recientemente, Starbucks, en un gesto humanitario unido a una respuesta a la investidura de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, anunció recientemente sus planes para contratar a 10.000 refugiados durante los próximos cinco años a lo largo de los setenta y cinco países en los que opera. Esta loable iniciativa se sumó a algún gesto añadido, como la inclusión de un mensaje en los tickets de sus establecimientos en suelo americano:

"Los inmigrantes hacen grande a América (también han cocinado tu comida y te han servido hoy)".

Desgraciadamente, a esta iniciativa le han seguido aplausos pero también reproches y un boicot por el hecho representar el apoyo de Starbucks a los refugiados de la mejor forma: abriéndoles las puertas laborales para dignificar y normalizar su vida a través del trabajo. El boicot ya tiene hashtag en redes sociales, #Starburka, en algunos casos argumentando en su favor que no se trata de racismo contra los refugiados, sino del "racismo antiespañol" que en teoría sostiene Starbucks.

Hogar Social Madrid, un colectivo neofascista que ha acaparado titulares en los últimos tiempos por sus acciones de ayuda a españoles con necesidades, así como por la multitud de enseñas neonazis que comparten pasado con algunos de sus miembros, ha comenzado un boicot a Starbucks en España, incluyendo llamados al mismo y colocación de pegatinas en sus escaparates.

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