Cada día nuestra bandeja de entrada recibe varias decenas de correos electrónicos. En casa o en el trabajo, el correo electrónico es uno de los medios de comunicación más usados, y eso también incluye a quienes lo utilizan con fines poco loables.

Si bien los filtros antispam nos ayudan a evitar correos electrónicos no solicitados o potencialmente dañinos, en ocasiones estos últimos logran zafarse de los filtros y entrar en nuestra bandeja de entrada.

Nos prometen riquezas, ayudar a gente con problemas, obtener regalos a cambio de nada o fingen ser un amigo, un familiar al que hace mucho que no vemos o nuestro propio banco. El scam o estafas a través de correo fraudulento o páginas web falsas tiene muchas caras pero un único propósito: engañarte.

Alarmismos aparte, la prudencia, el sentido común y unos sencillos consejos son más que suficientes para mantener los mensajes de correo falsos a raya y no caer en sus tretas para robarnos datos importantes o, peor, dinero.

Aquí van algunas señales básicas que nos indicarán que estamos ante un correo fraudulento.

Quién lo escribe

Lo primero en lo que nos fijamos al recibir un mensaje de correo electrónico es quién nos lo ha enviado. A partir de ahí decidimos si lo leemos o no.

Lo mismo ocurre con un correo fraudulento. ¿Es posible que quien dice escribimos sea realmente quien dice ser? Difícilmente tu banco te escriba a través de fulanito@gmail.com o por el estilo.

Lo habitual es que una empresa, entidad u organismo público se dirijan a ti a través de un correo electrónico con un dominio acorde indicando su nombre, como arroba amazon punto com o arroba policia punto es.

Lo mismo ocurre con las extensiones de dominio. Desconfía de combinaciones compuestas como .com.es o por el estilo.

El lenguaje empleado

Uno de los temas más comentados de este tipo de correos electrónicos es lo mal escritos que están.

Es cierto que los menos elaborados contienen muchas faltas de ortografía o frases sin sentido, seguramente porque en la mayoría de casos han sido traducidos literalmente.

Aunque es posible que en mensajes oficiales haya alguna falta puntual, normalmente no es así, por lo que desconfía si el lenguaje empleado es demasiado informal, no encaja con quien envía el mensaje o hay un exceso de faltas ortográficas.

Qué se nos pide

Los correos electrónicos pueden tratar de mil temas, pero un correo fraudulento suele pedirte algo.

Tu banco dice que tu cuenta ha sido cerrada y necesitan que les mandes de nuevo tus datos; un amigo está en el extranjero y necesita dinero porque le han robado; una multinacional te regala un producto muy caro a cambio de que únicamente abones el coste del envío…

La lista es interminable. Si alguien tiene un problema grave, te llamará por teléfono. Si tu banco necesita tus datos, concertará contigo una cita vía llamada telefónica y nunca te pedirá nada por correo electrónico, solamente te pedirán los datos una vez estés en tu oficina bancaria.

Es más. En el caso de entidades bancarias, para realizar ciertas operaciones tienes solamente puedes hacerlas en modo presencial, es decir, en tu oficina, o desde la web oficial de la entidad a través de tu usuario.

Enlaces, imágenes y archivos adjuntos

Dentro del contenido de un correo fraudulento es posible encontrar enlaces a páginas web, imágenes con logotipos o archivos adjuntos.

La precaución nos dice que no abramos ningún enlace y mucho menos un archivo adjunto. En el primer caso, podemos acudir a páginas como VirusTotal que nos dirán si el enlace en cuestión es digno de confianza.

También te será útil Web of Trust.

Aun así, aunque los enlaces parezcan de confianza, para contactar con una empresa u organismo público, lo mejor es acceder a su página oficial. Una rápida búsqueda en Google u otro buscador te dará la dirección.

Firmas al pie del mensaje

Otro pequeño detalle que te dará una pista sobre si el correo que estás leyendo es de fiar o no, es la firma al pie del mensaje.

Los mensajes de correo electrónico oficiales o de profesionales particulares suelen contar con una firma que indica su cargo, dónde se encuentra su oficina física y sus datos de contacto además del correo, como pueden ser su dirección de Twitter o su número de teléfono.

Si carece de firma o los datos que incluye son falsos o no parecen de fiar, desconfía.

Por lo demás, como dije al principio de este artículo, el sentido común y la precaución son los mejores aliados para detectar correo fraudulento y no caer en su trampa.