Probablemente estaré ausente durante seis meses, pero no más
Cuando Charles Chaplin revelaba al mundo su última obra maestra, algunos enloquecían con el fin del payaso más amado del planeta.
La película "Candilejas" de 1952 marcaba finalmente el cierre de una gran etapa. Mientras su personaje principal, el payaso Calvero interpretado por el propio Chaplin, volvía al escenario después de su retiro, terminaba su acto junto a Buster Keaton —otro maestro de igual escala— y el público lo ovacionaba. Minutos más tarde el show continuaba mientras detrás del escenario un payaso moribundo observaba el baile de su amada, el tema principal se escucha y muere de ancianidad.
Saliendo en una gira publicitaria por Londres, aclaró que su visita duraría unos cuantos meses, pero resultó ser un viaje de veinte años antes de que le permitieran volver a Estados Unidos, el país que se había convertido en su hogar.
Ya sea por ideas contrarias o sospechas de comunismo, su exilio fue uno de los eventos más dolorosos de su vida, y durante esas dos décadas el público tuvo tiempo de reflexionar.
Desde su ida forzada en 1952 pidió asilo en Suiza, donde permaneció el resto de sus días. Aunque existieron algunas excepciones, como la vez en que la Academia de las Artes Cinematográficas decidió cobrar favores para traerlo de vuelta.
Recibiendo una estrella en el paseo de la fama, y numerosos reconocimientos alrededor del mundo, el artista más grande de su época fue invitado con una visa por diez días a volver a ese país que amaba tanto. Entre sonrisas e inmensas alegrías, el artista aceptó encantado.
Pese a protestas de sus familiares, llegó a sus 82 años a esa tierra que pasaría dos décadas sin pisar. Mientras los preparativos se realizaban el mundo estaba a punto de presenciar uno de los momentos más conmovedores de los Oscars. Contando con una ovación de doce minutos y un director repleto de lágrimas.
Es imposible reconocer el legado de esta leyenda en unos cuantos minutos, en algunos párrafos. Pero mientras todos aplaudían de pie, el mundo recordaría las hermosas palabras que Charlie Chaplin diría con emoción:
Mirada de cerca, la vida es una tragedia, pero vista de lejos, parece una comedia