Lydia Angyio se encontraba frente al centro juvenil de Ivujivik, en Quebec, Canadá, viendo a su hijo de siete años jugar junto a sus amigos cuando un movimiento repentino captó su atención. En un instante, una enorme bola blanca llena de dientes y garras negras saltó de entre los árboles contra los niños, las presas más fáciles. La madre no se lo pensó dos veces y se lanzó a golpear al oso polar gritando. Probablemente fueron los minutos más largos de su vida. Y para suerte de los niños, la madre consiguió contener al oso el tiempo suficiente para que un hombre descerrajara cuatro disparos con su calibre .303 sobre la bestia. La madre resultó herida. Pero, extrañamente, sólo de forma leve. Y según contó en su momento la prensa, en 2006, no sólo la suerte tuvo algo que ver. También una fuerza y una voluntad sobrehumana acompañó a la fiera madre a la hora de proteger a los pequeños. ¿Es esta una demostración de que existe una fuerza sobrehumana que nos llega cuando más lo necesitamos? Esto es lo que sabemos sobre la fuerza histérica.

La fuerza interior

Existe la creencia popular de que en momentos de gran necesidad una fuerza interior, escondida la mayor parte del tiempo, sale a flote. Los seres humanos somos capaces de cosas increíbles. ¿Es la fuerza histérica una de dichas proezas? Antes de nada, entendamos cómo funciona la fuerza muscular. Los seres humanos poseemos, básicamente, dos tipos de músculo: el estriado y el liso. Grosso modo, estos dos se diferencian en la capacidad de contraerse de forma voluntaria o no. El músculo estriado es aquel que movemos a voluntad. El liso lo hace de forma involuntaria y se encarga de que nuestro cuerpo funcione. La única excepción a esto es el músculo cardíaco, que es estriado e involuntario. El músculo estriado se llama así por cómo se ve al microscopio. Esto se debe a cómo están formadas las fibras que lo componen.

Fuerza histérica
Musculo estriado

Básicamente, el músculo está compuesto por células hiperespecializadas que forman fibras muy fuertes. Estas fibras tienen la capacidad de acortarse, es decir, contraerse, cuando se estimulan gracias a los nervios, que producen una señal eléctrica. Esta es traducida a una señal celular. Al contraerse cada fibra, se contrae todo el conjunto hasta acortar el músculo por completo. Esto ocurre rspidísimamente gracias a que la señal es a nivel molecular (en concreto, iónica, lo que se traduce de nuevo en una respuesta eléctrica). Y todo lo que ocurre a este nivel es muy rápido. Otra cuestión importante es el nivel de fuerza que se produce, que obedece exclusivamente al número de fibras que participan en la contracción. Cuantas más fibras se contraen a la vez, más fuerza se produce. Y las hay por millones. Así podemos realizar movimientos tan precisos, suaves o fuertes, a elección.

Según los estudios, se estima que una persona normal es capaz de aprovechar hasta el 60% de su capacidad muscular. Los atletas profesionales serían capaces de aprovechar hasta un 80% de la misma. ¿Eso quiere decir que realmente existe una fuerza escondida? No. No confundamos capacidad muscular con fuerza. En primer lugar, por suerte, es imposible contraer todas las fibras musculares de nuestro cuerpo a la vez (lo que podría traducirse en la máxima fuerza ejercida). Esto, por ejemplo, ocurre en enfermedades como el tétanos. Debido a una neurotoxina (generada por la muerte de Clostridium tetani), las fibras se contraen por completo y sin control, provocando un dolor terrible, rasgando el tejido que tenemos y provocando la parada de nuestros órganos. Por suerte eso no es lo que pasa en la supuesta fuerza histérica.

¿Existe la fuerza histérica?

Se han recogido decenas de casos a lo largo de la historia como el de Angyio: en un momento de gravedad, una persona es capaz de realizar una proeza tal como levantar un coche a pulso. ¿Acaso son mentira? Tampoco. Pero tengamos en cuenta varias cuestiones. La primera es que Zydruna Savickas ostenta el récord de levantamiento de peso muerto con 523,8 Kilos, algo más de media tonelada. Pero claro, levantar un coche supone tres veces más, ¿no? No tiene por qué. Y es que gracias a la ley de la palanca, levantar un coche apoyado sobre sus ruedas no implica levantar su peso muerto. Si Savickas levanta 500 Kilos, sabemos que otros seres humanos pueden elevar centenas también.

Pero claro, Savickas es un atleta de élite, considerado como, posiblemente, el hombre más fuerte del mundo. ¿Cómo puede una persona sin entrenamiento llegar a un levantamiento tan enorme? La cuestión, según apuntan algunos investigadores, estaría en la adrenalina. Existen varios estudios que explican cómo un aumento de este mensajero hormonal es capaz de producir un mayor número de contracciones de las fibras musculares. Los músculos tienen varios sistemas de defensa para evitar daños. La adrenalina, en cierto sentido, ayudaría a "forzar" dichos sistemas para poder conseguir más fuerza práctica. Sin embargo, dichos estudios están rodeados de polémica. Si bien es cierto que sabemos a ciencia cierta que existen otras sustancias relacionadas con la adrenalina capaces de generar episodios de fuerza extrema, las dudas vienen por una cuestión muy sencilla: la adrenalina no sería capaz de llegar al músculo lo suficientemente rápido como para generar este aumento sobrehumano de fuerza. La diferencia entre la señal nerviosa y la señal hormonal es, a nivel de nuestro cuerpo, enorme en tiempo.

fuerza histérica
Damasa Agirregabiria levantando una piedra en un torneo de Harrijasoketa

Es verdaderamente difícil estudiar si somos capaces de sacar más fuerza de la que tenemos en momentos de crisis ya que no se puede hacer un experimento que amenace de muerte a alguien. Desde luego, existen evidencias de que hay sustancias capaces de ayudarnos a generar más contracciones en el tiempo necesario para que se traduzca en fuerza. Pero no existe ninguna evidencia de que esto ocurra de manera natural en un momento de necesidad. A todo esto se une el misticismo de los sucesos que los seres humanos solemos aportar. ¿Existe entonces lo que se conoce como fuerza histérica o no? La respuesta es que... no lo sabemos. Probablemente la mezcla entre la situación, la tensión, el resultado y, sí, algo de fisiología, generen ese efecto casi mágico, siempre épico, que nos empeñamos en llamar fuerza sobrehumana.

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